de Rincón de la Psicología
En el imaginario popular se piensa que la hiperactividad es un problema restringido solo a los niños. De hecho, la propia Ciencia Psicológica ha contribuido a conformar esta idea errada ya que durante siete décadas se había centralizado solo en el análisis de la hiperactividad en los niños dejando de lado esta problemática en la edad adulta. No fue hasta el 1976 que se comenzó a mirar hacia la hiperactividad en adultos.
Sin embargo, se calcula que entre un 30 y un 60% de los niños que sufren del Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad seguirán padeciendo algunos de estos síntomas en su adultez. Además, se conoce que en Estados Unidos en los últimos años ha aumentado considerablemente el uso de los fármacos para tratar la hiperactividad pero los consumidores no son los pequeños sino las personas adultas. Aunque las cifras exactas de la hiperactividad en adultos no se manejan, se estima que entre un 3 y un 4% de la población mundial padezca esta problemática.
En el surgimiento del Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad confluyen una serie de factores de índole biológica y ambiental. Por ejemplo, muchos especialistas apuestan por una disfuncionalidad en el lóbulo frontal y deficiencias en la producción de neurotransmisores, específicamente: la dopamina y la noradrenalina. Sin embargo, se conoce que lesiones cerebrales debido a un trauma o en el momento de nacer, las características del temperamento (demasiado excitable y nervioso) así como el consumo de drogas y alcohol por parte de la madre, pueden dar lugar a este trastorno.
Por otra parte no deben olvidarse los factores ambientales ya que el estrés y la disfuncionalidad familiar pueden agravar de forma significativa los síntomas del Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad.
¿Cómo saber si una persona adulta padece de hiperactividad?
La hiperactividad en adultos comparte algunos síntomas con el Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad que se observa en los niños pero también presenta algunas manifestaciones diferentes. Normalmente el adulto hiperactivo también fue un niño hiperactivo pero puede ser que el diagnóstico nunca se haya realizado ya que sus padres no solicitaron ayuda especializada. En los casos en los cuales la hiperactividad no ha sido debidamente tratada, pueden presentarse dificultades en la vida adulta como por ejemplo:
- Síntomas físicos como taquicardias, diarreas y sensación de hormigueo en manos y piernas.
- Cambio constante de estudio o trabajo: estas personas tienen dificultades para terminar o mantenerse concentrados en una tarea, por lo tanto, suelen cambiar de carrera, abandonar los estudios y, por supuesto, cambian de puesto de trabajo con frecuencia. En cada una de estas actividades su rendimiento es más bien pobre.
- Problemas para organizar y cumplimentar las responsabilidades diarias: las personas con hiperactividad no se caracterizan por su organización, por ende, su vida cotidiana suele ser caótica. No terminan los quehaceres del hogar y pueden tener problemas para pagar las cuentas ya que no logran organizarse con una perspectiva futura.
Como consecuencia de este tipo de comportamiento, los adultos con hiperactividad suelen enfrentar dificultades en sus relaciones interpersonales ya que usualmente las otras personas le reprochan su inestabilidad. A su vez, esto genera un gran estrés en la persona ya que aunque se esfuerce, le resulta muy difícil cumplir con las expectativas sociales. Por ende, al final experimentan fuertes sentimientos de frustración y culpa.
¿La solución?
Mientras antes se detecte y diagnostique la hiperactividad, más eficaz será el tratamiento. Normalmente el tratamiento de la misma puede incluir solo la terapia psicológica o, en los casos más críticos, también se recurre a la farmacología. En este sentido, se apuesta por el uso de derivados de las anfetaminas para reducir la hiperactividad e impulsividad y favorecer la concentración.
En el caso de la terapia psicológica, se trabaja fundamentalmente con técnicas de autocontrol y relajación así como con la potenciación de las competencias sociales y las habilidades de solución de problemas. No obstante, se aclara que lo fundamental es que la persona concientice que debe cambiar su forma de enfrentar la vida y que se comprometa realmente con una terapia que puede ser larga y que no eliminará el problema de raíz sino que ayudará a controlarlo.
Fuentes:
Valdizán, J.R. & Izaguerri-Graci, A.C. (2009) Trastorno por déficit de atención/hiperactividad en adultos. Revista de Neurología; 48 (Supl 2): 95-99.
Ramos-Quiroga, J.A. et. Al. (2006) Trastorno por déficit de atención con hiperactividad en adultos: caracterización clínica y terapéutica. Revista de Neurología; 42 (10): 600-606.
Jaume Guinot - Psicoleg col·legiat 17674
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