No saben decir papá o mamá, pero razonan. Al menos si hablamos de "razonamiento puro". Un estudio coordinado por el investigador de la Universitat Pompeu Fabra Luca Bonatti ha conseguido demostrar que los niños de 12 meses ya manejan el raciocinio, y son capaces de intuir cómo acabará una situación que nunca antes habían vivido.
Hasta aquí la teoría. Y ahora, el experimento. En su laboratorio, Bonatti trabajó con 60 niños, y todos se sometieron a la misma prueba. El investigador les mostraba un vídeo donde se veía un bombo de lotería que contenía cuatro piezas –tres amarillas y una azul–, en movimiento. En un momento dado, en la imagen se ocultaba el bombo y justo al volver a mostrarlo caía la pieza azul. Reacción: caras de asombro en el niño, que manejando un cálculo de probabilidades, contaba con que saliese la amarilla. El problema, medir ese grado de asombro. "No hay un acuerdo claro sobre cómo medir ese rasgo en la cara de un niño", asegura Bonatti, que grababa las caras de los pequeños e iba congelando las imágenes para ver la evolución de sus gestos después de que saliera la bola del bombo.
Tras infinitas repeticiones y variables, los resultados apoyaban la tesis: cuando la bola que caía no era la que apuntaba la lógica, el niño miraba fijamente la pantalla, extrañado por el resultado, todo lo contrario que si la bola era la que tenía más posibilidades de salir, que dejaba al pequeño tranquilo y con semblante relajado.
Sin experiencia
El trabajo científico habla constantemente de razonamiento puro, aquel que maneja un niño ante una situación nueva, que nunca ha vivido, y en la que no tiene experiencia que le pueda guiar para actuar. "Son páginas en blanco, es decir, manejan la razón de manera pura, pura... sin interferencias por vivencias que hayan tenido previamente. Se enfrentan a una situación totalmente nueva, desconocida, y reaccionan ante ella aplicando puro raciocinio", explica el investigador.Ese razonamiento de página en blanco da un valor añadido al niño, según Bonatti: "En comparación, un adulto comete errores enormes ante un problema que se le plantea". ¿Por qué? Es ahí cuando entra en juego la experiencia, que puede ser "buena o mala" para enfrentarse al problema; y si es mala "juega malas pasadas a la hora de tomar decisiones". El niño carece de ella y, sin embargo, es capaz de "razonar como un auténtico adulto".
Vía: 20 Minutos
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