Los tabúes sexuales




"En El tabú de la virginidad (1918) [Sigmund Freud] se pregunta por el valor atribuido a la virginidad femenina en los pueblos primitivos, y adhiriéndose a las tesis de Crawley, plantea que el tabú impuesto al primer coito con la mujer en los pueblos primitivos, lo es también del comercio sexual con la mujer, o mejor, la mujer misma 'es un todo tabú'. Habría, en algunos pueblos, un horror básico a la mujer, dice Freud, acaso fundado en que ella es diferente del varón, 'parece eternamente incomprensible y misteriosa, ajena y por eso hostil'".
De acuerdo con Simone de Beauvoir, a los tabúes e inhibiciones que tienen su origen en la educación y en la sociedad en su conjunto, se superponen los sentimientos de repugnancia y los rechazos que se originan en la misma práctica erótica, reforzándose mutuamente. "La iniciación sexuales una de las experiencias vividas por 'la mujer en situación' que marcarán su erotismo."
Para Freud, en el mismo texto antes citado, el tabú de la virginidad en muchos casos no significaba sino el desengaño que para la mujer representa el primer coito, después del cual se siente insatisfecha y fría, lo que la lleva a un "encono hostil hacia el varón." Pero el tabú de la virginidad tiene muchas facetas y Freud analiza cada una de ellas.
No podemos extendernos demasiado en ello, pero por dar algunos ejemplos. El hecho de que la mujer no traiga al matrimonio el recuerdo de un intercambio sexual con otro hombre es una evidente aplicación del derecho de propiedad en exclusiva del esposo sobre la mujer, lo que es la esencia de la monogamia. "Sobre la base de esta vivencia se establece en la mujer un estado de servidumbre que garantiza su ulterior posesión sin sobresaltos y la vuelve capaz de resistir a nuevas impresiones y tentaciones provenientes de extraños."
Tal y como lo enuncia Kraft-Ebing, esto es indispensable para "poner diques a las tendencias polígamas que lo amenazan."
En los pueblos primitivos a diferencia de lo que se cree, la desfloración de la doncella tiene enorme importancia. Tanto es así que se la desflora antes del matrimonio para evitarle al hombre la visión de la sangre que constituye en sí misma un tabú: "[El hombre primitivo] Interpreta la menstruación, sobre todo a la primera, como la mordedura de un animal mitológico, acaso como signo de comercio sexual con ese espíritu." A veces se recurre a mujeres viejas, a veces a "hombres blancos", a veces se recurre al padre de la novia, a un profesional o a un sacerdote, a veces se produce en la infancia o en la pubertad, o elhimen es perforado artificialmente por un hombre en un acto ceremonial y "el acto consta de dos pasos: la perforación y el coito." Freud también atribuye el tabú de la virginidad a la angustia que precede a todo cambio.
Los datos disponibles sobre la sexualidad en la prehistoria son escasos. Se mantiene que la sexualidad era promiscua hasta que se impuso el sedentarismo en el que la monogamia tenía como finalidad asegurar el patrimonio familiar.
Entre los hebreos se prohíbe el adulterio, aparece proscrita la homosexualidad, así como el incesto. Pero "el matrimonio tenía como finalidad la descendencia y la esposa hebrea tenía el 'privilegio' de compartir los favores del esposo con otras esposas secundarias, pero si ella era infiel era apedreada." En cualquier caso en el Cantar de los Cantares la sexualidad es vista como placentera y creativa.
Entre los egipcios estaba permitido el incesto y se practicaba la circunsición como luego lo hicieron los hebreos. Los griegos toleraban la homosexualidad aunque con ciertas restricciones. Estaba permitida entre hombres adultos y jóvenes a los que el adulto debía además formar y educar. Por su parte las mujeres no podían salir solas, su función era la reproducción, a no ser que fueran prostitutas (hetairas) de alta alcurnia o pornoi, prostitutas de baja estofa (de aquí deriva la palabra pornografía).
En la Edad Media hacen su aparición los cinturones de castidad, se refrenda el matrimonio monógamo, y se atribuye a la sexualidad un carácter demoníaco. Con la aparición de las primeras enfermedades de transmisión sexual, conocidas como enfermedades venéreas, éstas son vistas comocastigo celestial por la promiscuidad.
Durante la época victoriana la masturbación era considerada como una práctica inadecuada y responsable de enfermedades como la epilepsia. En 1882 Kraft-Ebing describe los distintos comportamientos sexuales etiquetados como patológicos o desviados. Cualquier práctica sexual que no tuviera como fin la reproducción era considerada como anormal pero propugna la comprensión y tratamiento de estas "anormalidades." A Kraft-Ebing se le considera el padre de la sexología moderna.
Para esta época los propios médicos decían que el exceso de relaciones sexuales volvía idiota al hombre, que si las mujeres mantenían relaciones y disfrutaban de ellas estaban destinadas a morir muy jóvenes. Fue durante este periodo que se prohibió la pornografía. Aun así existía una doble moral, ya que la clase alta disfrutaba del amor libre y había ejércitos de prostitutas por toda Europa además de permitirse la prostitución infantil.
Fue Freud quien dio por acabada la pacatería burguesa con su teoría de la libido provocando una auténtica revolución. Por la misma época Havellock Ellis publica su Psychology of Sex en la que menciona que la sexualidad femenina como la masculina son iguales y refuta que la masturbación ocasionara insania. Marie Stopes dice que la sexualidad debe vivirse libremente y sin temores y ayuda a otras parejas a desprenderse de sus inhibiciones y represiones. Más tarde Alfred Kingsley publica los resultados de sus investigaciones entre los que se cuentan que más de la mitad de los hombres han tenido relaciones extramatrimoniales a los 40 y poco más de la cuarta parte de las mujeres; que las prácticas homosexuales satisfactorias desde la vejez hasta la adolescencia estuvieron presentes en el 37% de los hombres y en el 28% de las mujeres, y que más del 60% de las mujeres reportaban haber realizado prácticas masturbatorias. William Masters y Virginia Johnson apuntan que tanto mujeres como hombres tienen la misma capacidad de respuesta sexual y que ésta no desaparece ni durante la menstruación, el embarazo o la menopausia.
Hoy podemos decir, con la avalancha de información que recibimos sobre este tema, que muchos mitos y tabúes han caído definitivamente. Podemos, con muchas cosas, no estar de acuerdo, pero deben ser respetadas si no afecta la vida, la propiedad y la existencia física de las personas.


Jaume Guinot - Psicoleg col·legiat 17674
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