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¿Por qué unos jóvenes se radicalizan y otros no?




Tras los atentados de París en enero de 2015, las trayectorias vitales de los hermanos Saïd y Chérif Kouachi y de Amedy Coulibaly se convirtieron en objeto de atención de los medios de comunicación y de analistas, que rápidamente situaron el perfil de estos jóvenes radicalizados dentro de la senda que marcó en 1995 Khaled Kelkal, el autor de los atentados en el metro de París. Frente a ellos, las figuras del policía Ahmed Merabet abatido durante el asalto a la redacción de Charlie Hebdo, y de Lassana Bathily, el empleado que escondió a los clientes del supermercado casher de Porte de Vincennes, se mostraron como ejemplos de valentía, abnegación y heroísmo, y a los que la sociedad francesa rindió un sentido homenaje. Pero muy pocos repararon en el hecho de que víctimas y verdugos compartían, con variantes, el mismo arquetipo de "jeunes issus de l'immigration" (jóvenes procedentes de la inmigración). En marzo de 2012 se dio una situación muy parecida, cuando el joven Mohamed Merah asesinó en Toulouse, entre otros, al militar Imad Ibn Ziaten, francés de origen marroquí, nacido en 1981.

Todos los citados, excepto Lassana Bathily, nacieron en Francia entre 1975 y 1982. Justo en el momento en que la sociedad francesa empezaba a tomar conciencia de la emergencia de las nuevas generaciones surgidas de las migraciones magrebíes y africanas, una realidad que se mostraría públicamente por primera vez en la llamada marcha de los beurs que cruzó el país entre 1983 y 1985. Por aquel tiempo, los primeros estudios sociológicos alertaban de las difíciles condiciones en que se encontraban las poblaciones inmigradas, debido en buena parte al urbanismo segregador de las banlieues periféricas de las principales ciudades francesas. El sociólogo François Dubet se refirió a estos jóvenes, en su mayoría nacidos en Francia, como abocados "à la galère", a sufrir la exclusión social con mayor rigor que sus padres.

En Europa, se da por sentado que se están configurando unas generaciones perdidas, surgidas de la fractura del desarraigo migratorio, del pasado de dominación colonial y de su defectuoso encaje en las sociedades europeas. Desde la década de los ochenta, el devenir de estas generaciones ha concitado las interpretaciones más variopintas: los análisis más optimistas mostraron la crisis de identidad de tales generaciones como consustancial a la construcción de una sociedad multicultural; los más posibilistas, argumentaron que el esfuerzo para la integración de estas generaciones sería mucho más intenso que el llevado a cabo por sus progenitores, que aceptaron estoicamente su marginación funcional; y los más agoreros pronosticaron escenarios de confrontación permanente, al albur de los primeros disturbios sucedidos en 1979 en Vaulx-en-Velin, en la banlieue de Lyon, y que más tarde se irían reproduciendo periódicamente. Todos estos argumentos acabaron por aportar su granito de arena a la consolidación de la idea de que la experiencia de la marginación y del rechazo social es la que explicaría las derivas hacia la radicalización de estas generaciones, ya fuera incorporándose en subculturas urbanas marcadas por la violencia, o bien dejándose seducir por otro género de subcultura, en este caso, configurada por referencias islámicas.

Pero no existen generaciones yihadistas, tal como frívolamente han afirmado algunos autores. Ni tampoco se puede explicar la radicalización como resultado de la combinación entre desesperación y pobreza. Si se quiere entender un poco mejor las causas que provocan un fenómeno complejo como éste, conviene descartar las simplificaciones. Y por ello hay que preguntarse por qué mayoritariamente muchos jóvenes musulmanes europeos no han sido seducidos por la retórica de la radicalización. Lo que intentaremos explicar en este texto es por qué en contextos sociales similares, con perfiles familiares muy parecidos y con trayectorias vitales condicionadas por un contexto de exclusión estructural, no todos los jóvenes han intentado emular a Kelkal, Merah, Kouachi o Coulibaly.

Las teorías que hablan de la radicalización como proceso, entienden que ésta se genera como resultado de una situación de ruptura o desvinculación social. Dan por sentado que los jóvenes musulmanes mantienen una continuidad con respecto a unas referencias, sean culturales o religiosas, que han adquirido por transmisión familiar. Y he aquí un primer supuesto que cabe revisar. La conectividad entre generaciones es mucho menos directa y mucho más frágil de lo que se piensa porque, a pesar de que los bagajes étnicos o religiosos entre padres e hijos pueden ser similares en forma, acaban generando identidades y pertenencias muy diferentes. El desfase generacional es un factor que alienta diferentes formas de desvinculación, en un contexto social mediado por la interacción con la sociedad europea. Padres y jóvenes no mantienen el mismo tipo de relación con esta sociedad. De los padres se dice que padecen el "frozen clock syndrome" (síndrome del reloj parado), y que su corazón y su mente siguen estando en su país de origen. Los jóvenes, en cambio, han acumulado un capital social en relación con el contexto europeo que resulta mucho más potente que el capital referencial familiar, que se encuentra desubicado. Los hijos de inmigrantes ya no actúan como hijos de inmigrantes, y subvierten a la vez el orden genealógico propuesto por sus ascendientes y el orden de categorización social que les aplican las sociedades europeas.

Tipología del desapego

¿Cómo explicar este proceso de distanciamiento referencial entre padres y jóvenes? El estudio del economista Albert O. Hirschman (1970) intentaba explicar las diferentes actitudes que podían adoptar los actores respecto a las crisis que padecían las instituciones de que formaban parte. Abandonarlas, protestar o acomodarse a la situación eran las tres opciones ideales que planteaban los individuos. Aplicando esta perspectiva respecto a los vínculos que mantienen los jóvenes musulmanes europeos con sus familias y sus referencias comunitarias, es posible establecer una tipología de situaciones que expresan formas diferentes de definir su posicionamiento, entre la complicidad y el distanciamiento que, tal como se verá, no siempre ha de ser interpretado de forma negativa. Estos cuatro tipos ideales de actitudes se concretan en relación a la distancia que se mantiene con las referencias familiares y los ámbitos comunitarios musulmanes, pero que acaban definiendo también unas formas concretas de relacionarse con las sociedades europeas.

Es posible hablar de superación, cuando se expresa un modelo de vida que se apoya preferentemente sobre referentes occidentales, y que lleva al individuo a vivir fuera de los ámbitos referenciales de los contextos comunitarios musulmanes. Las identidades resultantes priorizan los componentes europeos sobre las referencias familiares de origen. Mantenerse alejados de estos referentes no significa rechazarlos, pero sí dejarlos aparte en lo cotidiano, evitando que sirvan como mecanismos de regulación de la vida diaria. Esta actitud se relaciona con un patrón de movilidad social ascendente.

En segundo lugar, se puede hablar de recreación, actitud mediante la cual se reconstruye una identidad en donde la tradición heredada es reivindicada (si bien tal reivindicación se lleva a cabo a través de una implícita adaptación al medio social europeo) y se mantienen vínculos activos con el núcleo familiar y con la comunidad de referencia. En este caso, la movilidad social tiende a emplazarse dentro de este ámbito comunitario. Desde esta identidad singularizada se define una relación concreta con la sociedad europea, manteniendo una interacción mucho más sustantiva y menos dependiente de la que establecieron sus generaciones precedentes.

Una tercera actitud basada en el rechazo supondría renegar de aquello que forma parte de una herencia familiar y de todas las referencias que se vinculan a ella (como podría ser la adscripción comunitaria). Este rechazo no se expresa en contra de estas referencias en sí mismas sino en relación a lo que éstas representan: por un lado, por el hecho de que la sociedad europea les ha atribuido una identidad minoritaria y subordinada; por otro, porque estas referencias no han servido para que estos jóvenes pudieran hacer frente con éxito a la exclusión social. Que tales referencias familiares y comunitarias hayan sido reemplazadas por otras subculturas urbanas, favoreciendo una suerte de "apartismo" (Gest, 2010), es la prueba del fracaso de la movilidad social de estos individuos.

