En el año 2009 la casa farmacéutica Pharma propuso a la FDA un nuevo medicamento que revolucionaría la sexualidad femenina: el Filbaserin, una especie de viagra para las féminas que en materia de medicamentos para el sexo llevamos las de perder (o quizás las de ganar, depende de la perspectiva con que se mire).
Para valorar la fiabilidad del medicamento varios investigadores de la Universidad de Carolina del Norte realizaron un estudio que comprendió a un total de 1.946 mujeres premenopáusicas y según los resultados del mismo, el Filbaserin provocaba un aumento en el deseo sexual, exactamente entre un 3 y un 15%.
Y es que desde que hace unos años se descubriese que las hormonas desempeñan un papel esencial en el deseo sexual, muchos científicos apuestan por una "cura" médica para el Deseo Sexual Hipoactivo. De hecho, una de las apuestas fueron los parches de testosterona que supuestamente debían aumentar la libido (si no conocen la existencia de estos parches no se preocupen porque solo quedaron en proyecto experimental ya que la FDA nunca los aprobó para que salieran a la venta).
Regresando al Filbaserin, este sería una especie de antidepresivo que actúa favoreciendo la recepción de la dopamina y la serotonina. Para quienes no lo sepan, ambos neurotransmisores cumplen funciones de motivadores sexuales, entre otras. He aquí la clave del éxito.
O al menos eso era lo que parecía porque en el año 2010 la FDA rechazó el medicamento y prohibió su comercialización en el mercado. ¿Las razones? Los resultados obtenidos en laboratorio no eran convincentes. O en palabras más sencillas: no habían diferencias sustanciales y estadísticamente significativas entre el Filbaserin y el medicamento placebo que le dieron a las mujeres participantes en el estudio.
A partir de este resonado fracaso, las especulaciones e hipótesis no se hicieron esperar. Así, salió el libro "Sex, Drugs and Pharmaceuticals" según el cual las casas farmacéuticas dan una mano en la creación de diferentes desórdenes. Su autor, Ray Monynihan afirma que las farmacéuticas no se limitan a esponsorizar la ciencia sino que en ciertas ocasiones van un paso más allá para crear enfermedades y vender su cura.
Pero… ¿cómo lo logran? En ocasiones simplemente creando diagnósticos y brindando cifras que no representan la realidad sino que la maximizan facilitando una falsa representación de lo que sucede y contribuyendo de cierta forma al contagio grupal.
El mecanismo sería muy sencillo: una vez que conocemos una enfermedad y comenzamos a manifestar sus síntomas, nos convenceremos de que estamos enfermos y, al asumir la patología, solo la exacerbamos.
Por supuesto, no todos los especialistas están de acuerdo con esta idea. Quien ha tenido en una consulta de Psicología una mujer con Deseo sexual Hipoactivo sabe perfectamente que la problemática es real. Además, a esto se le suma el hecho de que la entidad diagnóstica fue reconocida por la comunidad médica en el Manual Diagnóstico de los Desórdenes Mentales (DSM) IV en el año 1994, ratificada en la revisión del año 2000 e incluida una vez más en el nuevo DSM-V.
Así, es obvio que el trastorno existe por lo que quizás en este caso el papel de las casas farmacéuticas fue mucho más sutil. Es decir, elevó a límites no reales el problema del deseo sexual hipoactivo (afirmándose que una de cada tres o cuatro mujeres padece este problema) y patologizó en extremo lo que podría considerarse como variaciones normales de la libido que pueden ser resueltas con métodos totalmente naturales.
En este sentido, antes de dirigir el dedo acusatorio contra las casas farmacéuticas, vale la pena hacer un alto para valorar cuál es nuestro nivel de responsabilidad individual. Conozco muchas personas que padecen de Eyaculación Precoz y Disfunción Eréctil y en vez de someterse a una terapia psicológica prefieren optar por las píldoras porque son una opción más rápida que no demanda ningún esfuerzo. Esto quiere decir que las farmacéuticas jamás inventarían nada que no hallara repercusión en cada uno de nosotros. La vertiginosidad cotidiana, la falta de compromiso para con el cambio personal y el deseo de encontrar soluciones en el aquí y ahora sin esforzarse demasiado en buscar las causas son factores que las farmacéuticas conocen y explotan muy bien a su favor.
Finalmente, debo aclarar que hasta el momento el rol preciso de las farmacéuticas no se ha esclarecido, mientras tanto, que valgan estas hipótesis como una señal de alerta que nos permita reflexionar sobre nuestros propios comportamientos.
Como dato curioso les dejo otra enfermedad que también ha dado mucho de qué hablar y que actualmente está en tela de juicio: el Síndrome Traumático Postelectoral. Así como una que todos damos por real pero que aún no ha sido aceptada como tal: la Adicción al Sexo.
Fuentes:
Moynihan, R. (2010) Sex, lies and Pharmaceuticals. Canadá: D&M Publishers Incorporate.
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