Los hijos cuyos progenitores padecen una enfermedad mental pueden sufrir una infancia marcada por problemas emocionales. Por este motivo, si la familia no recibe la atención profesional necesaria, estos niños tienen mayor riesgo de desarrollar algún tipo de problema psicológico durante la vida adulta.
Una de cada cuatro personas sufre una enfermedad mental a lo largo de su vida, y muchas tienen hijos. La Organización Mundial de la Salud (OMS) define enfermedad mental como conjunto de síntomas y conductas clínicamente reconocibles, asociado en la mayoría de los casos con el malestar y con la interferencia en el funcionamiento personal. Hay distintas patologías psiquiátricas, así como distintos niveles de gravedad. La depresión, la esquizofrenia, el trastorno bipolar o el obsesivo-compulsivo, los trastornos de la personalidad... son diferentes dolencias que tienen en común que dificultan en -mayor o menor medida- la vida de las personas que las sufren. Y también las de sus descendientes.
Enfermedad mental en embarazadas
Debido al elevado número de personas que sufren una enfermedad mental a lo largo de su vida y que, además, tienen hijos, muchos centros de salud cuentan con programas de psiquiatría perinatal. Estos servicios están especializados en el diagnóstico y el tratamiento de los trastornos psiquiátricos asociados a la maternidad. Una persona que padece unadepresión grave o esquizofrenia, por ejemplo, puede tener serias dificultades para proporcionar el marco necesario de seguridad, atención y afectividad para que un niño se desarrolle psicológicamente de forma adecuada.
El 20% de las embarazadas sufre algún problema psicológico que puede perjudicar el vínculo entre madre e hijo
Durante mucho tiempo, se ha creído que el embarazo garantizaba una época de bienestar para las futuras madres. Pero numerosas investigaciones muestran que no ejerce un factor protector en la salud psíquica de las mujeres, ya que el 20% de lasembarazadas sufre algún problema psicológico. Los más frecuentes son los trastornos depresivos o de ansiedad. Y pueden perjudicar el vínculo materno-filial, fundamental durante los primeros meses de vida para el futuro del niño, como señalan la mayoría de los expertos.
Tras el estigma de la enfermedad mental
Según un estudio realizado por la Universidad Complutense de Madrid, en colaboración con Fundación Manantial, con 206 hijos menores de 60 personas atendidas en la Red de Atención Social a Personas con Enfermedad Mental de la Comunidad de Madrid, el 65% de las que padecen un trastorno mental tuvo hijos después de que comenzaran sus problemas psicológicos. A tenor de los resultados, el perfil de la persona que sufre una patología mental y tiene hijos es una mujer entre 41 y 50 años, con dos hijos cuya edad media es de diez años, ingresos que provienen de una pensión no contributiva y una minusvalía del 65% debida a una esquizofrenia o un trastorno de la personalidad.
Algunos de los datos que más llaman la atención del estudio es que el 43% de los niños no saben que sus padres sufren una enfermedad mental, y casi un 70% de los adultos no hablan con ellos de sus problemas psicológicos. Además, la mitad de los niños no viven con sus padres; y cuando es la madre la afectada solo uno de cada diez niños viven con ellas.
Para intentar prevenir que los niños sufran déficits psicológicos que puedan comprometer su desarrollo, la Fundación Manantial y Obra Social Caja Madrid han puesto en marcha el proyecto "La Casa Verde", un programa de apoyo, prevención y seguimiento para niños entre cero y cinco años hijos de personas que sufren una dolencia psiquiátrica.
CÓMO AYUDAR A LOS HIJOS DE ENFERMOS MENTALES
Según el Real Colegio de Psiquiatras (Reino Unido), los siguientes factores pueden ayudar a mitigar los posibles efectos negativos de crecer con unos progenitores que sufren una enfermedad mental:
Tener a uno de sus padres o familiares adultos que ofrezca seguridad, consistencia y cariño.
Recibir información o explicaciones sobre la enfermedad de sus padres.
Que progenitores y maestros sean conscientes del estrés que puede sufrir un niño con un padre enfermo.
Reconocer que una conducta difícil de un niño puede ser una petición de ayuda.
Apoyo y ayuda práctica para la familia en los cuidados del niño.
Apoyo de los servicios sociales ante problemas que pueden dañar la salud del niño o su desarrollo.
Cuando un niño o un adolescente tiene problemas de conducta que interfieren en su vida diaria, puede que necesite la ayuda de un especialista. El médico de familia podrá aconsejar sobre los recursos locales y derivar al joven, si precisa, al centro de salud mental infanto-juvenil de la zona.
Un niño puede beneficiarse de tener la posibilidad de hablar sobre la enfermedad de sus padres y de sus preocupaciones con un profesional especializado con estos temas. Puede necesitar también ayuda para manejar sus propios problemas emocionales y conductuales.
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