Cuando un terapeuta se sienta ante a un paciente pone frente a él su propia relación consigo mismo. Es decir que si, por ejemplo, el terapeuta es una persona auto-exigente seguramente se dirá a sí mismo que tiene que hacerlo muy bien, que el paciente debe irse muy contento con la sesión y que más le vale estar acertado y cumplir las expectativas. Si por el contrario el terapeuta es muy auto-indulgente es posible que si diga a sí mismo que no tiene que preocuparse por nada, que si no sale bien la culpa será del paciente porque no se implica lo suficiente y que bastante tiene como terapeuta con hacerlo lo mejor que puede. También puede ser que el terapeuta sea auto-culpabilizador, en cuyo caso se dirá constantemente que la terapia no avanza porque no lo hace bien y que en cualquier momento el paciente le acusará (proyección) de no estar haciendo bien su trabajo. Existen también los terapeutas auto-atemorizadores, y estos se dirán que deben tener muchísimo cuidado con lo que digan o hagan, que el más mínimo error puede destrozar la vida del paciente y que serán acusados ante el Colegio Oficial de Psicólogos y eso les llevará (el tiempo condicional desaparece para el paranoico) al fin de sus carreras como terapeutas y les señalarán por la calle y un sin fin de catástrofes imaginables. Lo que trato de decir es que el juez interno o "perro de arriba" del terapeuta puede convertirse en el boicoteador de la sesión ya que puede conseguir que el terapeuta pase más tiempo escuchándole a él que a su paciente, en cuyo caso perderá toda su presencia. Este es uno de los motivos por los que es tan importante que un terapeuta se trabaje a sí mismo, que trabaje la relación que mantiene consigo mismo para que pueda ser de auto-apoyo y no de auto-tortura.
Reflexiones de un psicólogo humanista
Reflexiones de un psicólogo humanista. ( La visión desde la Terapia Gestalt)

Cuando un terapeuta se sienta ante a un paciente pone frente a él su propia relación consigo mismo. Es decir que si, por ejemplo, el terapeuta es una persona auto-exigente seguramente se dirá a sí mismo que tiene que hacerlo muy bien, que el paciente debe irse muy contento con la sesión y que más le vale estar acertado y cumplir las expectativas. Si por el contrario el terapeuta es muy auto-indulgente es posible que si diga a sí mismo que no tiene que preocuparse por nada, que si no sale bien la culpa será del paciente porque no se implica lo suficiente y que bastante tiene como terapeuta con hacerlo lo mejor que puede. También puede ser que el terapeuta sea auto-culpabilizador, en cuyo caso se dirá constantemente que la terapia no avanza porque no lo hace bien y que en cualquier momento el paciente le acusará (proyección) de no estar haciendo bien su trabajo. Existen también los terapeutas auto-atemorizadores, y estos se dirán que deben tener muchísimo cuidado con lo que digan o hagan, que el más mínimo error puede destrozar la vida del paciente y que serán acusados ante el Colegio Oficial de Psicólogos y eso les llevará (el tiempo condicional desaparece para el paranoico) al fin de sus carreras como terapeutas y les señalarán por la calle y un sin fin de catástrofes imaginables. Lo que trato de decir es que el juez interno o "perro de arriba" del terapeuta puede convertirse en el boicoteador de la sesión ya que puede conseguir que el terapeuta pase más tiempo escuchándole a él que a su paciente, en cuyo caso perderá toda su presencia. Este es uno de los motivos por los que es tan importante que un terapeuta se trabaje a sí mismo, que trabaje la relación que mantiene consigo mismo para que pueda ser de auto-apoyo y no de auto-tortura.

Cuando un terapeuta se sienta ante a un paciente pone frente a él su propia relación consigo mismo. Es decir que si, por ejemplo, el terapeuta es una persona auto-exigente seguramente se dirá a sí mismo que tiene que hacerlo muy bien, que el paciente debe irse muy contento con la sesión y que más le vale estar acertado y cumplir las expectativas. Si por el contrario el terapeuta es muy auto-indulgente es posible que si diga a sí mismo que no tiene que preocuparse por nada, que si no sale bien la culpa será del paciente porque no se implica lo suficiente y que bastante tiene como terapeuta con hacerlo lo mejor que puede. También puede ser que el terapeuta sea auto-culpabilizador, en cuyo caso se dirá constantemente que la terapia no avanza porque no lo hace bien y que en cualquier momento el paciente le acusará (proyección) de no estar haciendo bien su trabajo. Existen también los terapeutas auto-atemorizadores, y estos se dirán que deben tener muchísimo cuidado con lo que digan o hagan, que el más mínimo error puede destrozar la vida del paciente y que serán acusados ante el Colegio Oficial de Psicólogos y eso les llevará (el tiempo condicional desaparece para el paranoico) al fin de sus carreras como terapeutas y les señalarán por la calle y un sin fin de catástrofes imaginables. Lo que trato de decir es que el juez interno o "perro de arriba" del terapeuta puede convertirse en el boicoteador de la sesión ya que puede conseguir que el terapeuta pase más tiempo escuchándole a él que a su paciente, en cuyo caso perderá toda su presencia. Este es uno de los motivos por los que es tan importante que un terapeuta se trabaje a sí mismo, que trabaje la relación que mantiene consigo mismo para que pueda ser de auto-apoyo y no de auto-tortura.
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