El lejano país de la adolescencia

La adolescencia es una etapa conflictiva en la que padres e hijos
parecen hablar distintos idiomas y vivir no ya en países, sino en
universos diferentes. Nadie tiene la culpa, jóvenes y adultos sufren
por igual una situación de cambio, de crecimiento, frente a la cual se
sienten a menudo sin recursos. Una de las personas que más ha
reflexionado sobre este momento vital es Alain Braconnier,
especialista en psicología y psicopatología de la adolescencia, que
ayer impartió una charla gratuita sobre ´La crisis en el adolescente´
organizada por la Asociación para la Docencia e Investigación en Salud
Mental de Ibiza y Formentera (Adisamef).
Braconnier habla de crisis del adolescente, pero también de crisis
parental. Unos pasan el duelo por la infancia que deja atrás y los
otros por la pérdida de ese niño que se está convirtiendo en hombre.
«En los años 80 y los 90 había una visión lineal, de causa-efecto, de
la relación entre padres e hijos. Ahora se ha pasado a una visión
interactiva en la que se admite que los problemas de unos repercuten
en los de los otros y se produce una interacción en espiral. A veces
esta espiral se cierra y se convierte en un círculo del que es difícil
salir y se repiten los mismos conflictos», argumenta el director del
centro de salud mental Philippe Paumelle.
Braconnier defiende que en la actualidad es más difícil ser padre o
madre de un adolescente por los cambios sociológicos que se están
produciendo. «Antes el adolescente recibía información
fundamentalmente de la familia y de la escuela, ahora están Internet,
los amigos y muchos otros estímulos que no son controlados por los
padres y que pueden facilitar o dificultar el desarrollo del
adolescente», advierte, y añade que a esto se unen a menudo las crisis
de pareja o de familia, por lo que las posibilidades de llegar a un
entendimiento se reducen. «Los cambios respecto al modelo tradicional
de familia han dejado a los padres sin un referente sólido. Necesitan
hablar con otros padres a la salida del cole, apuntarse a
asociaciones, buscar guías o consultar a profesionales para que les
orienten y resuelvan sus dudas», observa Braconnier, autor de varios
libros sobre la materia, entre ellos ´Guía del adolescente´, publicado
en España por Síntesis.
«Muros con muescas»
Uno de los mayores riesgos a los que se enfrentan las familias, en
opinión de este, es la fatiga física y emocional de los padres,
consecuencia del ritmo de vida actual. «Llegan a casa agotados y lo
último que desean es encontrarse con los conflictos que los
adolescentes les traen a casa. Los jóvenes quieren ser originales,
manifestar y afirmar su diferencia. Los padres que están demasiado
cansados pueden no escuchar o responder a los ataques con ataques»,
alerta. Como investigador, aconseja no ser un muro liso, sino «un muro
con muescas» a las que el adolescente pueda cogerse. «Los padres
tienen que comprender que crecer es un acto agresivo. En esos momentos
es muy importante la relación de pareja de los progenitores, no entrar
en el juego de las divisiones que desconciertan al joven que está
buscando referencias sólidas», explica. En el caso de padres
separados, advierte que a menudo los adolescentes, que buscan un
placer inmediato, intentan aliarse con el que intuyen que les dirá que
sí a su deseo y de esta forma enfrenta a los progenitores. «El chico
se infiltra en la grieta que hay entre los padres, hace que se separen
todavía más y entonces él se queda en el vacío, sin un lugar en el que
apoyarse».
Braconnier ofrecerá hoy un seminario especializado sobre el ´Abordaje
psicopatológico del adolescente con personalidad límite´, un foro
destinado a profesionales sanitarios, sociosanitarios, de servicios
sociales y de la educación. «Es un trastorno de la personalidad que
genera conductas de riesgo, trastornos alimentarios y a menudo se
tratan los síntomas asociados en lugar de realizar un diagnóstico
acertado que vaya al origen del problema», apunta Juan Larbán como
portavoz de Adisamef. Braconnier recomienda enfrentarse a este
problema desde una perspectiva multidisciplinar que combine
psicoterapia, medicación y reinserción social.
Amar, vivir y sobrevivir
Braconnier tiene claro que el error más común de los padres durante la
temida adolescencia es «dejar de ser padres». El padre/madre debe
mostrarse como una figura sólida, de autoridad, que sabe lo que quiere
y que no oscila con los movimientos del adolescente. «Tiene que
mantenerse firme para contener los ataques del adolescente que tiene
deseo de afirmarse enfrentándose al adulto, pero también mucho miedo
de dónde le puede llevar eso», señala. Para el joven puede ser
«angustioso» que los padres dejen de estar en el lugar que él espera
que estén, «aunque para atacarlos y decirles que son unos antiguos».
Este especialista asegura que el deber de los padres durante esta
etapa es continuar amando a sus hijos («es más difícil hacerlo de
adolescentes que de niños»), sobrevivir a sus ataques y vivir también
para ellos mismos, no solo para sus hijos.
La delgada línea entre lo normal y lo patológico
La línea entre lo normal y lo alarmante es muy estrecha durante la
adolescencia. ¿Cómo saber si existe un problema grave?. Braconnier
asegura que lo habitual en todos los adolescentes es explorar los
límites a través de las conductas de riesgo: ingesta de drogas,
pequeñas fugas, hurtos, promiscuidad sexual, absentismo escolar…
«Para diferenciar los comportamientos de riesgo que se pueden
considerar normales de los graves hay que fijarse en la repetición. No
es lo mismo fumarse un porro a la semana que hacerlo contínuamente.
También hay que observar la asociación de estas conductas: si mantiene
una sola conducta de riesgo y no es repetitiva puede considerarse un
comportamiento propio de la edad, si esa conducta es repetitiva y
coincide con varias conductas transgresoras más la situación se
complica», explica el psiquiatra y psicoanalista.
El tercer factor a tener en cuenta sería la disociación: los padres
llegan a tener la sensación de haberse quedado por completo al margen
de la vida de su hijo. Esta alienación debe evitarse «aunque el
adolescente lo pida». «Los padres no deben ser intrusivos, pero
tampoco quedarse al margen. Deben saber con quién se relaciona su
hijo, qué es lo que le gusta…», añade.
Finalmente, el experto señala que los padres «intuyen» cuando algo «no
va bien» con su hijo. Sin embargo, en muchas ocasiones les cuesta
reconocer la situación porque se sienten culpables de los problemas de
sus hijos adolescentes. «Las que lo intuyen suelen ser las madres, con
mucha más frecuencia que los padres», relata Braconnier mientras se
encoge y señala sus entrañas en un expresivo gesto. «Los padres buscan
la solución, las madres buscan comprender», concluye.
Ante problemas concretos, como el consumo de drogas o el sexo, apunta
que lo importante para acertar en la educación no es el argumento a
favor o en contra sino la actitud, que debe ser firme y coherente.
origen: diariodeibiza.es
Jaume Guinot
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