Preparar un examen requiere de tiempo, planificación y esfuerzo mental. De nada sirve pasar frente a los textos muchas horas pensando en otra cosa, o concentrarse menos tiempo del necesario. Lo primero es organizar el material de estudio y disponer de un lugar, tranquilo destinado a esos efectos, alejado de las posibles causas de distracción (computadora, aparatos de música, televisor). Las horas del día son las más adecuadas para concentrase, luego de 8 horas de sueño reparador, y de un saludable desayuno. Es un error restarle horas al descanso para estudiar, ya que se tardará más en incorporar el objeto de estudio a la estructura cognitiva.

Una vez que tenemos el programa y los textos que responden a cada punto del mismo, leeremos rápidamente todo el contenido, para lo cual destinaremos el primer día, y tomaremos en cuenta las horas que disponemos para estudiar y los días que quedan para la fecha de rendirlo. De esta manera determinaremos la cantidad de material que leeremos diariamente, dejando el último día para el repaso final. Si es un examen corto, y tenemos solamente un día para estudiarlo, distribuiremos la lectura rápida, la lectura comprensiva y el repaso en un único día, aunque esto no es recomendable, ya que está comprobado, que en forma paulatina se aprende mejor.

Luego de la lectura rápida se realiza la lectura comprensiva, para lo cual podemos ayudarnos con técnicas de estudio, como la técnica del subrayado, cuadros sinópticos o comparativos,resúmenes o síntesis, que nos ayudarán para hacer el último día el repaso final.


Conviene que luego de esta última etapa el alumno trate de reproducir oralmente lo que aprendió, pues sucede muchas veces que los alumnos manifiestan haber estudiado, pero son incapaces de exponerlo, pues tal vez falta vocabulario adecuado o faltó un nuevo repaso. Descartar el aprendizaje por repetición, salvo que se trate de poesías, fórmulas, tablas de multiplicar etcétera, para lo que este tipo de reproducción memorística esté especialmente indicado.
fuente: la guia2000