de Psicología y Terapias
Por eso, en esta sección, se quiere ubicar estos fenómenos en la categoría más amplia de las redes imaginarias. Destacar la importancia de las redes no es una idea muy profunda ni muy nueva, para el caso. Decir que vivimos en una sociedad en red se ha vuelto un lugar común. Si se permite exagerar un poco, la respuesta a todas las preguntas sobre que hay de nuevo en nuestra época actual, en el aspecto político, cultural, militar, se ve reducida a una sola, la red. Desde las redes financieras de alta velocidad que difunden los riesgos poco transparentes a las redes sociales que transforman el significado de la palabra amigo, ellas nos dicen que las redes son no sólo el contenido de la sociedad, sino también su estructura y mensaje. En todas las disciplinas y facciones políticas existe amplio consenso respecto de las redes que constituyen el diagrama de nuestra organización burocrática, nuestras interacciones sociales y biológicas, en una escala que va desde lo íntimo a lo global. La sociedad en red está compuesta por flujos de capital, información, tecnología, interacciones entreorganizaciones, imágenes, sonido y símbolos. Además, la asociación de las redes con la atemporalidad, que en una sociedad de red se trata
de crear eternidad durante nuestra vida alterando sistemáticamente el orden secuencial de las cosas.
Sin embargo, como todas las cosas nuevas, las redes han envejecido con rapidez, ahora sólo un chicle estirado y banal. Se cree que se volvieron viejos y banales no porque las conocemos, sino porque no las conocemos, porque estamos demasiado dispuestos a aceptar por respuestas que es la red, como si se tratara de una afirmación significativa. Es la red una respuesta atroz por su falta de posiciones, suponer que nosotros experimentamos la tecnología directamente, no que sentimos sus efectos en la manera en que facilita nuestra actividades y procesos de imaginación cotidianos.
Las redes, como ponen de manifiesto, son imaginadas, no se experimentan simple ni directamente. Y no sólo las redes tecnológicas o sociales, biológicas o culturales. Se quiere dejar esto en claro, no se está diciendo que las redes sean visión imaginarias, objetos de la fantasía que no existen, sino que su fuerza radica en la manera en que crean y representan conexiones y flujos, en las formas en que posibilitan eventos globales que van de uno a muchos.
Al plantear esto, esta comunidad imaginada tiene limitaciones inherentes, porque la noción nunca incluye a todos los pueblos, si no a un determinado pueblo, y a la vez es soberana, porque, dado que fue concebida durante la ilustración, la soberanía posibilitará la libertad. Fundamentalmente, esta comunidad política imaginada depende del capitalismo interesó, sobre todo de los diarios, lo que hace que el tiempo parezca como homogéneo y vacío. Los diarios, por su obsolescencia planificada con regularidad, crea una ceremonia masiva extraordinaria, en la que masas de individuos anónimos, en la privacidad de sus hogares, le en un diario. Cada comunicante está consciente de que la ceremonia está haciendo repetirá simultáneamente por miles o millones, de otras personas en cuya existencia confía, aunque no tengan la menor noción de su identidad.
Como evidencia la crisis actual de los diarios impresos, la noción de una comunidad imaginada que practica con regularidad en una ceremonia masiva y planificada corre peligro. Sin embargo, esto no significa que el nacionalismo haya muerto ni que las personas ya no se conciban a sí mismas como parte de una entidad mayor. Significa que la gente participa más de las redes imaginadas, grupos que son globales y libres en su vinculación no soberana. Grupos que pueden hacerse coincidir con el estado nación, pero que son mucho menores y mayores que la nación, más tribales. Las redes, en contraposición con las comunidades, destacan el flujo, el movimiento y la constante adición y el recorte de conexiones, que destacan las relaciones más que las identidades. Las redes también incluyen a las tecnologías como actores, subrayan las interacciones entre hombre y máquina.
Para finalizar, queremos mencionar la diferencia entre las redes imaginadas y las comunidades imaginadas en relación con el tiempo. Las primeras no se cristalizan en torno a extraordinarias ceremonias masivas y periódicas, sino a acontecimientos que son tanto increíblemente banales como terribles y esenciales, y que exigen una respuesta en tiempo real, como es el caso de las protestas. No se estructuran sobre la base de la atemporalidad, sino en torno a la crisis, en torno a una serie de presentes y posibles presentes.
