El abuso a los niños I

de Experto en Psicología

abuso infantil
Autora: Lyanth
Hoy trataremos de un tema que despierta fácilmente la curiosidad y el morbo a los medios de comunicación, pero que la gran parte del público considera lejos de su experiencia. Son cosas que pasan  únicamente en familias desestructuradas, pobres, malvadas. El sexo con menores se propio de pervertidos, monstruos sin alma ni sentimientos. Cuando se habla de abuso infantil,se imaginan las peores atrocidades, violencia y maltrato. Siempre advertimos advertimos a los niños que nunca se aproximan a los desconocidos. Nuestra ignorancia y nuestra incapacidad de hablar a los niños sobre el sexo, deja a los más pequeños totalmente desprotegidos.
No hay un perfil del abusador. Es cierto que existen personas consideradas pedófilas, es decir, con preferencia sexual por los niños o las niñas, auténticos depredadores que seducen a los niños con su influencia y simpatía. Son hombres (muy raramente mujeres, aunque también hay) expertos en comportamiento infantil, con suficiente habilidad para acercarse a los niños y a sus familias con sutileza y que a menudo ejercen profesiones que los permiten estar cerca de sus víctimas. Pero este, no es el verdadero peligro, porque son casos aislados.
  
La gran mayoría de los casos de abuso son intrafamiliares, es decir, en la familia más cercana. Gente que no abusa indiscriminadamente de cualquier niño, sólo de los que considera suyos. No hay un perfil para este tipo de abusador, no se puede decir que será de esta manera o de esta otra. El abuso puede ser puntual, motivado por las circunstancias de estrés o soledad del agresor, o ser continuado en el tiempo. Puede desaparecer cuando el niño crece y por lo tanto el riesgo es mayor, o prolongarse hasta la adolescencia. La edad más peligrosa va de los dos años a los ocho, cuando el niño todavía no tiene conciencia clara del sexo. Es raro encontrar casos de niños abusados de menos de un año, aunque existen. Puede ser una fijación por un niño o niña en concreto, o extenderse a a los hermanos o primos. El agresor a menudo es el padre, o el hermano mayor, o incluso, el abuelo o la nueva pareja de la madre o cualquier otra persona cercana y con autoridad. Tampoco hay un perfil socio-económico de la familia ni pertenecer a ningún colectivo especial, puede suceder dentro de las familias más normales. 

Al contrario de lo que podemos pensar, el agresor muchas veces no es consciente del daño que provoca a su víctima, no tiene intención de agredirlo o maltratarlo y rara vez los abusos llegan a la penetración, son caricias, masturbaciones, fotos... todo bajo el disfraz de un juego infantil, que el niño percibe como extraño, perturbador, pero que acepta con toda naturalidad obedeciendo al adulto. El niño sabe que está pasando algo malo, y sufre, pero a veces también disfruta del trato especial que le dedica el adulto. Esta mezcla de afecto mezclado de sexo, será un elemento bastante perturbador en sus relaciones futuras. El niño siente afecto por la persona que le hace daño y vive una situación que no puede asimilar, ni comprender. 

Tengo que decir que es una situación mucho más frecuente de la que se pueda imaginar, que un adolescente abuse de un familiar pequeño, un hermano, un primo. No podemos culpabilizar un chico de quince años como lo haríamos a un adulto. La confusión, la falta de información sexual y el desajuste hormonal pueden provocar situaciones que serán puntuales y que no predicen tendencias pedófilas posteriores, ya que pueden llegar a ser adultos perfectamente integrados y sin intención de repetir el abuso. 

No deberíamos confundir el abuso con los juego de "médicos" que los niños practican entre ellos, como parte de su desarrollo sexual. Para considerar que hay un abuso, hace falta una diferencia de edad y una intenciónque no tienen los niños.

Tampoco es posible dar una pauta para descubrir el abuso, a menudo el menor no presenta ningún síntoma, y las consecuencias del abuso no se manifiestan hasta muchos años después, en la adolescencia o la edad adulta. Además, si el niño sufre síntomas, estos pueden confundirse con cualquier otro cosa, puesto que el mal comportamiento, la hiperactividad, el dolor de cabeza o de barriga continuos son comunes a todos los niños con problemas afectivos. No hay un cuadro característico que señale el abuso. 

Lo habitual es que el agresor le diga al menor, que esto que hacen es un secreto que tiene que quedar entre ellos y, que si dice algo, las consecuencias serán graves: castigarán al adulto, al menor o ambos, los separarán, etc. Esto hace que la víctima guarde silencio, por un lado para proteger al agresor y protegerse a sí mismo, y por otra porque le hace sentir "especial"; además, los niños saben que contar un secreto, está mal.

La mejor protección que podríamos ofrecer a los niños sería una educación sexual temprana y adecuada a su edad. Que sepa claramente cuándo alguien se aprovecha de su cuerpo y sepa qué hacer. Parece una tarea imposible decirle esto a los niños pequeños, pero en realidad no es nada difícil si superamos  nuestro propio pudor y el  prejuicio absurdo e injustificado de que los niños no tienen que saber estas cosas para proteger su "inocencia". Todo el que trabaja con niños, sabe que la inocencia de los niños es como el sexo de los ángeles: teórico.
Autora: Martina Morell

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