Vigorexia: La obsesión en el gimnasio

El término vigorexia entró a formar parte del vocabulario psicológico alrededor del año 1993 de la mano de Harrison G. Pope, un psiquiatra de la Harvard Medical School. Pope había elaborado realizado una investigación en la cual apreció que el 10% de los hombres que acuden al gimnasio sufren una especie de trastorno obsesivo relacionado con el desarrollo de los músculos.

Casi una década después, un nuevo estudio realizado en la Universidad Autónoma del Estado de México confirma esta idea. De hecho, en esta investigación se demuestra que aproximadamente el 30% de las personas que acuden al gimnasio sufren una "preocupación moderada" por su aspecto físico.

La vigorexia sería un trastorno dismórfico corporal, si bien aún no se ha clasificado como una psicopatología propiamente dicha. No obstante, se calcula que unos 200.000 españoles padecen de vigorexia; es decir, una obsesión por desarrollar y mantener un cuerpo atlético y musculoso.

Las personas que experimentan la vigorexia expresan una preocupación desmesurada por su imagen corporal y, a la misma vez, presentan una percepción distorsionada de la misma. De forma bastante similar a como sucede en la anorexia, estas personas perciben que su cuerpo como débil poco musculoso (aunque realmente no sea así).

El problema va más allá de las repercusiones psicológicas ya que en muchas ocasiones estas personas acuden a complementos como los anabolizantes esteroides en aras de acelerar la formación de los músculos.

Entre los síntomas de la vigorexia más apreciables pueden distinguirse:

- Aumento de las horas en el gimnasio hasta el punto que esta actividad ocupa gran parte del día.

- Dieta alimenticia baja en grasas, rica en carbohidratos y proteínas complementada con sustancias anabolizantes que promueven el crecimiento muscular.

- Preocupación obsesiva por el aspecto físico.

- Percepción errónea del propio cuerpo que les hace subvalorar los resultados alcanzados a partir del entrenamiento físico.

Dentro de los posibles factores causales pueden mencionarse:

- La incidencia de la cultura que promueve una imagen de belleza atlética y musculosa. De hecho, un curioso estudio citado por Baile muestra cómo la insatisfacción con la apariencia ha aumentado considerablemente entre los hombres, de un 15% en el 1972 hasta un 34% en el 1997.

- Alteraciones bioquímicas a nivel cerebral, fundamentalmente relacionadas con la serotonina.

- Baja autoestima y tendencia a la introversión.

Como consecuencia de la vigorexia las personas sufren un aislamiento social, se deterioran sus relaciones interpersonales con las personas más cercanas y usualmente el trabajo o el estudio también se resienten.

Obviamente, desde el punto de vista físico las consecuencias de la vigorexia también son graves. En primer lugar se aprecia una sobrecarga de actividad física que incide negativamente en los músculos, huesos y articulaciones provocando desgarros musculares o esguinces. De la misma forma, el consumo de anabolizantes durante largos periodos de tiempo puede provocar daños graves al funcionamiento hepático y renal e incluso puede actuar reduciendo la fertilidad de hombres y mujeres.


Fuentes:
Martell Alonso, C. A. (2006) Vigorexia: enfermedad o adaptación. Lecturas: Educación física y Deportes; 11(99).
Baile, J.I; Monroy, K.E. & Garay, F. (2001) Alteración de la imagen corporal, en un grupo de usuarios de gimnasios. Enseñanza e Investigación en Psicología: 161-169.


Jaume Guinot - Psicoleg col·legiat 17674
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