La cuarta actitud está estrechamente vinculada con la anterior y supone un grado más profundo de desvinculación, puesto que tiende hacia la ruptura. Ésta supondría el doble distanciamiento, físico y cognitivo, de aquellos espacios y referencias pertenecientes al ámbito familiar y comunitario, así como del contexto social. Este desapego necesita ser argumentado y legitimado puesto que supone romper con aquello que uno ha sido pero, al mismo tiempo, exige construir una nueva identidad respecto a lo que uno quiere ser a partir de ahora. En el caso que nos ocupa, esta argumentación tiene un carácter doctrinal, invocando a un islam que se presenta como corrector de las desviaciones transmitidas por herencia familiar y refractario respecto a las influencias perturbadoras del contexto social externo. La ruptura es el resultado de la polarización de un grupo de personas que buscan apartarse de aquellas ideas erróneas, que a su juicio, expresan los otros. La ruptura, pues, se convierte en la única opción posible si se tiene la convicción de vivir rodeado de ignorantes y de falsas ideas.

No hay que interpretar estas cuatro actitudes como si se tratara de fases en un proceso, que van desde la normalidad a la excepcionalidad. Pero al distinguirlas entre sí podemos situar algunos de los matices que el uso extensivo del término radicalización ha acabado anulando. Despegarse de unos referentes que se siguen considerando como propios a pesar de que sean mantenidos a distancia, reconstruir una identidad que se fundamenta en los principios mainstream de este colectivo y así poder establecer un carácter distintivo, refugiarse en una identidad compartida con aquellos que se sienten aparte y fuera de lugar, o tener la sensación de encontrarse en un contexto hostil del que hay que protegerse, son caminos de expresión identitaria diferentes pero que surgen de la misma situación de fricción entre referentes familiares, comunitarios y sociales.

Las trayectorias vitales de los autores de los atentados de París se orientarían entre el rechazo y la ruptura, mientras que Merabet y Bathily podrían situarse en torno a las dos primeras actitudes. Pero es evidente que todos ellos pudieron llegar a experimentar a lo largo de su vida sentimientos tan dispares como el orgullo, la frustración, la humillación o el desapego. Lassana Bathily llegó a Francia desde Mali con 16 años. Tres años más tarde le denegaron el permiso de residencia permanente y estuvo a punto de ser expulsado. Finalmente consiguió la residencia en 2011 y desde entonces trabajaba en el supermercado de Vincennes. El policía judicial Ahmed Merabet seguía viviendo con sus hermanos en la banlieue en donde nació, en Seine-Saint-Denis en el norte de París (popularmente conocida como "le 93", su código postal), que representa el paradigma del barrio conflictivo en el imaginario francés. En 1994, tras la muerte de sus padres, Saïd y Chérif Kouachi fueron internados en un centro de acogida en Corrèze en el centro de Francia. Al alcanzar los dieciséis años volvieron al norte de París, al 19earrondissement, entre Belleville y la Villette, ocupándose en trabajos precarios y mal remunerados. Amedy Coulibaly también nació en París, en este caso en el sur, y se crió en La Grande-Borne en Grigny, una enorme ciudad dormitorio de 11.000 habitantes, marcada por la violencia y la marginación. A los diecisiete años fue detenido por robo y tráfico de drogas e inició un largo periplo de entrada y salida de la cárcel. Tras entrar en un programa de promoción del empleo juvenil en 2009, casualmente fue invitado por el presidente Sarkozy al palacio del Elíseo junto con otros quinientos jóvenes.

A un lado, el policía Ahmed Merabet -y el soldado Imad Ibn Ziaten- fueron ejemplos de cómo ciertas culturas institucionales (en este caso, la gendarmería y el Ejército) son capaces de admitir en su seno a personas que pertenecen a colectivos minoritarios. Los testimonios de sus familiares relatan su devoción por el servicio que prestaban a su sociedad, a pesar de que debido a su condición musulmana en algún momento pudieran notar algún grado de sospecha respecto a sus lealtades por parte de sus superiores o compañeros (véase el testimonio de Latifa Ibn Ziaten, 2013). A otro, el sentimiento de exclusión y desapego que pudieron experimentar los hermanos Kouachi y Coulibaly pudo predisponerles en su deriva radical, en la que, tal como se supo tras los atentados, intervinieron algunos actores potenciadores concretos (véase el relato de Abdelghani Merah (2012), en relación al proceso de radicalización de su hermano Mohamed). Pero su proceso de ruptura o desvinculación social no puede explicarse como resultado de una más o menos defectuosa gestión de las emociones individuales. Ni tampoco como resultado de compartir el mismo grado de humillación con el resto de poblaciones musulmanas en el contexto internacional. Ellos fueron protagonistas de un doble proceso: en primer lugar, la interiorización de un sentimiento de encontrarse al margen de todo o fuera de lugar, como resultado de su experiencia vital de marginación social (lo que les habría situado en una situación de pérdida de sentido en relación a su encaje social); y en segundo lugar, el desarrollo de una convicción en base a la cual iniciar su proceso de desvinculación respecto a su entorno social precedente (y dar un sentido renovado a sus acciones).



La crisis de los modelos institucionales

El interrogante que hemos de resolver se sitúa más en el déficit de socialización entre estas generaciones, que no en las formas seductoras que muestran los discursos rupturistas y distintivos. ¿Por qué han fracasado las instituciones sociales y comunitarias a la hora de crear pertenencias atractivas para estos jóvenes? La respuesta posible pasa por atender a los procesos y no a las individualidades, a los contextos sociales y no a los textos e imperativos doctrinales, hecho que marca un enfoque distintivo en el estudio de la radicalización. Para comprender la radicalización, mejor aprender sociología que no teología.

Es evidente que se generan emociones cuando se toma conciencia de la propia experiencia individual. En ello pueden influir algún hecho puntual, alguna situación vivida o algún actor que ayude a generar ese convencimiento. La intención de buscar a personas que piensan de la misma manera, con las que poder compartir las mismas convicciones, y reforzar un pensamiento grupal, es lo que Cass Sunstein (2009) denomina "polarización grupal". Ésta busca generar un marco cognitivo que oriente a estas personas y las legitime en su acción. Sentir el rechazo hacia sus posicionamientos por parte de su entorno social es la prueba de que se encuentran en el buen camino. Esta polarización grupal que acompaña el pensamiento extremista demuestra que la radicalización surge fundamentalmente de la aplicación de un capital social selectivo.

Por lo que supone de compromiso, de ruptura y de exposición social, la radicalización sólo puede entenderse dentro de ámbitos grupales limitados y restringidos. Pero además, ésta se estructura como un mecanismo que da un sentido renovado a las prácticas sociales y reconstruye esas identidades deterioradas. Sunstein cita a Marc Sageman (2008), que fue de los primeros autores en referirse a los lazos afectivos y de solidaridad que se generaban entre "grupos de colegas", hasta el punto de conformar una hermandad que reemplazaba a los vínculos familiares. Es el mismo patrón clásico seguido por las bandas juveniles, cuya capacidad para generar sólidas pertenencias entre jóvenes con identidades familiares y sociales debilitadas, está en la base de su capacidad de movilización.

