Fototerapia: ¿La solución para el Trastorno Afectivo Estacional?

de Rincón de la Psicología 

Las estaciones como el otoño y el invierno, donde disminuyen las horas de luz al día, pueden provocar un estado de ánimo negativo. Es lo que se conoce como Trastorno Afectivo Estacional y afecta aproximadamente al 20% de la población mundial.

Se afirma que este trastorno está provocado por una mayor producción de melatonina (la hormona del sueño) y normalmente se ha tratado con fármacos antidepresivos y psicoterapia. Sin embargo, en las últimas décadas se ha presentado una nueva técnica para combatir el Trastorno Afectivo Estacional: se trata de la Fototerapia.

Como lo indica su nombre, el objetivo es exponer a la persona a una luz artificial que simula el efecto de un día de sol por lo que se aumenta la producción de serotonina (hormona relacionada con la felicidad y la activación).


El Trastorno Afectivo Estacional: Un problema extendido

Se estima que un tercio de las personas que padecen el Trastorno Afectivo Estacional presentan una forma severa. Este trastorno es más común entre las mujeres cuyas edades oscilan entre los 20 y los 30 años y es muy común en los países nórdicos donde el invierno es muy largo. Obviamente, existen múltiples investigaciones que reportan un aumento de las tasas de suicido en estos países y en especial en estas fechas.

El Trastorno Afectivo Estacional se caracteriza por la presencia de síntomas depresivos como una gran irritabilidad, la pérdida de la energía, el estrés, dolores de cabeza y un aumento del sueño y del apetito. Así, este trastorno no es solo un problema psicológico sino que afecta el sistema endocrino, nervioso e inmune.


Fototerapia: Luces y sombras

El objetivo de la fototerapia es "convencer" al organismo que es de día y de esta forma se intenta disminuir la producción de melatonina y estimular la producción de neurotransmisores como la serotonina y la dopamina (conocida como la hormona de la atención).

El nivel de luminosidad del sol varía, en verano es de 150.000 lux (la unidad con la cual se mide la intensidad luminosa) y de unos 500 lux en invierno. Cuando las personas son sensibles, pueden experimentar cambios de humor por debajo de los 2.000 lux. La fototerapia utiliza lámparas fluorescentes con una luminosidad que oscila entre los 2.500 y los 10.000 lux.

Se recomienda comenzar el tratamiento con lámparas de poca intensidad para irla incrementando gradualmente, al igual que el tiempo de exposición. Se afirma que las personas sienten un cambio en su estado de ánimo de forma inmediata pero este se va perdiendo conforme pasan los días por lo que tendrá que exponerse nuevamente a la fototerapia.

En la actualidad es posible comprar las lámparas de fototerapia por lo que el tratamiento puede realizarse en casa, si bien la mayoría de los especialistas no lo recomiendan. En todo caso, es aconsejable realizar sesiones que oscilan entre los 10 y los 45 minutos (en dependencia de la gravedad) pero siempre en los primeros momentos de la mañana. Se deberá colocar la lámpara a unos 35 centímetros y no se debe mirar directamente a la luz. No obstante, los impulsos lumínicos actúan a través del nervio óptico hasta llegar a la glándula pineal para incitar la secreción de los neurotransmisores.

Dentro de los efectos secundarios de la fototerapia puede mencionarse que si se abusa del tiempo de exposición se pueden producir lesiones en la retina, irritabilidad excesiva, dolores de cabeza, optimismo exagerado, fatiga, hiperactividad y disminución del sueño. Aunque estos síntomas desaparecen en unos días. En el caso de los niños que tengan una predisposición a la epilepsia, la fototerapia podría contribuir a desencadenarla.

Obviamente, no se debe abusar de la fototerapia ya que no hay nada mejor que disfrutar de la luz natural y dar paseos al aire libre en contacto con la naturaleza pero considero que es una medida mucho más natural que el empleo de los psicofármacos.


Fuentes:
García, A. (2006) Fototerapia. En: Eroski Consumer.
Galli, Enrique; Feijóo, Luis. (1996) Luminoterapia: efectos en la depresión. Revista Chilena de Neuro-psiquiatría; 34(1):85-89.
Reyes Del Paso, G. A. (1991) Ritmos circadianos y depresión: fototerapia y cronoterapia. Apuntes de Psicología; 31: 49-56.


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