¿A quién no le ha ocurrido más de una vez contagiarse del bostezo de otra persona? Es algo tan corriente que nunca nos preguntamos a qué se debe.
Si embargo hay causas científicas que lo pueden explicar. Desde el punto de vista conductual, según investigaciones realizadas en Italia y publicadas en la revista PLoS ONE, el contagio de un bostezo es una conducta que se propaga entre dos o más personas de forma rápida (menos de 5 minutos) y de manera frecuente si entre ellas existe un lazo de empatía.
Se trataría de un "contagio emocional", según los investigadores del Museo de Historia Natural de la Universidad de Pisa (Italia) y del Instituto de Ciencias y Tecnologías Cognitivas del Consejo Nacional de Investigación de Italia (CNR-ISTC). El origen del bostezo espontáneo en sí se remontaría a hace más de 200 millones de años, conjuntamente con la evolución de los osteíctios.
"En función del grupo animal considerado, un bostezo puede indicar estrés, aburrimiento, fatiga o un cambio de actividad, como por ejemplo despertarse o acostarse", aclaró Elisabetta Palagi del CNR-ISTC y autora del estudio. El contagio del bostezo es de evolución más reciente y se observa únicamente en geladas, chimpancés y humanos, y también se ha observado en perros, es decir en especies con facultades cognitivas y afectivas desarrolladas.
El estudio se llevó a cabo con más de cien personas adultas de Italia y Madagascar durante un año. Se analizaron datos de más de 400 parejas de distinta nacionalidad y con distinto grado de familiaridad entre ellas: amigos, familiares, conocidos, desconocidos… y en distintos contextos sociales cotidianos (en el tren, en el trabajo, durante las comidas).
Mientras que ni el contexto social y ni la modalidad de percepción influía en la frecuencia del contagio del bostezo, el factor relevante resultó ser el grado de afinidad entre las personas. El bostezo se contagia con mayor frecuencia y más rápidamente si la pareja es un familiar, luego un amigo, luego un conocido y finalmente un desconocido. Ocasionalmente el contagio ni siquiera se produce. "Además el retraso en la respuesta (latencia), o cuánto se tarda en responder al bostezo de la primera persona, es menor en amigos, familiares y colegas que en desconocidos.", indica el Dr. Ivan Norscia de la Universidad de Pisa, autor principal del estudio.
Elisabetta Visalberghi del CNR-ISTC declaró: "Los resultados del estudio se basan en distintos indicios neurobiológicos obtenidos de informes anteriores. Estos han mostrado que algunas zonas encefálicas activadas durante la percepción del bostezo se solapan con otras implicadas en el procesamiento emocional."
Fuente
http://www.madrimasd.org
Jaume Guinot - Psicoleg col·legiat 17674
Psicologia Granollers
Psicologia infantil- Psicologia adultos - Terapia de pareja- Psicopedagogía - Logopedia - Coaching -Sexología - Psicologia Forense
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Se trataría de un "contagio emocional", según los investigadores del Museo de Historia Natural de la Universidad de Pisa (Italia) y del Instituto de Ciencias y Tecnologías Cognitivas del Consejo Nacional de Investigación de Italia (CNR-ISTC). El origen del bostezo espontáneo en sí se remontaría a hace más de 200 millones de años, conjuntamente con la evolución de los osteíctios.
"En función del grupo animal considerado, un bostezo puede indicar estrés, aburrimiento, fatiga o un cambio de actividad, como por ejemplo despertarse o acostarse", aclaró Elisabetta Palagi del CNR-ISTC y autora del estudio. El contagio del bostezo es de evolución más reciente y se observa únicamente en geladas, chimpancés y humanos, y también se ha observado en perros, es decir en especies con facultades cognitivas y afectivas desarrolladas.
El estudio se llevó a cabo con más de cien personas adultas de Italia y Madagascar durante un año. Se analizaron datos de más de 400 parejas de distinta nacionalidad y con distinto grado de familiaridad entre ellas: amigos, familiares, conocidos, desconocidos… y en distintos contextos sociales cotidianos (en el tren, en el trabajo, durante las comidas).
Mientras que ni el contexto social y ni la modalidad de percepción influía en la frecuencia del contagio del bostezo, el factor relevante resultó ser el grado de afinidad entre las personas. El bostezo se contagia con mayor frecuencia y más rápidamente si la pareja es un familiar, luego un amigo, luego un conocido y finalmente un desconocido. Ocasionalmente el contagio ni siquiera se produce. "Además el retraso en la respuesta (latencia), o cuánto se tarda en responder al bostezo de la primera persona, es menor en amigos, familiares y colegas que en desconocidos.", indica el Dr. Ivan Norscia de la Universidad de Pisa, autor principal del estudio.
Elisabetta Visalberghi del CNR-ISTC declaró: "Los resultados del estudio se basan en distintos indicios neurobiológicos obtenidos de informes anteriores. Estos han mostrado que algunas zonas encefálicas activadas durante la percepción del bostezo se solapan con otras implicadas en el procesamiento emocional."
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