¿Eres capaz de controlar tu ira? Ira, furia y hostilidad


"Aristóteles establece ciertas categorías según la clase de ira que manifiesten las personas. De una parte están las irascibles, que se enojan enseguida e indebidamente, lo hacen por más tiempo del necesario y en el momento más inoportuno, pero se les pasa pronto porque no pueden contener la furia y quieren hacer pagar la ofensa de inmediato; de otra parte están las sañudas, que son extremadamente coléricas sobre todo y contra todos. A éstas les cuesta reconciliarse mucho tiempo porque reprimen sus sentimientos y la cólera no se les pasa hasta que consiguen vengarse y cobrar la ofensa." (Lacarra, s/f)

Cualquiera que haya experimentado cólera, ira o furia sabrá cómo éstas se manifiestan fisiológicamente en forma de sudor, enrojecimiento y contracción del rostro o, por el contrario, extrema palidez, temblores, gesticulación desproporcionada entre gritos y violencia, o estupor, y sentimientos de odio que la persona tiende a descargar ante el estímulo que la provocó o, por el contrario, desviarse hacia cualquier otra cosa para no hacerle frente a la causa verdadera para luego "llevársela a casa" y volcarla sobre personas que nada tienen que ver con el problema.

Raymond W. Novaco distingue entre cuatro clases de estímulos que pueden desencadenar la ira:
· Frustraciones
· Sucesos irritantes
· Provocaciones verbales y no verbales
· La falta de corrección y la injusticia

Hay quienes consideran que la ira es una emoción congénita, lo mismo que el resto de emociones, aunque más recientemente los estudios realizados apuntan a que lo que más influye es el aprendizje que realiza la persona a través de su ciclo vital a la hora de enfrentarse a situaciones desagradables. Es corriente que la ira o la furia oculten o sean la respuesta a otro tipo de emoción o circunstancia, y no que aparezcan por sí solas. Habrá una serie de afectos primarios que subyacerían a la cólera y a la hostilidad: por ejemplo los celos, la frustración, como ya se ha dicho, el sentirnos amenazados, decepcionados, culpables, rechazados, confundidos, manipulados, turbados, fatigados, tensos, explotados o humillados. En cualquier caso la cólera o la furia no siempre llevan a la violencia física; ocasionalmente se expresan verbalmente, en primera instancia, a veces, mediante el sarcasmo, previo al estallido. Hay quienes ven en estos afectos una suerte de código, lo cual los hace más manejables.

Desde el punto de vista de la salud integral del sujeto, y no solo psicológico, "A partir de la observación clínica de … pacientes afectados por cardiopatía isquémica [Rosenman y Friedman] acuñaron el concepto Patrón de Conducta Tipo A (PCTA), en el que se incluían todas aquellas conductas y rasgos de personalidad que encontraron de forma repetida en sus pacientes. Estos autores definieron dicho patrón como'...un complejo de acción-emoción, que puede ser observado en cualquier persona que se encuentra agresivamente implicada en un crónico e incesante conflicto para conseguir más y más en el menor tiempo posible, y, si fuera necesario, en contra de los esfuerzos opositores de otras cosas o personas'" (Rosenman, 1996). Lo propio de este patrón resultó ser el estilo de afrontamiento de estos pacientes, "basado en un uso abusivo de estrategias activas, acompañadas con respuestas emocionales de hostilidad y apresuramiento." Los componentes de este estilo de afrontamiento se caracteriza por hablar en voz muy alta y de manera muy rápida, una excesiva conducta motora, tensión muscular facial, exceso de gesticulación al hablar, y ciertos aspectos motivacionales como pueden ser la motivación de logro, la competitividad, orientación al éxito, exceso de ambición, prisas, hiperactividad, alta implicación laboral, hipervigilancia, y algunos rasgos cognitivos tales como la necesidad de control y un estilo atribucional característico "basado en la cognición de amenaza y en la presunción de malevolencia por parte de los demás", todo lo cual incidiría en la propensión de estos sujetos a padecer trastornos cardiovasculares. "Estos sujetos perciben el ambiente como una lucha incesante y competitiva para lograr el objetivo que pretenden; para ello, permanecen constantemente alerta, pues temen que su 'enemigo' lleve a cabo conductas malintencionadas con el fin de impedirles que consigan su propósito. Esta tensa situación deriva, lógicamente, en sentimientos de ira en numerosas ocasiones."

En 1990 Johnson proponía la existencia de tres estilos de afrontamiento del estímulo estresor:

1. Estilo de supresión de la ira (anger-in), caracterizado por el hecho de que el sujeto inhibe la manifestación abierta de la ira reprimiéndola, a pesar de sentir una intensa sensación de enfado.
2.  Estilo de expresión de la ira (anger-out), mediante el cual la persona tiende a expresar abiertamente su ira, manifestando conductas airadas hacia sujetos u objetos, tanto verbal como físicamente, pero sin intención de realizar ningún daño o perjuicio hacia la otra persona (aunque esto último no pueda descartarse del todo).
3. Estilo de control de la ira (anger-control). La persona intenta canalizar toda la energía provocada por sus sentimientos de enfado e ira, proyectándola o sublimándola hacia otros fines más constructivos que la conducta agresiva hacia el agente estresor, intentando una resolución positiva del problema. Ésta sería la alternativa más adecuada para reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares.

Para acabar, es interesante extendernos sobre la reflexión que hace Aristóteles acerca de la ira y la hostilidad: Aristóteles hace referencia en primer lugar, a la persona de carácter apacible pero digna, capaz de defender su honor; luego llama la atención sobre aquella otra insensible y sumisa que acepta insultos y ofensas, para finalmente centrarse en la que en ocasiones muestra su cólera pero con razón, y es alabada por ello, ya que descarga su cólera de manera justificada, a la persona adecuada, durante el tiempo preciso y en el momento y lugar adecuados. En este último caso la ira proviene de la razón. Finalmente, de acuerdo con el filósofo, "Quien, por el contrario, se guía por sus sentimientos, cae en el exceso de cólera, y es censurado por tener causas o fines incorrectos, por proceder contra personas no idóneas, o actuar con más ímpetu del necesario o en el tiempo y lugar inoportunos o durante más tiempo del indicado. Estas sí se consideran personas coléricas, y se caracterizan por ser extremadamente impacientes e irascibles y por actuar presas de sus emociones. Por estas razones no se les alaba, sino que se les condenacon mayor o menor rigor, según el grado de cólera desplegado."

Jaume Guinot - Psicoleg col·legiat 17674
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