La modernidad ha puesto al descubierto la crisis de las instituciones que nos ordenan socialmente. Las instituciones en las que vivimos ya no disponen de la legitimidad para ser mecanismos de socialización que antes sí tenían. El hecho de que vivir en sociedad suponga tener que transitar entre muchos círculos sociales, intentando mantener una cierta coherencia con respecto a las afiliaciones, adhesiones y compromisos que nos exigen todos ellos, contribuye a diluir la centralidad de las instituciones sociales a la hora de definir nuestras propias identidades personales. Pero quizá por el miedo al vacío que pudiera provocar esta disolución institucional, seguimos apelando a nuestras instituciones, confiando que su "programa institucional" (Dubet, 2006), permita que los individuos que sean socializados en ellas puedan llegar a convertirse en seres autónomos y libres. Pero, en realidad, las instituciones han perdido su dimensión mediadora entre individuos, o entre éstos y otras instituciones, ya que esa promesa de libertad y autonomía ha erosionado el principio de igualdad sobre el que se apoyaban. Si hemos de hacer caso del último informe de la OCDE (Skills Outlook 2015), se calcula que veinte millones de jóvenes que ni estudian ni trabajan –la mitad de la población entre 16 y 29 años de los países desarrollados- quedarán excluidos del mercado laboral. El mercado ya no sería capaz de integrar a aquellos que el sistema educativo tampoco ha sabido orientar formativa y profesionalmente. Es evidente que en estas condiciones, los más vulnerables a la desigualdad serán los primeros en restar su confianza en las instituciones. Y sin confianza, la socialización no es posible.

En otro sentido, también se produce una crisis en el modelo de socialización que es propuesto por las dos instituciones de referencia para los colectivos musulmanes en Europa, como son la familia y la mezquita. Ambas se muestran como garantes de la continuidad con respecto a unas referencias de origen, ya sean éstas culturales y/o religiosas, pero aún se encuentran lejos de haber cumplido con esta función. En contra de lo que se suele dar por supuesto, ni las familias ni las mezquitas actúan como instituciones voraces, en el sentido dado por Lewis A. Coser (1974), capaces de ejercer un control total y absoluto sobre las acciones de los individuos a los que sirven de referencia. Como instituciones sociales han fracasado en la defensa de un modelo de socialización capaz de adecuarse a un contexto europeo con valores morales no siempre coincidentes, e incluso contrarios. Difícilmente han podido competir con otras instituciones sociales. Acusadas de haber llevado a cabo una resistencia más pasiva que activa en relación a la integración de su colectivo, familias y mezquitas representan un modelo institucional todavía por consolidar. Su crisis es, principalmente, de legitimidad, al verse socialmente cuestionadas sobre su funcionalidad (desde el punto de vista de las sociedades europeas) y sobre su eficacia para poder establecer unas referencias sólidamente constituidas (desde el punto de vista de los colectivos musulmanes).

Así pues, el problema de los jóvenes musulmanes europeos ¿es tener que manejar una doble identidad o es verse atrapados por las profundas contradicciones que afectan a los modelos de socialización en los que han crecido? Y es que ninguno de ellos ha sido capaz de formular alguna propuesta comprensible para hacer compatibles una pertenencia europea y una pertenencia musulmana. Richard Sennett (2012) reflexiona sobre la relación de los individuos con las instituciones en donde se han socializado, partiendo del uso que hacía Émile Durkheim (1858-1917) del término anomia. Aquellas personas a las que las instituciones sitúan al margen interiorizan un sentimiento de desarraigo y de baja autoestima, según Durkheim. Pero Sennett sugiere que la desafección que genera la anomia, más allá de provocar resignación, lleva a los individuos a cuestionarse sobre su adhesión personal a tal institución y a explorar otras alternativas que les proporcionen renovados sentimientos de pertenencia. En este contexto de modelos de socialización contradictorios, el sentido clásico dado a la idea de desviación cambia sustancialmente: si las referencias se dispersan, ¿cómo no esperar que surjan individuos desorientados? Más tarde o más temprano ese vacío referencial acaba siendo ocupado por nuevos argumentos e ideas que ayudan a recomponer las identidades desubicadas.

Las subculturas urbanas pueden rellenar esta ausencia por su componente distintivo y alternativo. Pero una referencia atemporal, universal y completa como la que expresan las lecturas más literalistas del islam (aquellas que representan el modelo de un islam depurado culturalmente y descontextualizado, en palabras de Olivier Roy, y que tiene en el salafismo doctrinal su principal exponente en Europa), ofrece una variante mucho más potente porque se proyecta como si se tratara de una institución, que exige una nueva resocialización a aquellos que quieren participar en la misma. De ahí que sea más difícil de banalizar que las expresiones de una contracultura juvenil, porque formula una propuesta de orden social y moral que es mucho más consistente y legitimada. El islam convertido en institución busca su espacio, paradójicamente, en el vacío dejado por las contradicciones de otras instituciones que forman parte del islam ordinario -como la mezquita o la familia- pero que se han vuelto ineficaces en el contexto de las sociedades europeas.

Este islam que reniega de su propia historia se proyecta sin competencia como único horizonte de sentido para las poblaciones musulmanas europeas, ofreciendo una alternativa a aquellos que puedan llegar a experimentar un sentimiento de orfandad institucional. Al proponer marcar distancias con respecto a los espacios y prácticas propias de las sociedades europeas, y despreocuparse de la solidez de los vínculos o del encaje ciudadano de tales poblaciones, este islam está sugiriendo un modelo idealizado de autarquía social. A tal proyecto se le da por supuesta la capacidad autoreguladora que pueda ofrecer la referencia islámica, a la que se le otorga la confianza ciega que un navegante daría a su brújula.

Este nuevo modelo institucional, no obstante, incorpora dos serios problemas: por un lado, no tiene ningún reparo en proponer el aislamiento progresivo de las poblaciones musulmanas en Europa respecto a los contextos sociales en los que viven, queriendo transformar su singularidad en excepcionalidad (y de ahí su énfasis en la reconstrucción de un nuevo orden moral). Y por otro, no es capaz de evitar que se generen discursos y actitudes abiertamente ideológicas y nihilistas, que no se conforman con el ritualismo puritanista, promoviendo una militancia agresiva, y que tiene en Facebook su principal mecanismo de difusión y socialización.

Ambos problemas generan un efecto desestabilizador, tanto para las sociedades europeas como para los colectivos musulmanes, y requieren de diferentes respuestas tanto en el plano de la convivencia social como en el de la seguridad. Deberíamos de desactivar la radicalización como opción posible, en la vida de futuros Kouachi o Coulibaly. Es cierto que sería muy útil combatir la desafección de estos jóvenes con respecto a las instituciones, ya sean las de las sociedades europeas como las propias de los colectivos musulmanes. Pero también contribuiría de manera importante el hecho de que no se propongan quimeras alternativas e idealizadas, que tanto eco pueden tener entre personas que se sienten excluidas. Parece ser necesario, igualmente, que los modelos de socialización elaborados por todas estas instituciones sean mucho más compatibles entre sí, y capaces de generar la suficiente complicidad y confianza para que todos nosotros seamos capaces de construir unas identidades coherentes con respecto a nuestros contextos sociales.

fuente: cidob.org 

Jordi Moreras

Profesor de Antropología, Universitat Rovira i Virgili

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LA DIFUSIÓN DE LA INTIMIDAD Y LAS CONSECUENCIAS PSICOLOGICAS


La noticia de una mujer que se suicida por la difusión de un video sexual no es lamentablemente la primera situación de este estilo que hemos vivido en este país. Día si y día también tenemos noticias similares entre por ejemplo grupos de adolescentes que difunden imágenes de sus compañeras. Y menos visible es esta situación cuando no son grupos, sino personas que difunden a otros, sin llegar a hacerlo viral, o incluso lo cuelgan en internet.

No somos conscientes a menudo del significado y del valor de nuestra privacidad, como no lo somos de tener un mínimo tacto sobre los demás tampoco. Es importante una reflexión general sobre las consecuencias psicológicas que ello conlleva, y que son en ocasiones muy graves.

Una pareja de Alemania decidió ya hace casi 20 años grabarse mientras tenían sexo en casa de ella. Esto no seria noticia de no ser porque un amigo de él consiguió el video y decidió colgarlo en la red. Esta pareja, y en especial ella que se ha convertido en una gran activista por la privacidad, han tenido consecuencias en su entorno, laborales, etc. Según ella misma explica el video ha llegado a estar en más de 5000 webs de todo el mundo, y ha sido imposible de borrar. Y es que una vez se empezó a difundir, por más que uno quiera se perdió por completo el control sobre ello. A ella, que intento eliminarlo durante años, le costo problemas de depresión y de ansiedad durante su juventud, y aun ahora le afecta emocionalmente.

