¿Besos, sexo oral y penetración? Puede que estés ordenando mal tus relaciones sexuales


¿Besos, sexo oral y penetración? Puede que estés ordenando mal tus relaciones sexuales



ESCRITO PORNoelia R. Ruano

Siempre lo mismo. Nos damos cuatro besos, masturbación, sexo oral y por último, penetración. Eso es así. Vivimos esperando cuándo será el día en el que echemos un polvo y, cuando llega, solo pensamos en meterla. Porque si no, no es sexo. Las películas, los libros, el porno, la religión y absolutamente todo lo que nos han enseñado, dicho o transmitido nos ha empujado a creer que el sexo se centra en el coito y que todo lo demás son complementos que lo hacen más divertido y que nos entretienen mientras llega lo verdaderamente importante. Pero no debería ser así en absoluto. Y es que este orden establecido y sinsentido es un concepto insatisfactorio y represor para ellas, causante de un montón de disfunciones sexuales para ambos y, en general, un aburrimiento total.
Nunca te lo habías planteado

Más allá de que os haya dado un arranque y hayáis echado un polvo en la cocina o cambiando de postura del Kamasutra, es muy probable que tu pareja y tú jamás os hayáis planteado que vuestros polvos, tan convencionales y románticos, podrían estar jodiendo vuestra vida sexual. "Es algo que llevamos implantado muy dentro: de todas las películas pornográficas o no, series, libros o anécdotas de nuestros amigos hemos aprendido que el orden es ese (besos, preliminares, penetración y orgasmo) y en todas las historias el suceso final es la penetración", cuenta la sexóloga Elena Crespi.


Por eso, a veces incluso habrás dicho que has o te han 'dejado a medias' cuando has practicado sexo oral o masturbación pero no habéis follado, o puede que seas de esas personas que lo valoran como algo íntimo y que accede a los preliminares, pero que solo llega 'hasta el final' con las personas que le importan. Y además, fíjate, dejamos de ser oficialmente vírgenes cuando nos han o hemos penetrado.

¿Por qué?
Alguien en algún momento de la historia decidió que la pauta principal en el sexo sería preparar el cuerpo de la mujer para que el hombre pudiera metérsela. Y que, además, eso a ella debería gustarle muuuuucho. De hecho, esta es la única práctica que la Iglesia Católica veía con buenos ojos (dentro del matrimonio y para procrear, pero algo es algo). Todo tenía sentido y apuntaba hacia un mismo orden. Así que, si nadie nos había dicho lo contrario, ¿cómo íbamos a imaginar que pudiera no ser así? Simplemente, lo hacemos por inercia. "No es que lo pensemos de forma consciente, pero todo lo que hacemos en una relación sexual suele ir enfocado a ello: hay que calentar la vagina para que no sea incómodo ni doloroso meterla, porque es lo más importante. Y si en el camino nos divertimos, pues mejor", dice Elena.



Pero esto no va de falocentrismo machista. Sino que la cosa está implantada mucho más allá. Incluso, Elena explica, que cuando nos creemos súper modernos y pensamos en el placer de la mujer (bravo por eso) inconscientemente seguimos teniendo la penetración como objetivo final. "Ahora se ha añadido una nueva variable a ese orden sexual clásico. Algunas parejas se han dado cuenta por fin de que llegar al orgasmo al mismo tiempo es algo prácticamente imposible, y ya sea porque ella lo exige o porque a él le gusta verla gozar, optan por que ella tenga el suyo durante el sexo oral previo y, después de eso, van a por el orgasmo de él mediante el coito". Cosa que sigue sin sacarnos del patrón en el que meterla es el gran final.
Un montón de problemas sexuales

Algo que a simple vista parece tan inofensivo podría llegar a traeros, tanto en pareja como individualmente, problemas mucho más graves a largo plazo. "Hay muchísimas mujeres que se sienten insatisfechas sexualmente y ni siquiera lo saben. Puede que nunca lleguen a tener un orgasmo solo por creer que deben conseguirlo mediante la penetración cuando, en general, hay muy pocas que lo consigan así", me asegura Elena.

Esto es algo que ya les sucedía a nuestras madres y a nuestras abuelas, pero que sigue pasándoles a muchas mujeres todavía. "Parece increíble, pero tengo pacientes que admiten que fingen tanto que disfrutan como que llegan al orgasmo durante el coito solo para no ofender a su pareja", dice Elena. Pero la lista de disfunciones no se queda en la insatisfacción: también es muy común que algunas mujeres crean que tener dolor durante el coito es algo normal (suele pasar por no estar bien lubricadas), que al no hallar placer en ello dejen de sentir deseo sexual y lo eviten o que, por culpa de esto, lleguen a desarrollar disfunciones más graves como el vaginismo o la anorgásmia.



En el caso de los hombres, suelen sentirse presionados a estar siempre a punto para la penetración y que ella lo disfrute muchísimo, así que no es raro encontrar casos de disfunción eréctil o eyaculación precoz por culpa de este tipo de estereotipos.

Además, cuando sistematizamos algo no creemos que haya más por descubrir ni probar, así que ni siquiera hablamos de ello. Según Elena, "es muy común entre las parejas no contarse cómo les gusta que les toquen o qué les gustaría que el otro les hiciera, tal vez porque ni ellos mismos se lo hayan planteado. Si aprendiéramos que no es obligatorio disfrutar con este patrón sexual, se nos abrirían muchísimas puertas al placer".
Cómo lo resolvemos

Tanto si eres hombre como mujer, no sientas miedo, vergüenza ni culpa de decirle a tu pareja que te gustaría que te hiciera esto o aquello. No tenéis por qué renunciar a la penetración, obviamente, pero sí liberaros de esa presión que os obliga a incluirla en todos vuestros encuentros sexuales.



Elena aconseja que habléis y que nunca deis por sentado qué le gusta a vuestra pareja. "Si la gente supiera lo que le pasa por la mente a su pareja, se divertiría mucho más y sentiría más confianza con el otro". También le pido algún truco para empezar. "En lugar de ir directos al coito, regalaos un masaje erótico con aceite o crema. Este tipo de juegos hacen que sintáis cosas mucho más intensas y que, cuando paséis al sexo, este sea mucho más placentero" y añade que, sobre todo, nos deshagamos del orden en la cama. "Todo es sexo, así que mézclalo, repite y olvídate del tiempo".



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Jaume Guinot
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