Cristina Larroy: «Podemos controlar parte de la salud del cuerpo a través de la salud de la mente»
Los psicólogos reunidos en Oviedo constatan un aumento de casos de bulimia y anorexia en niños y mujeres adultas
Carmen Maganto, a la izquierda, y Cristina Larroy, ayer, en el auditorio de Oviedo. irma collín
«Cada vez hay más casos de anorexia y bulimia en la infancia, pero aumenta también en personas maduras, principalmente en mujeres». Así lo explicó ayer Cristina Larroy, profesora titular y directora del departamento de Psicología Clínica de la Universidad Complutense de Madrid, que intervino en el Congreso Iberoamericano de Psicología que se celebra en el auditorio de Oviedo esta semana.
A juicio de la profesora Larroy, resulta alarmante el hecho de que lo que antes era «una enfermedad típica de adolescentes» se esté extendiendo tanto a mujeres maduras como a niños (varones) de corta edad. «Es un grave problema social que trasciende las competencias propias del ámbito sanitario», según advirtió la experta de la Complutense, quien subrayó que en este campo, como en muchos otros, «podemos controlar parte de la salud del cuerpo a través de la salud de la mente».
Por su parte, Carmen Maganto, profesora titular de la Universidad del País Vasco, señaló que la psicología puede solucionar estos trastornos de alimentación desde una perspectiva científica, «como quien tiene una gripe fuerte», desarrollando técnicas psicológicas adecuadas al perfil del paciente. Asimismo, precisó, deben llevarse a cabo diferentes iniciativas para transformar la conciencia social y no poner a disposición de los jóvenes tal volumen de información que incentiva prácticas autodestructivas. También considera necesario la profesora Maganto combatir la propaganda referida al ideal de delgadez. «Es preciso un cambio de conciencia y que exista verdadera amistad en los grupos de jóvenes, que se apoyen en sus problemas», sentenció.
La psicóloga vasca también es profesora de Psicología Clínica e Infantil, una materia «más compleja, porque abarca desde bebés hasta adolescentes». Según Carmen Maganto, «un bebé puede tener un trastorno depresivo que no tiene nada que ver con la depresión de un adolescente». Se trata, detalló, de «una depresión más física, que también padecen muchos animales, y que los lleva a estar más agresivos, más tristes». En estos casos, los psicólogos pueden aportar «tratamientos de restauración de figuras parentales, mayor nivel de contención emocional...». Se trata, en ocasiones, de niños que han perdido a sus padres, sufren abusos, están abandonados y se sienten tristes, apáticos, sin ganas de jugar, nada les interesa, dejan de comer... Esta situación puede desembocar en un déficit de atención con hiperactividad, que, según la profesora Maganto, parece tener un componente neurológico que convierte a estos niños en «impulsivos y descontrolados». La profesora vasca sostiene que «se los medica innecesariamente», cuando lo que requieren es «pautas parentales de crianza de tranquilidad, de más relax...».
A juicio de la profesora Larroy, resulta alarmante el hecho de que lo que antes era «una enfermedad típica de adolescentes» se esté extendiendo tanto a mujeres maduras como a niños (varones) de corta edad. «Es un grave problema social que trasciende las competencias propias del ámbito sanitario», según advirtió la experta de la Complutense, quien subrayó que en este campo, como en muchos otros, «podemos controlar parte de la salud del cuerpo a través de la salud de la mente».
Por su parte, Carmen Maganto, profesora titular de la Universidad del País Vasco, señaló que la psicología puede solucionar estos trastornos de alimentación desde una perspectiva científica, «como quien tiene una gripe fuerte», desarrollando técnicas psicológicas adecuadas al perfil del paciente. Asimismo, precisó, deben llevarse a cabo diferentes iniciativas para transformar la conciencia social y no poner a disposición de los jóvenes tal volumen de información que incentiva prácticas autodestructivas. También considera necesario la profesora Maganto combatir la propaganda referida al ideal de delgadez. «Es preciso un cambio de conciencia y que exista verdadera amistad en los grupos de jóvenes, que se apoyen en sus problemas», sentenció.
La psicóloga vasca también es profesora de Psicología Clínica e Infantil, una materia «más compleja, porque abarca desde bebés hasta adolescentes». Según Carmen Maganto, «un bebé puede tener un trastorno depresivo que no tiene nada que ver con la depresión de un adolescente». Se trata, detalló, de «una depresión más física, que también padecen muchos animales, y que los lleva a estar más agresivos, más tristes». En estos casos, los psicólogos pueden aportar «tratamientos de restauración de figuras parentales, mayor nivel de contención emocional...». Se trata, en ocasiones, de niños que han perdido a sus padres, sufren abusos, están abandonados y se sienten tristes, apáticos, sin ganas de jugar, nada les interesa, dejan de comer... Esta situación puede desembocar en un déficit de atención con hiperactividad, que, según la profesora Maganto, parece tener un componente neurológico que convierte a estos niños en «impulsivos y descontrolados». La profesora vasca sostiene que «se los medica innecesariamente», cuando lo que requieren es «pautas parentales de crianza de tranquilidad, de más relax...».
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