Psicología del Deporte: Cómo se forma la autoestima

En la columna de esta semana, la licenciada Julia Alvarez Iguña aborda
un tema muy importante e influyente para el deporte y sus
protagonistas: la formación del autoestima
La autoestima es una de las capacidades más importantes a desarrollar
para poder actuar desde una base segura y de confianza en las
distintas actividades de la vida cotidiana, incluido el deporte. La
psicología no sólo centra sus esfuerzos en su desarrollo, sino también
en su prevención por medio de orientaciones a padres y educadores para
ayudar a desarrollar conductas de seguridad y autosuficiencia en
nuestros hijos y deportistas.
La autoestima no es un talento, tampoco es un don, es algo que se
aprende, cambia y mejora a lo largo de toda la vida. Es la experiencia
formada por mensajes e imágenes físicas, psicológicas y sociales que
nos hicieron sentir valiosos e importantes, dignos de respeto y
consideración, competentes a la hora de enfrentar conflictos o superar
adversidades. Tambien está influida por los ideales a los que se
espera llegar. Cuando el amor propio es fuerte no se deja influir por
los demás. Buscará imprimir una dirección en su vida. Al ir cumpliendo
cada pequeño objetivo impuesto y ver que uno realmente puede, este
mecanismo irá acrecentando la confianza en uno mismo y, por ende se
sumaran nuevos objetivos ya que la confianza en uno mismo lo confirma.
Desde que somos bebés necesitamos la presencia de nuestros padres para
calmarnos y encontrar una vivencia placentera. Estas huellas psíquicas
constituyen una experiencia de satisfacción que intentaremos alcanzar
a lo largo de nuestra vida. Pero cuando esas personas no logran
proporcionar esa gratificación buscada, se origina una ausencia que
se tratará de suplir por medio de la eterna búsqueda de reconocimiento
en el otro, ante aquello que no se dio.

Foto: Scotish Rugby Union
John Bowly, famoso psicoanalista inglés, sostiene que el vínculo
emocional que desarrolla el niño con sus padres (o cuidadores) es el
que le proporciona la indispensable seguridad psíquica para un buen
desarrollo de su personalidad.
Nuestra percepción del mundo exterior puede ser un lugar seguro o
peligroso. Cuando el bebé comienza a caminar y a explorar nuevos
territorios, sabe que ante cualquier peligro puede retornar a la base
de seguridad que es su madre. Aprende a confiar en la vida y a confiar
en sí mismo ya que se encuentra presente o internalizada una madre que
primeramente confió y cuidó de él, experimentándose a sí mismo como
alguien digno de cariño y de respeto.
Los padres y personas significantes, como entrenadores, profesores,
son facilitadores del desarrollo de las personas a su cargo. Sí desde
ese lugar de poder se los critica constantemente, no se los tiene en
cuenta, no se los escucha, formaremos niños resentidos, con poca
capacidad de reparación y resolución de conflictos. Asimismo en la
inserción en la sociedad, el niño puede ser víctima de agresiones
verbales o físicas de pares y compañeros. Padres y educadores debemos
estar atentos a este fenómeno llamado "bullyng" para erradicar el
síntoma escuchando que es lo que realmente está pasando en un ambiente
de seguridad y confianza.
Las heridas tempranas sin elaboración, forman una huella psíquica
muchas veces difícil de superar. Si una persona crece vulnerable a las
críticas y a la humillación de los demás, en su poca autovalía
comenzará a creer más en ellos que en sus propias creencias.
El entrenador es una persona clave en todo equipo. Los vínculos y
lazos afectivos son los que van a determinar un buen nivel de
comunicación y por lo tanto de rendimiento. Trabajar en lo
físico-técnico como asimismo fomentar la aceptación y el "ser" de cada
persona, respetando sus tiempos de aprendizaje, escuchando, aclarando
sus dudas, sus conflictos y sus confusiones. Bien sabemos que en
deporte una persona con baja autoestima suele ser alguien inseguro,
que desconfía de sus habilidades evitando tomar riesgos por miedo a
equivocarse y al rechazo de los demás. Alguien con una buena
autoestima no sale a competir con el otro ya que él mismo se siente
competente esperando el éxito pues reconoce sus logros y su esfuerzo.
Expresa sus ideas con claridad y firmeza, no envidia ya que está
centrado en sí mismo y no está pendiente de las cualidades del otro,
se juega por sus principios, no pierde tiempo ante una falta, sigue
adelante sin tener que dar explicaciones, sabe hacerse respetar,
respeta y escucha a los demás.
Todos los seres humanos siempre estamos reclamando aquello que tal vez
no nos dieron, o interpretamos esa ausencia en nuestra imaginación. Es
posible que en ciertos momentos haya estado ausente ese plus que
necesitábamos, pero ya somos personas adultas. Aquello que sucedió fue
en "un allá y hace tiempo" donde la capacidad de interpretación era
muy diferente a la situación presente. Al mirar hacia atrás
seguramente te darás cuenta de que muchas cosas que tuvieron sentido
en un momento, ahora no lo tienen. Ya no eres el mismo niño de los
seis o doce años. Las cosas han cambiado, tu vida ha cambiado, y
nuevas oportunidades están ahí fuera esperando ser alcanzadas.
Recuerda que siempre vas a actuar según te piensas, si logras cambiar
tus creencias se producirá un cambio en tus acciones. El pasado
siempre estará presente, no lo podemos cambiar. Parodiando a
Shakespeare, "ser o no ser" víctima es nuestra decisión, pero aprender
a autovalorarse y asumir la responsabilidad del cambio es tarea de
cada uno de nosotros. No entregues ni delegues el poder al otro.
Acepta las cosas como parte de un proceso. Muchas veces nos
equivocamos y nos equivocaremos, en la vida y en el deporte, pero
depende de tu capacidad de volver a retomar el juego de tu vida y no
cederlo a nadie. Salí a jugar y a estrenar tu nueva imagen. No sigas
perdiendo.
Para ir pensando como padres:
Ejemplo. Un niño esta jugando con su juguete nuevo, el cual ante
cierta maniobra se rompe. El niño estalla en lágrimas. El padre
puede reaccionar:
a) "No ves que todo lo rompes", "Si te lo acabo de comprar", "bueno no
llores más, vamos a comprar otro."
b) "Bueno, no importa. Vení que yo te ayudo y tratamos de arreglarlo
juntos". En esta situación vemos claramente la capacidad del padre de
poder enseñar a reparar y solucionar una situación con el menor costo
emocional, por medio de una nueva construcción donde se internaliza
una conducta sin tener que pasar por una situación de pérdida y, por
otro lado, evitando asimismo romper el vínculo de la comunicación.
Cuando el niño se transforme en adulto, tendrá esa misma capacidad de
responder ante un problema sabiendo que él puede hacerlo ya que antes
hubo otra persona que le enseñó y lo pudo hacer por él y junto a él.
Lic. Julia Alvarez Iguña
Psicología aplicada al Alto Rendimiento
juliasports@fibertel.com.ar
www.psico-deportes.blogspot.com
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