Debemos de ser consciente que, como en el caso de la noticia que ha terminado en suicidio, detrás de aquello que podamos estar compartiendo están personas con nombres y apellidos y con vidas que se verán afectadas por aquello que nosotros hemos hecho al violar su privacidad. Tanto daño hizo el primer responsable de la difusión del video, en este caso al parecer un acosador de la difunta, como todos aquellos que no escucharon ni tuvieron la mínima empatía cuando se les pidió no hacer difusión. A todos ellos les pudo el afán de protagonismo de ser los primeros en compartir, de tener un falso poder sobre la vida de alguien, y de caer en el voyerismo.

Para quien se ha grabado y por error o no lo ha difundido, esto supondrá la presión y el agobio de haber perdido el control sobre su privacidad y su propia imagen. Supondrá muy posiblemente tener que soportar comentarios o burlas y con ello la ansiedad que esto pueda generar. En la mayoría de los casos la persona intentará llevarlo como pueda, pero en otros muchos podrá llegar a requerir de intervenciones profesionales para poder gestionar y salir adelante.

Como norma general no hemos de permitir que nos graven ni tampoco difundir ni comentar o valorar imágenes de terceros que sean denigrantes, sexuales, ofensivas, etc. Hemos de pensar en el daño que psicológicamente detrás de todo eso se está creando y que como en el caso de la mujer que se suicidó, no tendrán fin porque no habrá manera de detenerlo.

En un momento determinado la persona se puede dejar llevar por lo que para ella es una situación limite y decidir que lo mejor que puede hacer es terminar con todo como en este caso, ello podría ser debido a que la angustia y la ansiedad por las consecuencias que el hecho podría tener a posteriori, y una huida ante el miedo o incluso terror generado, sin ser capaz antes de pedir ayuda. A los responsables del hecho, más allá del primero que envió el video, también les tocara ahora afrontar el sentimiento de culpa y responsabilidad por las consecuencias de unos actos que fueron posiblemente tan instintivos como irreflexivos, y que requerirán también de un trabajo emocional para su superación. Y por ultimo la sociedad en su conjunto que quizás ahora sea consciente de que actos que creíamos una mera broma, pueden causar tan graves daños en otros.

El uso y riesgos de Internet entre los niños y niñas más vulnerables, según UNICEF

"8 años es la edad a la que los niños de entre 9 y 10 años accedieron a su primer Smartphone.
El 44% de los niños y niñas ha mostrado en las redes una edad que no es la suya.
El 32% de los niños y niñas de entre 11 y 16 años ha recibido algún mensaje de tipo sexual en el último año.
El 25% de los niños y niñas ha conocido en persona a alguien que había conocido previamente en internet. En la gran mayoría de estos casos no han sentido ningún peligro o riesgo.
El 52% de los niños y niñas de entre 9 y 16 años ha visto imágenes sexuales online y offline.

El acoso sexual en internet afecta en una proporción mayor a las niñas. El 42,6% de las chicas afirmaba haber sido víctima de algún tipo de violencia o acoso sexual online, frente a un 35,9% de los chicos.

Uno de cada 5 niños y uno de cada 7 niñas está implicado en episodios de ciberbullying.

Internet se ha convertido en la principal herramienta en la difusión del discurso del odio: el 42% de estos delitos se desarrollaron a través de esta vía, el 21,1% a través de telefonía u otras telecomunicaciones y el 15,6% a través de redes sociales"

Estos son algunos de los impactantes datos que se recogen en el nuevo informe publicado por UNICEF Comité Español, y elaborado por EU Kids Online España-Universidad Pública del País Vasco (UPV-EHU), bajo el título "Los niños y niñas de la brecha digital en España".

Bajo la perspectiva de los Derechos del niño, y teniendo en cuenta la realidad del mundo digital en España, el documento analiza las oportunidades y riesgos de Internet, y profundiza en los colectivos más vulnerables en nuestro país.

Tal y como señala el informe, vivimos en una era digital, en la que acceso a internet ha revolucionado tanto la vida de los niños y las niñas, que hoy en día la red "ha de ser vista también como una herramienta para impulsar sus derechos". En el caso de la infancia más vulnerable, Internet puede jugar un papel fundamental para que los menores puedan desarrollar todo su potencial, mejorar su integración e incluso buscar referentes y ayuda.

Sin embargo, en España estas oportunidades están aún lejos de ser disfrutadas por toda la infancia de manera equitativa: a pesar de la mejora en el acceso global a Internet, hay muchos niños y adolescentes que no acceden o que lo hacen de forma muy limitada. A este respecto, los autores recuerdan que, en un mundo donde prácticamente todo es digital, estar fuera de las TIC podría considerarse otra forma de exclusión.

A tenor de lo anterior, recuerdan que para transformar las oportunidades en beneficios reales para el aprendizaje, la participación, la socialización y la inclusión social, es trascendental comprender el contexto de las diferentes experiencias digitales, de cara a ofrecer el apoyo adecuado.

No obstante, es esencial tener en cuenta los riesgos de navegar por Internet: la evidencia muestra que cuanto más frecuente es el acceso, mayores son los riesgos, incrementando las posibilidades de sufrir ciberbullying, acoso, sexting, suplantación de identidad, acceso a contenidos inadecuados, incluso explotación o trata, etc.. Empero, la evidencia ha demostrado también que cuanto más conocen estos riesgos, mejor son capaces los niños de enfrentarse a ellos.

En esta línea, el informe recuerda que las escuelas y las familias, como modelos de actuación, son importantes agentes para fomentar la responsabilidad de los menores, enseñándoles la potencialidad de Internet y, a su vez, ayudándoles a ser capaces de desenvolverse entre los inevitables riesgos a los que abre la puerta.

Por otro lado, el documento aborda desde una amplia perspectiva cómo Internet ha influido y cambiado la vida de los niños y niñas más vulnerables (esto es, los más señalados o quienes pertenecen a colectivos tradicionalmente victimizados), visibilizando a los "menores de la brecha digital en España" con su voz y testimonios. Algunos de los datos obtenidos a este respecto son los siguientes:
Infancia en el Sistema de Protección
Aproximadamente 13.000 niños y niñas viven en régimen residencial de las administraciones públicas en nuestro país. Según el informe, estos menores no han recibido por parte de su familia la mediación necesaria para que su actividad online resulte segura. Esto, "y su especial vulnerabilidad de partida, los hace más propensos a sufrir riesgos en Internet".
Si bien tienen móvil que les facilita la integración y la relación con amigos y compañeros, así como el contacto fluido con sus familiares –por ej., videoconferencia-, estos niños requieren especial atención en el uso adecuado de redes sociales, ya que son más susceptibles de sufrir experiencias negativas en la Red.
Infancia en la comunidad gitana
Aunque es habitual tener móvil, no lo es tanto contar con un ordenador o acceso a Internet garantizado, lo que supone para estos niños y niñas una falta de competencias tecnológicas con consecuencias para su integración, educación y acceso al ámbito laboral. Pese a que las familias les alertan de los riesgos, lo hacen sin directrices claras, conllevando más un alejamiento de la red que la capacitación necesaria para superar riesgos que puedan encontrarse. Asimismo, ante la falta de mediación y la carencia de límites, se da un uso excesivo y descontrolado del móvil.
Los niños y niñas gitanas son muy vulnerables ante los discursos del odio en internet, relativamente frecuentes en relación con su comunidad.
Infancia de origen migrante
El uso que este colectivo hace de las TIC es similar al que hace el resto de niños: "la mayoría utilizan sus smartphones para conectarse a Internet, utilizan Instagram, Youtube, Musical.ly y WhatsApp, y ordenadores para tareas escolares". Para muchos niños y niñas migrantes, el acceso al ordenador se da tanto en el aula como en los centros de apoyo a los que pueden acudir. Según los autores, este hecho repercute de forma importante en el desarrollo de habilidades digitales, que no siempre explotan el uso de las posibilidades que les ofrece internet: "se comunican mucho y a un nivel muy alto, pero tienen dificultades para buscar, jerarquizar, filtrar o crear contenidos".
Pese a ser conscientes de algunos de los riesgos de la Red, a veces, hacen un uso excesivo de la misma. No obstante, Internet supone una herramienta para apoyar su integración y mantenerse cercanos a su origen y cultura, mitigar el desarraigo y cultivar su sentimiento de pertenencia a sus entornos de origen.
Tal y como señala el informe, los niños migrantes son particularmente vulnerables ante la facilidad con la que pueden ser blanco del discurso del odio, un hecho que les preocupa y les sitúa en condición de vulnerabilidad añadida.
Infancia LGTBI
La infancia LGTBI encuentra en el mundo online un espacio esencial de socialización de jóvenes y adolescentes LGTBI, donde encontrar iguales y referentes positivos sobre diversidad.
Estos niños y jóvenes son especialmente sensibles al discurso del odio y al ciberbullyng por su orientación y/o identidad de género, siendo el medio por el que gran parte de ellos afirma sufrir discriminación y acoso por parte de sus compañeros, por ej., a través de comentarios LGTBIfóbicos recibidos en su móvil o en redes.
Infancia con discapacidad
En la actualidad, las TIC desempeñan un rol fundamental como instrumentos pedagógicos para que niños y niñas con discapacidad "se incorporen, desde su diversidad, al currículum educativo, conecten con otros jóvenes, participen y creen comunidad".
No obstante, el informe advierte de que la falta de acceso y de dispositivos adecuados que contemplen su realidad y se conciban desde el principio de diseño universal, provoca que no siempre exploten todas las oportunidades que le ofrecen las TIC. Asimismo, estos niños suelen estar entre las personas "con alguna característica que les diferencia del resto" y, por tanto, son particularmente sensibles a los delitos del odio y al ciberacoso.
El documento finaliza con una serie de conclusiones y recomendaciones generales, así como recomendaciones más específicas -fruto de los resultados de la consulta infantil-, dirigidas a niños, niñas y adolescentes, al ámbito familiar, al ámbito educativo y al político.