La crisis en cuanto condensación del tiempo valorizar la información, promete sacarnos de lo banal y llevarnos a lo crucial. Cabe destacar que la crisis es privilegiada porque nos promete por resolución, porque hace que las redes, y los flujos están posibilitan, parezcan fundamentales y no banales, porque reafirmar nuestro rol de usuarios, rol que debemos cuestionar pero también celebra, dado que usar también implica aceptar que nos usen. La crisis como razón de ser de las redes también procura convertir nuestra vida en una serie de crisis extremadamente aburridas, una forma de responder a lo cotidiano que tal vez evite que respondamos, que disimula el hecho de que nuestras decisiones se están haciendo cada vez más automatizadas, sistemas de control. No es casual que las definiciones de tiempo real y de crisis estén estrechamente relacionadas. Fundamentalmente, los sistemas de tiempo real duro y blando están sujetos a una limitación de tiempo real. Es decir, deben responder, en una duración forzada, acciones predefinidas como hechos. En los sistemas informáticos, la medida de tiempo real es su reacción al vivo, su vitalidad, su capacidad de reconocer de inmediato nuestra acciones y responder a ellas.
de crear eternidad durante nuestra vida alterando sistemáticamente el orden secuencial de las cosas.
Sin embargo, como todas las cosas nuevas, las redes han envejecido con rapidez, ahora sólo un chicle estirado y banal. Se cree que se volvieron viejos y banales no porque las conocemos, sino porque no las conocemos, porque estamos demasiado dispuestos a aceptar por respuestas que es la red, como si se tratara de una afirmación significativa. Es la red una respuesta atroz por su falta de posiciones, suponer que nosotros experimentamos la tecnología directamente, no que sentimos sus efectos en la manera en que facilita nuestra actividades y procesos de imaginación cotidianos.
Las redes, como ponen de manifiesto, son imaginadas, no se experimentan simple ni directamente. Y no sólo las redes tecnológicas o sociales, biológicas o culturales. Se quiere dejar esto en claro, no se está diciendo que las redes sean visión imaginarias, objetos de la fantasía que no existen, sino que su fuerza radica en la manera en que crean y representan conexiones y flujos, en las formas en que posibilitan eventos globales que van de uno a muchos.
Al plantear esto, esta comunidad imaginada tiene limitaciones inherentes, porque la noción nunca incluye a todos los pueblos, si no a un determinado pueblo, y a la vez es soberana, porque, dado que fue concebida durante la ilustración, la soberanía posibilitará la libertad. Fundamentalmente, esta comunidad política imaginada depende del capitalismo interesó, sobre todo de los diarios, lo que hace que el tiempo parezca como homogéneo y vacío. Los diarios, por su obsolescencia planificada con regularidad, crea una ceremonia masiva extraordinaria, en la que masas de individuos anónimos, en la privacidad de sus hogares, le en un diario. Cada comunicante está consciente de que la ceremonia está haciendo repetirá simultáneamente por miles o millones, de otras personas en cuya existencia confía, aunque no tengan la menor noción de su identidad.
Como evidencia la crisis actual de los diarios impresos, la noción de una comunidad imaginada que practica con regularidad en una ceremonia masiva y planificada corre peligro. Sin embargo, esto no significa que el nacionalismo haya muerto ni que las personas ya no se conciban a sí mismas como parte de una entidad mayor. Significa que la gente participa más de las redes imaginadas, grupos que son globales y libres en su vinculación no soberana. Grupos que pueden hacerse coincidir con el estado nación, pero que son mucho menores y mayores que la nación, más tribales. Las redes, en contraposición con las comunidades, destacan el flujo, el movimiento y la constante adición y el recorte de conexiones, que destacan las relaciones más que las identidades. Las redes también incluyen a las tecnologías como actores, subrayan las interacciones entre hombre y máquina.
Para finalizar, queremos mencionar la diferencia entre las redes imaginadas y las comunidades imaginadas en relación con el tiempo. Las primeras no se cristalizan en torno a extraordinarias ceremonias masivas y periódicas, sino a acontecimientos que son tanto increíblemente banales como terribles y esenciales, y que exigen una respuesta en tiempo real, como es el caso de las protestas. No se estructuran sobre la base de la atemporalidad, sino en torno a la crisis, en torno a una serie de presentes y posibles presentes.
La crisis en cuanto condensación del tiempo valorizar la información, promete sacarnos de lo banal y llevarnos a lo crucial. Cabe destacar que la crisis es privilegiada porque nos promete por resolución, porque hace que las redes, y los flujos están posibilitan, parezcan fundamentales y no banales, porque reafirmar nuestro rol de usuarios, rol que debemos cuestionar pero también celebra, dado que usar también implica aceptar que nos usen. La crisis como razón de ser de las redes también procura convertir nuestra vida en una serie de crisis extremadamente aburridas, una forma de responder a lo cotidiano que tal vez evite que respondamos, que disimula el hecho de que nuestras decisiones se están haciendo cada vez más automatizadas, sistemas de control. No es casual que las definiciones de tiempo real y de crisis estén estrechamente relacionadas. Fundamentalmente, los sistemas de tiempo real duro y blando están sujetos a una limitación de tiempo real. Es decir, deben responder, en una duración forzada, acciones predefinidas como hechos. En los sistemas informáticos, la medida de tiempo real es su reacción al vivo, su vitalidad, su capacidad de reconocer de inmediato nuestra acciones y responder a ellas.
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