LOS PINCHES TIRANOS Y LA IMPORTANCIA PERSONAL


Los pinches tiranos son aquellas personas que nos aguijonean en nuestra importancia personal (Ego). Es un torturador, alguien que le hace la vida imposible al guerrero y tiene el poder de acabar con él. Cualquiera puede ser un pinche tirano para nosotros.
Cada uno tiene su particular pinche tirano, bien sea persona o situación adversa contraria a la propia voluntad, especialmente aquellas en las que el ego se siente afectado y amenazado. Situaciones de maltrato, ofensa, humillación, etc. El pinche tirano nos hace de espejo de nuestra importancia personal, podemos ver todo aquello que nos hace daño, pero no queremos desapegarnos de ello. El pinche tirano nos hace de resonador de los elementos negativos de uno mismo. Proyectamos nuestros problemas sobre los pinches, los cuales reflejan nuestros propios conflictos.
El problema está en uno y tiene que ver con la importancia personal. Cuando la importancia personal es muy grande y no tenemos estrategias para manejar las acciones del pinche tirano, sucumbimos ante él. Pero si nos enfrentamos a los pinches tiranos desde una posición de poder, entonces templaran nuestro espíritu de guerrero y adquirimos la sobriedad y la serenidad necesarias para enfrentarnos con el mundo de lo desconocido.
El defecto fatal es tomar demasiado en serio los sentimientos propios, así como las acciones de los pinches tiranos. Los guerreros tienen una buena estrategia bien pensada y están libres de su importancia personal, pues comprenden que la realidad no es más que una interpretación personal que hacemos de la misma.
Don Juan comenta la siguiente experiencia con un pinche tirano. Apenas tenía veinte años de edad cuando consiguió un empleo como jornalero en un molino de azúcar. Había un capataz que durante varios años le hizo la vida totalmente imposible sometiéndole a trabajos forzados y a todo tipo de vejaciones. Un buen día intentó huir, pero el capataz lo alcanzó y le pegó un tiro en el pecho, dándole por muerto. Su benefactor lo encontró y le
dijo: "ese capataz es un verdadero tesoro, es algo demasiado raro para ser desperdiciado. Algún día tienes que volver a esa casa". Y así fue. Volvió al cabo de tres años, pero con una buena estrategia utilizando los cinco atributos del ser guerrero: control y disciplina, impecabilidad, refrenamiento, la habilidad para escoger el momento oportuno. Don Juan volvió al molino sin ser reconocido por el capataz. Gracias a su estrategia, no sintió ni pizca de orgullo cuando era pisoteado en su importancia personal, afinando su espíritu y
teniendo un control en cada situación. Ejerció el arte del acecho y exploró el carácter y las debilidades del capataz, pues así conocía mejor a su enemigo.
Don Juan se libró de su pinche tirano haciéndole sucumbir ante las propias pasiones de éste. Había pasado seis meses en el molino y durante ese tiempo ejerció los cuatro atributos del ser guerrero, logrando el triunfo. Nunca sintió compasión por sí mismo, ni lloró de impotencia.
La importancia personal es el núcleo de todo lo que tiene valor en nosotros, siendo al
mismo tiempo el núcleo de toda nuestra podredumbre. Es el modo en que cada uno construye y maneja la realidad tratando de autoafirmarse y convencerse de que es real, cuando en realidad es una ilusión. La importancia personal es nuestro mayor enemigo, por culpa de ella consumimos gran parte de nuestras vidas sintiendo dolor por las ofensas de los demás. Es un terrible estorbo, por su culpa nos hacemos vulnerables.
Para erradicar la importancia personal de la vida de los guerreros hay que seguir las cinco estrategias para alcanzar la invulnerabilidad.
Cinco estrategias o atributos fundamentales del ser guerrero para erradicar la importancia personal: control y disciplina, impecabilidad, refrenamiento, la habilidad para escoger el momento oportuno y el intento.
Estos cinco elementos pertenecen al mundo privado del guerrero. Los primeros cuatro elementos pertenecen al mundo de lo conocido. El quinto elemento, el intento, se reserva para la última confrontación, porque pertenece al mundo de lo desconocido. El sexto elemento es el pinche tirano y pertenece al mundo exterior del guerrero.
El control y la disciplina se logra cuando las personas comunes dan el paso para convertirse en aprendices, esto supone un cambio de ideas con respecto a sí mismos y al mundo; es entonces cuando se convierten en guerreros. Este proceso les hace capaces del máximo de disciplina y control sobre sí mismos. Ejercer el control es afinar el espíritu cuando alguien nos pisotea.
La impecabilidad es el uso adecuado de la energía. Los guerreros hacen inventarios estratégicos para enfrentarse a sus enemigos y hacen listas de sus actividades y sus intereses. Después de esto deciden cuáles pueden cambiarse considerando un mínimo del consumo de la energía y un máximo rendimiento. El inventario estratégico sólo concierne a patrones de comportamiento que no son esenciales para nuestra supervivencia y, por
consiguiente, hay que eliminar.
El refrenamiento y la habilidad para escoger el momento oportuno es esperar con paciencia, sin prisas y sin angustia el momento oportuno para "clavarle la espada" al pinche tirano.
Gracias a estos atributos, los guerreros se convierten en hombres de conocimiento y aprenden a ver, haciéndose videntes.


Jaume Guinot
Psicòleg col·legiat 17674

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Psicologia Granollers
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