Lo mejor, según los expertos, es repartir el descanso en dos o tres períodos de entre 7 y 10 días; con una sola pausa al año no alcanza
Despilfarrar las vacaciones de un solo saque, como suele suceder en la temporada de verano, no es la mejor opción para cortar con la rutina, oxigenarse y recargar energías.
Lo ideal, según expertos consultados por LA NACION, es repartir los días de descanso en, por lo menos, dos o tres períodos de entre siete y diez días cada uno, durante todo el año. Las escapadas de fin de semana también son bienvenidas. Pero una sola pausa al año, insisten los especialistas, no es suficiente.
"Lo que garantiza que uno se distienda y renueve el ánimo para retomar el trabajo o el estudio es la redistribución de los tiempos de receso en forma estacional, como lo plantean los franceses en el nivel escolar, por ejemplo", dice Susana Mauer, psicóloga y especialista en niñez y adolescencia.
¿Cuánto deben durar las vacaciones para tener un efecto positivo en la salud? Con ese interrogante como planteo, el doctor Pierre Delbarre, del hospital Cochin Park Royal de París, investigó sobre el tema y, luego de algunos estudios, llegó a la conclusión de que "se sufrirían menos enfermedades si tomáramos nuestras vacaciones en lapsos cortos y frecuentes: al menos dos o tres períodos de entre siete y diez días por año".
Las clásicas escapadas de fin de semana o minivacaciones (fortalecidas desde 2010 por el nuevo calendario nacional de feriados) también son aconsejadas para renovarse y cambiar de aire, y deberían convertirse en momentos especiales, como Delbarre propone, "para encontrarnos con nosotros mismos en lugar de perdernos".
Hacer cosas excepcionales a la rutina habitual es una de las claves para que las vacaciones dejen un saldo positivo. "Debería ser un tiempo de goce y de descubrimiento, una situación ideal para realizar una experiencia distinta, vinculada más con ese otro que albergamos dentro de nosotros mismos, pero que no dejamos salir en la cotidianeidad", dice el psicólogo Norberto Inda, de la Asociación Argentina de Psicología y Terapias de Grupo (Aaptg).
Un desafío como meta, relacionado con la destreza o el conocimiento, ya sea escalar una montaña, tirarse en paracaídas o aprender un nuevo idioma, es un buen motivador para reducir los niveles de estrés y agotamiento relacionados con el trabajo, el estudio o las obligaciones diarias. Según investigadores de la Bowling Green State University de Ohio, en Estados Unidos, "las personas que se imponen retos durante las vacaciones pronto dejan de preocuparse por el trabajo y se sienten menos exhaustos cuando regresan a la oficina en comparación con los que sólo se acuestan a tomar sol".
Para Iris Pugliese, "las escapadas cortas son efectivas mientras no impliquen una gran movilización, y si no hay chance para salir de viaje no importa, es una buena oportunidad para interactuar más con la familia, compartir más tiempo juntos y aprovechar el tiempo libre para charlar y preocuparse por lo que le pasa al otro".
Coincide en este punto también Mauer, que señala: "Un fin de semana largo no tiene que ser sinónimo de armar valijas y salir de viaje. Los días libres pueden ser aprovechados sencillamente para estrechar tramas fraternas y los lazos entre padres e hijos".
EL PICO MÁXIMO, AL FINAL
Es una regla que no falla, y que el psicólogo y economista israelí Daniel Kahneman, ganador de un premio Nobel, definió como " the peak end rule ", donde las experiencias del pasado son juzgadas casi en su totalidad según cómo fueron en su momento cumbre ( peak ) y en cómo terminaron (end ). La información restante no se pierde en la memoria, pero tampoco es valiosa para el juicio final. Por eso, la clave de las vacaciones está en vivir una experiencia intensa y distinta sobre el final del período de descanso, sea éste de tres, siete o quince días. Así lo confirma Kahneman, laureado con el Nobel de Economía en 2002, por haber integrado los avances de la investigación psicológica en la ciencia económica.
Otra opción, de acuerdo con un estudio de psicólogos de la Universidad de Manchester, en Inglaterra, del que participaron 3000 vacacionistas, indica que se pueden extender los efectos de las vacaciones "si se continúa haciendo algo de lo que se realizaba durante los días de descanso: comer lo mismo en el desayuno, nadar por la mañana o continuar con la lectura del mismo libro iniciado en el viaje".
De esta forma, los recuerdos agradables de las vacaciones perduran por más tiempo y los efectos positivos del descanso se prolongan más allá de las dos o tres semanas luego del regreso, momento en el cual, según coinciden los expertos, la magia de las vacaciones comienza a desaparecer.
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