La envidia es desear tener lo que tiene otro, querer vivir sus circunstancias y ser como él.
El hecho de anhelar lo de los otros lleva a una persona a estar siempre insatisfecha y a quejarse de su propia condición.
El que tiene envidia cree que nunca podrá alcanzar lo que tienen o lo que son los otros, porque la base de su envidia es su poca autoestima y escasa confianza en sí mismo.
La envidia es una emoción que se puede evitar concentrándose en uno mismo y en los propios objetivos. Es un sentimiento muy destructivo porque paraliza el desarrollo personal, tratando de perseguir los propósitos de los demás y mantiene a la persona amargada, agresiva y desesperanzada.
La envidia consiste en creer que se puede ser más feliz si se tiene lo que tienen los otros o si se es como ellos, sin poder reconocer todo lo que sí se tiene y que se ha alcanzado ser.
A un envidioso le desagrada el bien o la felicidad del otro y desea estar en su lugar.
La gente suele envidiar a los que triunfan, a los que tienen dinero y propiedades, a los que tienen una familia, hijos, pareja o amigos.
La intención última del envidioso es quitarle al otro lo que tiene y apropiarse de sus logros.
La persona exitosa siempre será envidiada, criticada y si es posible destruida.
La envidia pone en evidencia la propia inferioridad e incapacidad para emprender los propios desafíos.
El que envidia consume gran cantidad de energía en los demás tratando de juzgarlos y criticarlos en lugar de orientar su atención hacia el logro de sus propios sueños.
Muchos actos de violencia como los homicidios, fraudes, abusos, maltratos, los produce la envidia, porque se desea lo que los otros tienen.
La gente decadente, incapaz de hacer nada por sí misma suele ser envidiosa y el que está seguro de sí mismo, se valora y sabe lo que quiere no puede sentir envidia.
Tanto los hombres como las mujeres pueden ser envidiosos; tal vez las mujeres lo expresen más que los hombres, pero ellos suelen mantener ese sentimiento mejor guardado.
Para saber si uno es o no envidioso tenemos que preguntarnos si nos molesta el éxito que tienen los demás; si somos incapaces de reconocer los aciertos que tienen otros; si nos incomodan los halagos que le hacen a otros o si le prestan más atención o afecto; si nos damos cuenta de que queremos ser el centro de la atención; si habitualmente criticamos a personas que no conocemos bien; si nos alegramos cuando un exitoso fracasa; si siempre pretendemos un trato diferencial; o si creemos que los demás no nos valoran lo suficiente.
La envidia siempre es una emoción negativa, lo verdaderamente sano es identificarse con la actitud que tienen los que logran sus objetivos e imitar su tenacidad, disciplina y dedicación al trabajo. Porque los que logran lo que se proponen están dispuestos a hacer lo necesario, confían en sí mismos y creen en sus propios proyectos.
Fuente: "Gente Tóxica", Bernardo Stamateas.
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ResponderEliminarLo mejor para estas personas negativas es alejarse sin más
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