El informe puede descargarse directamente desde la página Web de UNICEF, o bien directamente a través del siguiente enlace:

Los niños y niñas de la brecha digital en España

fuente: infocop

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Prevención del acoso escolar desde la familia, nuevo manual

La Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres del Alumnado (CEAPA) ha publicado un pequeño manual dirigido a las familias, a través del cual aborda el grave problema del acoso escolar, conceptualizándolo y ofreciendo una serie de recomendaciones para ayudar a prevenirlo, enseñando a los niños a ser asertivos en defensa de sus ideas frente a la acción de un igual, a hacer frente a cualquier signo de intimidación o acoso en su estado inicial, o a informar cuando se está dando una situación de acoso, tanto a ellos mismos como a otros compañeros, entre otras cosas.

El documento puede descargarse desde la página Web de CEAPA, o bien directamente a través del siguiente enlace:

Acoso escolar

fuente: infocop

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El papel de las organizaciones en la lucha contra el acoso sexual laboral

A finales del pasado año 2017, el aluvión de acusaciones y denuncias por acoso sexual dentro del cine, los medios, la política y otras industrias, ha supuesto la aparición de un creciente interés por cambiar las culturas laborales que han "permitido" este tipo de acoso, surgiendo una serie de movimientos y campañas orientados a luchar contra el mismo.

A este respecto, la Sociedad para la Psicología Industrial y Organizacional (SIOP-Society for Industrial and Organizational Psychology) ha publicado un artículo en su página Web, a través del cual pone de relieve el importante papel que juegan las empresas y los líderes en el abordaje y prevención del acoso sexual en el trabajo, así como el rol esencial de los psicólogos en este ámbito.

Según manifiesta la SIOP, si bien existen cifras alarmantes sobre la incidencia del acoso sexual en Estados Unidos -tales como los datos de una encuesta de la Universidad Quinnipiac que advierte de que un 60% de las mujeres estadounidenses lo han sufrido, la mayor parte de ellas en su lugar de trabajo-, es difícil determinar la prevalencia real de este tipo de acoso, ya sea por desconocimiento de las víctimas o por falta de voluntad para denunciarlo.

En esta misma línea, las estadísticas de la Comisión de Igualdad de Oportunidades de Empleo (EEOC) revelan que las denuncias formales de acoso sexual (6.700 en 2016) representarían aproximadamente tan sólo una cuarta parte de todas las situaciones reales.

A este respecto, existen varias razones que dificultarían las denuncias de acoso por parte de las víctimas que lo sufren, como el perjuicio psicológico que supone realizar la denuncia y rememorar de nuevo el episodio, el miedo a no ser creídas, la preocupación ante posibles represalias y/o la pérdida del puesto laboral, la inseguridad ante los resultados de emprender acciones legales, las conductas de pasividad, evitación o negación por parte del entorno, etc.

Atendiendo a las diversas implicaciones psicológicas y económicas, a menudo graves, para las víctimas, la SIOP hace hincapié en el papel fundamental de las organizaciones con respecto al abordaje y prevención del acoso sexual.

En este sentido, afirma, "empresas y organizaciones deben apoyar a los empleados que denuncian una situación de esta índole", mostrando empatía y sensibilidad hacia las víctimas, y, sobre todo, desculpabilizándolas. Considerando que, en ocasiones, las personas no informan porque no quieren ser victimizadas por el sistema, recomienda ofrecer una amplia variedad de opciones. Asimismo, es esencial ofrecer apoyo formal, como facilitar el acceso a recursos médicos o legales.

La evidencia indica que quien comete el acoso suele estar en cierta posición de poder sobre el empleado acosado. Por ello, un paso prioritario es que las organizaciones garanticen la responsabilidad de los perpetradores, independientemente del puesto que ocupen; de lo contrario, las políticas de prevención vigentes en la empresa son vacuas para los empleados que han presenciado o experimentado tales conductas.

Los psicólogos del trabajo y las organizaciones recomiendan actuar sobre el clima y la cultura organizacional, principalmente, en aquellos contextos en los que se han "tolerado" estas situaciones. Es trascendental conocer qué opina el personal sobre las consecuencias de denunciar un acoso sexual. Si la opinión mayoritaria es que la probabilidad de que la empresa tome medidas es baja, existe un "grave problema de clima laboral en la empresa": los empleados que trabajan en una organización pueden presentar un alto nivel de tolerancia para estas situaciones, considerando que el riesgo de informar es elevado, mientras que la probabilidad de que la empresa actúe en consecuencia es muy baja, percibiendo una falta de apoyo de la cultura organizacional.

La SIOP define una cultura organizacional saludable como aquella en la que sus líderes son claros en cuanto a sus expectativas sobre qué conductas son apropiadas en el lugar de trabajo, estableciendo las condiciones que fomentan el comportamiento positivo y eliminan, a su vez, las diferentes formas de maltrato. Teniendo esto en cuenta, recuerda que la prevención requiere un enfoque comunitario, donde el personal de todos los niveles de la organización comprenda su contribución a una cultura positiva, y todo lo que pueden hacer para intervenir cuando detecten situaciones que pueden ser perjudiciales.

Otro paso igual de importante es el desarrollo de políticas de empresa en materia de acoso sexual. Tal y como señala una investigación presentada en la Conferencia Anual de la SIOP bajo el título "Cómo influyen las políticas de la organización en la probabilidad de que un espectador denuncie un acoso sexual severo y moderado en el trabajo" (How Organizational Policies Influence Bystander Likelihood of Reporting Moderate and Severe Sexual Harassment at Work), las políticas de tolerancia cero en una organización incrementan la probabilidad de que los espectadores denuncien estas graves conductas, disminuyendo drásticamente la incidencia del acoso sexual en las organizaciones.

Finalmente, el artículo subraya la necesidad de que las organizaciones garanticen la formación del personal en esta área, enseñándoles las habilidades necesarias para fomentar ambientes de trabajo positivos y presentándoles las múltiples opciones disponibles para intervenir frente a conductas negativas.

