En los distintos niveles de la enseñanza es muy frecuente que los niños o los adolescentes se nieguen a hablar frente a sus compañeros y docentes, alegando nervios o vergüenza. Incluso es frecuente que no quieran participar en actos escolares leyendo discursos, con el argumento de que se ponen nerviosos y tartamudean, lo cual es creíble.
Muchos docentes, creyendo que exponerlos ante situaciones de stress puede afectar al educando, prefieren evitar "hacerlos pasar al frente", leer discursos, rendir exámenes orales, etcétera. Con esto solo conseguimos reforzar sus temores. Lo mejor es explicar las razones por las cuales estimularemos la exposición oral, ya que de lo contrario, siendo adultos tendrán serios impedimentos para rendir exámenes en la universidad o desarrollar ciertas profesiones como la docencia, o exponer en Congresos, o ejercer cargos de liderazgos empresariales, etcétera.
Lógicamente es un trabajo paulatino. Si un niño siente gran temor a la exposición oral, no lo mandaremos a leer un discurso en un acto escolar como primer paso, sino que le asignaremos un pequeño papel en una exposición de trabajo grupal, por ejemplo.
Lo mejor es empezar a trabajar en ello desde muy chiquitos, haciéndoles leer en voz alta frente a la clase, fragmentos cortos, para ir acrecentando gradualmente la complejidad y el tiempo.
En la preparación de exposiciones orales, a partir del sexto grado aproximadamente, enseñarles a hablar pausado, modulando la voz, que debe ser clara y perceptible, organizando el tema en introducción, desarrollo y conclusión, pudiendo ayudarse con láminas o powerpoint.
Se debe ser muy paciente, alentando cada pequeño avance, para ir acrecentando la confianza y por ende la autoestima. Comprobaremos, que poco a poco, el miedo se irá venciendo, y el orador eficiente comenzará a nacer.
via psicologia en laguia2000