Por: Dr. Carlos Esteve Gutiérrez
Se parte siempre de la premisa de que el ser humano es un ser libre y que por lo tanto es responsable de todas sus decisiones. Es un hecho a priori, es algo que hoy difícilmente se podría poner en duda en un contexto científico. Pero este axioma, como la mayoría de todo lo que asumimos sin cuestionar, no resulta tan claro, ni tan evidente cuando se analizan más detenidamente los elementos que nos condujeron a su aseveración.
Para empezar, suponiendo que el ser humano es un ser libre, tendríamos que preguntarnos ¿Cuándo comienza a ser libre?, puesto que si pensamos que la libertad implica responsabilidad, también debemos asumir que implicará conciencia, luego entonces, tendríamos que traducir la pregunta a: ¿Cuándo comienza la conciencia? Porque resulta evidente que para obtener absoluta responsabilidad sobre una acción, es importante antes, conocer todas las implicaciones y consecuencias de ésta ya que de lo contrario, no sería viable responsabilizar al sujeto puesto que ignoraba y/o no era consciente de lo que hacía. Así por ejemplo a los niños se les priva de responsabilidad, aun de sus actos, a los adolescentes infractores, por ejemplo, no se les castiga, sino que se les orienta y en ambos casos el argumento resultó ser que éstos aún no son completamente responsables de sí mismos, es decir, son inconscientes, o quizá ¿No son libres aún?
Visto desde esta perspectiva ya no parece tan claro y tan "axiomático" el hecho de que el ser humano es un ser libre y que por ende es responsable de todas sus decisiones y de todas sus conductas, porque entonces implicaría reconocer que los infantes y los púberes no son seres humanos, lo cual es a luz de toda razón una aberración.
Así mismo, valdría la pena preguntar si la libertad es sinónimo de elegibilidad, es decir, si por el hecho de poder elegir, o estar obligado a elegir se está ejerciendo la libertad. Para ejemplificar este planteamiento haremos uso de una de aquellas situaciones que si bien son hipotéticas, son de frecuente aparición en la cotidianeidad de los individuos, me refiero a aquellos casos en los que la sabiduría popular ha determinado llamar: entre la espada y la pared. Uno es libre de elegir y por lo tanto sería responsable de estos actos, no obstante, ¿Es realmente libertad?, ¿Realmente debe existir un compromiso ante ese hecho? Una madre soltera que debe elegir entre el trabajo y su hijo ¿Realmente es libre de elegir?, aquél que tiene un trabajo esclavizante, pero es lo único que tiene es realmente libre de elegir su trabajo. Quizá en el discurso, la respuesta corresponderá a lo que nos han enseñado como verdad: somos seres libres y claro, tú puedes optar en emplearte por $3000 pesos mexicanos mensuales o puedes decidir, -libremente- no tener ingreso alguno, como Sartre haría referencia.
Hablando de responsabilidad, qué intervención tiene la culpa en todo lo relativo a la libertad. Usualmente se ha utilizado a la culpa como un componente que organiza el retroceso de un individuo, sin embargo, algunos psicólogos y psiquiatras ven en la culpa un argumento para señalar un mejor pronóstico, aunque evidentemente una culpa exagerada no hay forma de que pueda ser evaluada como parte de un buen pronóstico porque impide al individuo gozar y al mismo tiempo lo vuelve punitivo consigo mismo y con todo aquél que se cruce en su camino.
Estos tres temas, son sólo algunas de los muchos cuestionamientos que a la "libertad" podemos hacer. Pero parecen, los más relevantes.
Sin duda, hablar de libertad nos puede someter a complejos análisis y a discusiones bizantinas que poco pueden aportar a nuestra comprensión del tema. Y es que podemos hablar desde distintos tipos de libertad (libertad física, libertad moral, libertad de pensamiento.) hasta hacer planteamientos metafísicos en los cuales se conciba al cuerpo como una prisión del alma. Por ende, vale la pena aclarar que esas "libertades" no nos interesan aquí, pues si bien, es un tema interesante no es la libertad a la que queremos referirnos aquí.
¿Cuál es entonces la libertad de la que aquí hablamos? Justamente de aquella libertad con la que no nace el sujeto, sino que se gana, aquella que nos compromete con nosotros mismos y con nuestro contexto. ¿Cuál es esta libertad?
Bien sabemos que el ser humano nace con un costal de potencialidades que la filogenia ha aportado en él y la mayoría de las personas, en ese sentido suelen ser muy parecidas, no obstante, la real diferencia entre los individuos se produce en el contacto con la realidad y su desarrollo con y en ésta. Es decir, en el desarrollo ontogenético es donde se producen las diferencias más rotundas entre los individuos. Dentro de aquellas cosas que el ser humano tiene como potencial, pero que ha de desarrollar, está la libertad. Efectivamente, el ser humano no nace libre, sino que nace para serlo. La construcción de sus aprendizajes y sus experiencias son puestas constantemente en un juicio elaborativo, en el que se crea un sentido y una voluntad, así como un deber ser y un querer ser. Y en muchos casos, hecho este proceso elaborativo, se tendrá que ir en contra de la misma voluntad para ser libre. Pero esto sólo puede ser posible a través de la conciencia, de un conocimiento del individuo hacia sí mismo y hacia su contexto, de otra manera el sujeto podría volverse esclavo de sus impulsos. De ahí que el ser humano, al principio de su vida, tiene un largo periodo en el que alguien (generalmente sus padres) elabora junto con él sus aprendizajes y experiencias, por eso a los jóvenes no se les considera absolutamente responsables de sus actos, lo cual no implica que no sean libres, sino que están en construcción de esa libertad.
Desafortunadamente no basta crecer para ser libre, es algo que hay que buscar, por lo que hay que trabajar. El simple hecho de elegir, no puede ser sinónimo de ser libre, puesto que aun la conducta más pasiva puede implicar una elección y la libertad implica necesariamente actividad, no pasividad, es el sujeto quien hace uso de su libertad y eso es justamente lo que nos hace responsables de nuestros actos, ya que es el sujeto quien conciente y activamente ejecuta. Todos aquellos fenómenos que no guarden estrecha relación con la ejecución activa por parte del sujeto no implican libertad, pero habrá que tener cuidado, habrá que entender que como seres finitos tenemos un margen limitado de acción y en este marco se compromete nuestra libertad.
Se hizo mención antes que no es suficiente crecer para ser libre, sino que es algo que se construye y es necesario añadir a esta parte que es común encontrarse con que se desvirtúa la libertad en su opuesto, es decir, en la condena. Así la responsabilidad cobra matices de culpa y poco a poco el individuo construye culpa como su valor de evaluación, resultando de esto que no pueda responsabilizarse de sí mismo, no puede, tiene que "echar la culpa a otro".
El compromiso con la libertad se daría, entonces, en dos sentidos. Por una parte porque es una posibilidad a la que tenemos acceso y por otra porque ha costado mucho ganarse el derecho a ejercer esa posibilidad.
Bibliografía
- Apuntes, Análisis, Discusiones y Exposiciones de las clases del Doctorado en Filosofía Gestalt de la Universidad Gestalt
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