Alertando de los enormes costes potenciales que supondría para las organizaciones el hecho de no tomar medidas en materia de acoso sexual laboral, la SIOP recoge, a modo de resumen, las acciones que se pueden emprender en aras de prevenirlo, detectarlo y erradicarlo, y en las cuales los psicólogos del trabajo y las organizaciones desempeñan un rol fundamental:

  • Mostrar apoyo: las organizaciones y los líderes deben apoyar a las víctimas, y reconocer las dificultades psicológicas y económicas, a menudo angustiosas, inherentes a la presentación una denuncia. Dé voz a las víctimas en este proceso.
  • Seguimiento: los líderes deben ser claros con las expectativas de la organización. Ante una denuncia de acoso, se debe garantizar la plena responsabilidad de los perpetradores. Es menos probable que los empleados denuncien esta situación si sienten que no se tomarán medidas para solucionarla.
  • Revisar la cultura: ¿Qué consecuencias conlleva informar acerca de estas situaciones, en opinión del personal de la organización? Los empleados deben sentir que un paso de esta índole, generará acción y no conllevará consecuencias negativas para la víctima. Asimismo, deben sentir que pueden hablar libremente, sin represalias, cuando hayan sido espectadores de acoso en otros compañeros.
  • Desarrollar una política: ¿Cuenta con una política de acoso sexual? Las buenas políticas atraen a todos los empleados y fomentan una cultura de tolerancia cera al acoso.
  • Ofrecer una variedad de experiencias de formación: ayude a empoderar a sus empleados e impulse una cultura positiva, brindándoles varias formas de hacer frente a las conductas negativas y prevenir su aparición.
  • Fomente la diversidad: las organizaciones que no promueven la diversidad de género pueden ser más propensas a sufrir acoso sexual. La diversidad en el liderazgo también es importante.
  • Proporcionar formación útil: las organizaciones y los líderes de Recursos Humanos no deberían simplemente ver esta formación como una forma de protegerse legalmente. Debería ser una oportunidad significativa para que los empleados aprendan la política, la apliquen en su ámbito laboral y aprendan cuál es su rol único en la contribución a un clima positivo. El seguimiento es eficaz para garantizar que los empleados estén aplicando de forma eficaz la formación recibida.

Fuente: SIOP

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Guía de actuación frente al acoso y ciberacoso para padres y madres

La mejor manera de reducir la violencia escolar es evitar su desarrollo desde los primeros síntomas. Este es uno de los mensajes que Save The Children pretende difundir a través de su nueva guía de actuación frente al acoso y ciberacoso, titulada "Yo a eso no juego".

Tal y como aparece recogido en el texto, el acoso escolar y el ciberacoso constituyen un serio problema en las aulas españolas, con graves consecuencias para el desarrollo y bienestar del menor que lo sufre. A pesar de la incidencia y de la trascendencia de este problema, los niños que sufren acoso escolar rara vez son detectados a tiempo por parte de los adultos y, en contadas ocasiones, se ponen en marcha protocolos para proteger a las víctimas y atajar el problema en el centro escolar.

Por este motivo, y con el objetivo de dotar a los padres y madres de herramientas para aprender a prevenir, identificar y actuar en los casos de acoso escolar y ciberacoso, Save the Children ha puesto a disposición del público general la presente guía, así como un curso online sobre pautas de actuación frente al acoso escolar dirigido a padres y madres.

En la guía se definen los términos y conceptos asociados al acoso y ciberacoso, se proporcionan pautas para identificar a los niños que puedan ser objeto de estas formas de violencia, y se facilitan las acciones a implementar en caso de que el niño sea víctima, agresor o espectador de estas situaciones de violencia. Asimismo, la guía proporciona información sobre los peligros de no abordar este problema y ofrece recomendaciones específicas tanto para la prevención del acoso y ciberacoso, como para facilitar una intervención inmediata.

Según los autores de la guía, el papel de los padres y madres resulta esencial para conseguir prevenir y erradicar el acoso y ciberacoso. Si bien es un requisito necesario el estar correctamente informados acerca de las dimensiones y alcance de este problema y de los pasos que se pueden poner en marcha una vez identificado a un menor en riesgo, los padres juegan un papel insustituible para corregir a tiempo los modelos de conducta basados en la violencia como mecanismo de resolución de conflictos. De acuerdo con el documento, y teniendo en cuenta que las conductas agresivas para resolver conflictos son aprendidas desde edades muy tempranas, los padres pueden contribuir a la erradicación de estos modos de conducta enseñando al niño conductas positivas alternativas basadas en el diálogo, la negociación, el respeto y la tolerancia.

En relación con la detección temprana de los niños en situación de acoso o ciberacoso, los padres también tienen un rol importante, actuando como observadores de los síntomas que pueda presentar el menor y que constituyen una advertencia de peligro, tales como la negativa o rechazo a ir al colegio (o a alguna actividad extraescolar), la apatía o tristeza, los cambios constantes de humor, la irritabilidad o nerviosismo, el miedo o la desconfianza, la pérdida de amistades, la pérdida de interés en aficiones habituales, la disminución o el exceso de apetito, las dificultades para dormir, la presencia de marcas de golpes o moratones que no sabe cómo explicar, las dificultades de concentración, las quejas físicas de dolor (sobre todo si aparecen el domingo por la noche o a la vuelta de las vacaciones), la rotura o pérdida de objetos personales, incluidos los cuadernos de clase, etc. En estos casos, la guía ofrece pautas específicas para poder establecer un clima de confianza y distendido que facilite que el menor cuente lo que le está ocurriendo. Asimismo, también ofrece herramientas en caso de que los padres sospechen que su hijo actúa como acosador o es testigo de la violencia ejercida contra otro compañero.

Tal y como se menciona en el texto: "al acoso hay que llamarlo por su nombre. Es violencia. Y para acabar con ella es esencial que la sociedad en su conjunto entienda que la violencia entre niños y niñas es intolerable".

De esta manera, el recurso presentado por Save the Children se complementa al estudio publicado por esta asociación el año pasado, que ya se mencionó en Infocop (Yo a eso no juego, informe sobre bullying y ciberbullying). Dicho estudio, realizado con una muestra de 21.000 estudiantes españoles de entre 12 y 16 años, puso de manifiesto que las conductas de acoso y ciberacoso son muy frecuentes entre los menores. En concreto, uno de cada nueve estudiantes consideró que había sufrido bullying en los últimos dos meses y uno de cada 7 reconoció haber sido víctima de ciberacoso. Tal como establece Save the Children "una de las claves del éxito de la lucha contra el acoso y el ciberacoso es la implicación de todos los agentes del ámbito educativo, el entorno familiar y los propios menores afectados"

Las personas interesadas pueden acceder al recurso a través del siguiente enlace:
Guía de actuación frente al acoso y ciberacoso para padres y madres

fuente: infocop

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Publicada una nueva guía sobre la violencia de género


"La violencia de género es la violación de los Derechos Humanos más generalizada del mundo". Así lo afirma Eulen Sociosanitarios (compañía perteneciente al Grupo Eulen), en una guía publicada recientemente sobre violencia de género, realizada por especialistas en la materia de esta misma compañía.

El documento conceptualiza la violencia de género, explicando en qué consiste, el ciclo que sigue y sus diferentes manifestaciones, y recogiendo las claves importantes sobre el maltrato y las partes implicadas en el mismo, así como los diferentes mitos existentes en la actualidad en torno a la violencia de género.

Asimismo, dado que las víctimas no tienen un perfil homogéneo que permita la detección de este grave problema, la guía incluye una serie de signos visibles y actitudes en su comportamiento característicos, que pueden ayudar a identificar si una mujer está sufriendo violencia de género, y adjunta una serie de recomendaciones orientadas a ayudar a la víctima.

Esta publicación se enmarca dentro de un acuerdo de sensibilización en la iniciativa "Empresas por una sociedad libre de violencia de género", firmado por la compañía con el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad.

