Lograr concentrarse en el tema que se desarrolla en la clase requiere una fuerte motivación intrínseca (deseo de aprender), motivación extrínseca (que las estrategias de transmisión de conocimiento sean pertinentes y la temática sea interesante) capacidad de concentración, y falta de fuentes de distracción, por ejemplo, ruidos.
Cuanto más pequeños sean los niños más les costará mantener centrada su atención en una explicación, ya que la escucha activa recién aparecerá con mayor fuerza en la adolescencia; por lo tanto las exposiciones del maestro deben ser breves, y tratar de que la atención se vuelque en la tarea a realizar.
Tener en cuenta que para atender en clase debe liberarse la mente de preocupaciones, estar descansado, sin hambre y sentirse en general saludable. Cuando la mente está ocupada en resolver cuestiones fisiológicas o problemas cotidianos, la atención a la clase no será fácil.
En aulas muy bulliciosas y desordenadas no puede pretenderse que los alumnos presten atención, y esto impide el aprendizaje. Tener alumnos presentes en forma física pero cuya mente esté en otra parte, es lo mismo que no tenerlos a los efectos de lograr que aprendan.
El maestro puede estimular la atención haciendo participar activamente a los alumnos en la clase, mediante preguntas, pidiendo que ejemplifiquen, que pasen al pizarrón, que aporten alguna idea, etcétera. Es fundamentar evitar el uso en clase de teléfonos celulares, que aunque están prohibidos en el aula, los niños se ingenian para utilizarlos y distraen demasiado.
Por supuesto siempre hay excepciones, hay educandos con una motivación intrínseca tan fuerte que son capaces de atender en clase a pesar de tener problemas personales o factores extrínsecos de distracción, y esto los convierte en alumnos potencialmente muy eficaces.