Tal y como señalan los autores, "dar pautas de cómo actuar, ayuda a las personas a no mirar hacia el otro lado y a prestar apoyo a quien pueda necesitarlo".

Fuente: GRUPO EULEN

La guía se encuentra disponible a través del siguiente enlace:
Guía sobre la violencia de género

fuente: infocop

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Bullying, cyberbullying y dating violence, recomendaciones para su prevención

Bullying, cyberbullying y dating violence: datos y recomendaciones para su prevención y abordaje

Un alto porcentaje de chicos y chicas están implicados en dinámicas perversas en las que asumen la agresión y la victimización como conductas normalizadas en las relaciones que mantienen con sus compañeros y compañeras.

Esta es una de las preocupantes conclusiones con las que alerta el informe titulado Bullying, cyberbullying y dating violence: estudio de la gestión de la vida social en estudiantes de Primaria y Secundaria de Andalucía, un documento desarrollado dentro del proyecto de investigación PRY040/16 (Estudio de la competencia para la gestión de la vida social y su estabilidad en estudiantes de primaria y secundaria de Andalucía), financiado por la Fundación Centro de Estudios Andaluces.

Basándose en la revisión de la literatura científica, el estudio del que surge el informe aborda los siguientes objetivos: describir las competencias de los escolares andaluces para gestionar su vida social y explorar su nivel de implicación en problemas que perturban la calidad de las relaciones entre iguales (bullying, cyberbullying y dating violence).



Para tal fin, se ha contado con una muestra representativa de la población andaluza, compuesta por alumnos y alumnas que cursan el último ciclo de la Educación Primaria y la etapa de Educación Secundaria Obligatoria.

Tal y como indica el documento, atender el desarrollo de la competencia social dentro del ámbito educativo es tarea prioritaria para la mejora de las relaciones sociales que confluyen en su seno. Para que una intervención sea efectiva, señala la importancia de identificar previamente qué se entiende por competencia social y por qué es importante dentro de la escuela.

A este respecto, el estudio revela que los escolares andaluces se perciben competentes socialmente. La dimensión que presenta puntuaciones más altas en ambas etapas es el ajuste normativo, lo que indica que los chicos y chicas tanto de Primaria como de Secundaria, ponen en práctica comportamientos basados en el respeto y la consideración hacia sus compañeros y compañeras. Esta tendencia se observa de forma más evidente en la etapa de Primaria.

Las chicas son las que muestran las medias más elevadas en todas las dimensiones de la competencia social en Primaria; sin embargo, son los chicos los que se perciben más competentes socialmente al inicio de la Secundaria. Estas diferencias de sexo se ven reducidas en los últimos cursos de la Secundaria, si bien ellas son más prosociales y ajustadas a las normas.

En lo que se refiere al bullying, los autores lo califican como uno de los problemas que más preocupación genera en la sociedad, dadas las consecuencias negativas que conlleva y que pueden ser aun "más graves que las que aparecen ante el sufrimiento de otros tipos de abuso, como el maltrato infantil por parte de la familia y de entre las cuales no se excluye la ideación de ideas suicidas e incluso el suicidio mismo".

Según los datos obtenidos, el bullying es un fenómeno típicamente de la escolaridad Primaria. En los resultados destaca la figura –rol- del agresor victimizado, cuya presencia es verdaderamente significativa en los escolares andaluces de Primaria y Secundaria, lo cual indica, a razón del estudio, que "un porcentaje importante de chicos y chicas están implicados en dinámicas perversas en las que asumen la agresión y la victimización como comportamientos normalizados" en las relaciones que mantienen con sus compañeros y compañeras.

Hay cierta estabilidad prolongada en el rol de agresor, un hecho que, a juicio de los autores, no es una buena señal porque, "teóricamente, los chicos y chicas a medida que crecen tienen un mejor criterio moral y, sin embargo, la implicación en agresión se mantiene con la edad e incluso aumenta". Este resultado es muy impactante, principalmente al compararlo con el rol de víctima, que sí desciende en la Secundaria.

Los autores consideran fundamental destacar que en los últimos cursos de la ESO se registra un descenso considerable en el porcentaje de víctimas al final del curso, un resultado que podría deberse "a factores psicoevolutivos que sitúan la edad de 15 años como un punto de inflexión en el comportamiento de los adolescentes".

En el análisis sobre las formas de manifestación, la más utilizada es la de carácter verbal, aunque en Primaria también están muy presentes las formas físicas de violencia. Los niños están más implicados en todas las formas de manifestación de agresión y victimización en la etapa de Primaria. En Secundaria se repite este patrón, si bien las niñas destacan en las formas de agresión relacional, en la difusión de rumores y en los insultos a terceras personas que no están presentes.

Con respecto al acoso cibernético o cyberbullying, el documento lo define como una forma indirecta del acoso tradicional que comparte las características de la intimidación (acto agresivo, intencional y repetido en el tiempo por uno o más agresores), pero que presenta características propias, tales como el anonimato, la publicidad del mismo y la dificultad para desconectarse del entorno cibernético.

Las formas de manifestación más comunes de cyberbullying que se perfilan en el estudio son las agresiones verbales, destacando también la exclusión del grupo en ambas etapas educativas. En Primaria, los niños están más implicados que las niñas en todas las formas de ciberagresión y cibervictimización, al igual que en Secundaria, si bien en esta etapa ellas destacan en la agresión a través de insultos a terceras personas y en cibervictimización a través de formas directas e indirectas.

Por otro lado, al preguntar sobre las relaciones de pareja, tanto chicos como chicas afirman tener un interés creciente en este nuevo tipo de relación. En Secundaria, los chicos y chicas con pareja actual la califican generalmente "de rollito o de relación seria", siendo muy pocos los que hablan de relaciones formales. Dado el carácter incipiente de estas relaciones y la inexperiencia de quienes las constituyen, el estudio advierte del alto riesgo en muchas de verse implicadas en fenómenos de violencia.

A este respecto, los autores alertan: chicos y chicas están envueltos en fenómenos de agresión y victimización física de forma muy parecida, con una implicación que, "aun siendo sobre todo ocasional y con comportamientos moderados como empujones o agarrones", no deja de ser alarmante. Esta implicación en violencia física se mantiene estable al inicio y al final del curso, lo que podría indicar "que las dinámicas de relación aprendidas se estabilizan, pudiendo normalizarse este tipo de comportamiento violento como parte de la relación".

Teniendo en cuenta todo lo anterior, y dada la relevancia del contexto educativo, de las relaciones interpersonales que se gestan en el mismo, así como su influencia en el desarrollo de la competencia social del alumnado, los autores consideran de interés establecer una serie de orientaciones que guíen el desarrollo de dicha competencia desde la práctica educativa.

Para ello se exponen cuatro líneas estratégicas: desde el currículo ordinario; desde la acción tutorial; desde la mediación o la ayuda entre iguales; y, por último, desde la colaboración familiar.

En sus recomendaciones, abordan los aspectos preventivos y paliativos del acoso escolar. Desde el enfoque preventivo defienden la necesidad de desarrollar modelos basados en la gestión democrática de la convivencia, recordando que la clave para abordar de manera eficiente los problemas de acoso escolar no reside únicamente en proporcionar seguridad al alumnado, sino también en la "obligada atención educativa que requiere desarrollar un buen clima de convivencia".

Asimismo, ofrecen una serie de estrategias de intervención orientadas a "desarticular la dinámica bullying", que tienen como objetivo descubrir la estructura social del grupo donde se desarrollan las conductas violentas y modificar las relaciones sociales de sus miembros. También aconsejan la implementación de estrategias que promuevan la asertividad en las víctimas, trabajando las habilidades sociales a través de situaciones en las que se pone en práctica la toma de decisiones de la víctima, y el desarrollo en los agresores de su empatía y sensibilidad emocional y afectiva. En este punto, el documento subraya la relevancia de incluir actuaciones encaminadas a trabajar con los espectadores, quienes "con sus actuaciones ayudan a extinguir las conductas de acoso o a prolongarlas en el tiempo".

La misma atención educativa es requerida para las relaciones a través de Internet. En esta línea, se recomienda potenciar y sensibilizar a la comunidad educativa —alumnado, profesorado y familias— en un uso seguro, positivo y beneficioso de Internet y las redes sociales para prevenir el
cyberbullying.

Por último, el informe finaliza señalando la trascendencia de la prevención del dating violence a través de la competencia social.

El documento puede descargarse desde la página Web del centro de estudios andaluces, o bien a través del siguiente enlace:

Bullying, ciberbullying y dating violence

fuente: infocop

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5 signos de manipulación psicológica de los que debes estar alerta


5 signos de manipulación psicológica de los que debes estar alerta.
por Tay Cuéllar

Los manipuladores psicológicos pueden ser difíciles de identificar. Si creciste siendo manipulado, entonces estás acostumbrado a ello, lo que hace más difícil reconocerlo como un mal comportamiento. Pero incluso si eres nuevo en la manipulación, puede ser difícil de descifrar porque los manipuladores mismos son difíciles. Ellos tapan su mal comportamiento con palabras que son agradables o razonables, o inteligentemente emplean la culpa o la simpatía. Este tipo de manipulación psicológica te hace descartar tus instintos porque, o bien las formas de estas personas te confunden, o peor, porque crees que es tu culpa, o que todo está en tu cabeza.

5 signos de manipulación psicológica de los que debes estar alerta

5 signos de manipulación psicológica. Para ayudarte a detectar mejor si te sucede:


1. Les gusta manejar la culpa

Los manipuladores psicológicos, son sobresalientes en jugar a la víctima. Siempre tienen una nueva dosis de culpa lista para sacarla. Estas personas dirán casi cualquier cosa para conseguir las cosas a su manera – especialmente si ven a un individuo sensible y que se preocupa. Ejemplo: "Tienes razón, no necesitamos un coche nuevo. Yo no merezco cosas nuevas de todos modos, porque soy una persona horrible". Entonces esperan a que caigas y cambies de opinión.

No compres su juego y recuérdale que es adulto y debe saber manejar sus decisiones. No dejes que te intimiden a sentir lástima por ellos.

2. Sarcasmo
Si bien puede parecer un humor inocente (o desagradable), el sarcasmo es, para el manipulador psicológico, una manera inteligente de hacerte sentir inferior. No es un insulto directo, pero es insultante igual. Intentarán hacerte sentir inseguro bajo el disfraz de humor alegre. Se burlan de tu estilo de ropa, tus defectos (como ellos lo perciben), y todo lo demás que puede terminar en una naturaleza de broma. Ejemplo: "¡Buen trabajo de estacionamiento allá afuera, Buddy!", o "¡que amable de tu parte de honrarnos con tu presencia!"

Si esto te molesta, deja que el manipulador sepa que sus comentarios te hacen sentir incómodo. Si continúan faltándote el respeto, ignora sus comentarios de la mejor manera posible o pierde el contacto con ellos.

3. Berrinchudo


Este tipo de manipulador elevará su voz para exigir toda la atención en ellos. Utilizarán especialmente esta técnica si la otra persona permanece tranquila. Ellos quieren una reacción y tanto niños como adultos exhiben este comportamiento. Cuando están de mal humor, todo el mundo lo sabe, y el manipulador es lo suficientemente experto para que todos lo sientan, también, hasta el punto en que otros se sienten obligados a arreglar el mal humor y atender a las demandas del manipulador.

Por encima de todo, mantén la calma. Si te emparejas a sus demandas, han ganado su juego manipulativo. No le des lo que quiere. Si no puedes mantener la calma, simplemente vete.

4. Expertos en todo
Esto ayuda al manipulador a emanar un sentido de superioridad intelectual. Muy a menudo pretenden ser un experto en casi todos los campos. Si mencionas que casi has sido mordido por una serpiente, van a sondear hechos, a menudo con la frase, "la mayoría de la gente no sabe esto, pero …" Ellos procederán a decirte todo acerca de las serpientes. Si cambias el tema a otra cosa, por ejemplo, comprar una casa, también saben todo lo que hay que saber sobre ese tema. Ellos quieren sentirse importante por lo que buscarán cualquier oportunidad de hacer que la luz de la conversación brille sobre ellos.

Utiliza tu mejor juicio aquí. Esta gente acapara la conversación, así que vete con cuidado. A veces lo mejor que puedes hacer, es cortésmente levantarte y salir de la habitación.

5. Comparten demasiado


Mientras que a veces sus motivos son puros, debido a la incomodidad social o una auténtica necesidad de alguien con quien hablar, ten cuidado con los que comparten demasiado. Esta persona se salta algunos pasos de lo que se reconoce como protocolo social normal. Ellos hacen esto para hacerte sentir especial: te han elegido para entrar en las partes más preciosas y vulnerables de su vida. Pero ten cuidado: pueden estar tratando de presionarte en hacer lo mismo que ellos, también.

Esta persona quiere hacer que te sientas como si fueras su nueva mejor amiga o amigo, pero realmente tiene poco que ver contigo y tus necesidades. Su intención es no sólo hacer que sientas lástima por ellos, pero hacerte sentir también, que eres responsable de sus sentimientos. Cuantas más personas puedan llegar a sentir pena por ellos, mejor.

No juegues su juego. Esto significa abstenerse de decir cosas como "oh, esto debe ser difícil para ti". Si tienes que decir algo, simplemente di "ok". Luego, ignóralos o aléjate.

fuente:lavidalucida.com

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El porcentaje de acoso escolar en los niños con TEA cuadruplica al de la población general

"Casi la mitad de los niños con Trastorno del Espectro del Autismo (TEA) sufre acoso escolar, una proporción cuatro veces mayor que en la población general".

Así lo advierte la Confederación estatal Autismo España, en una nota de prensa emitida el pasado mes de octubre, donde alerta de este grave problema que puede afectar de forma importante a este colectivo, debido a su "vulnerabilidad en el ámbito social y comunicativo".

Precisamente, indica, dadas las dificultades de muchos niños y niñas con autismo para expresar y transmitir lo que les sucede en clase, el porcentaje podría ser en realidad aún mayor.

Según manifiesta en la nota de prensa, el aislamiento, las burlas y las humillaciones, puede producir en los alumnos y alumnas con TEA un gran sufrimiento y ansiedad, además de los otros problemas similares a los que puede experimentar el resto del alumnado que padece una situación de esta índole (dificultades en el rendimiento escolar, en el desarrollo social y en la inclusión educativa).

Ante esto, Autismo España lamenta que en el contexto escolar actual no se tomen en consideración las dificultades específicas que experimenta el alumnado con TEA en el manejo del contexto social y en las demandas que éste presenta, subrayando la insuficiencia de apoyos y adaptaciones para hacer que éste sea más accesible y facilite su inclusión social.

Para evitar esta coyuntura, la Confederación destaca la trascendencia de emprender medidas de prevención, concienciación y respuesta:

El trabajo de prevención es una de las prioridades que se debe reflejar en el proyecto educativo de un centro. En esta línea, la comunidad educativa debe ser capaz de crear las condiciones necesarias para fomentar la inclusión de todo el alumnado.

La implicación y concienciación de los demás compañeros y compañeras es también fundamental en la prevención y actuación ante casos de acoso y exclusión. Los datos indican que más de la mitad de los episodios de bullying finalizan cuando interviene el grupo de iguales.

Las familias deben facilitar oportunidades y estrategias que promuevan la comunicación con sus hijos sobre su día a día en el colegio, dado que ellos pueden ser los primeros en percibir que a su hijo le sucede algo. Igualmente, deben potenciar la comunicación con los profesores, tutores y psicólogos del colegio.


La nota de prensa completa se encuentra disponible a través del siguiente enlace:
http://www.autismo.org.es/sites/default/files/noticia/adjuntos/2016.10.14_ndp_no_al_acoso_escolar_en_los_chicos_con_tea.pdf


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