Una persona hipnotizada no está dormida pero no está despierta. La técnica, es históricamente controversial pero, desde el siglo pasado, tiene validez como un proceso terapéutico que facilita el acceso a los traumas. No obstante, los prejuicios culturales y la falta de información no ha permitido que en Costa Rica se aplique con tanta facilidad
Aún con los ojos abiertos puedo ver las escaleras que, dos meses atrás, la psicóloga Laura Chavarría me pidió que imaginara. Puedo observarme de pie en la cima de veinte escalones de concreto blanco, resplandecientes, justo encima de una habitación igual de blanca completamente iluminada con rayos de luz solar, a pesar de no tener ventanas. En su pared izquierda hay tres puertas. Tengo que abrir una de ellas.
"Quiero que sepás que ni siquiera es importante si una parte de tu mente se encuentra muy consciente analizando el contenido y del impacto de lo que voy diciendo", me reafirma Chavarría después de que me diera un ataque de risa. Mi cuerpo está reclinado en un diván de su oficina en El Arte del Cambio, un consultorio en Curridabat en el que ella y otros cinco especialistas ofrecen terapia psicológica que complementan con hipnosis clínica.
El proceso de preparación para la hipnosis no se parece en nada a lo que yo me imaginaba. No hay péndulos que cuelgan frente a mis ojos, no hay espirales hipnóticas, no hay misticismo y, sobre todo, no hay ninguna orden de que haga el ridículo.
"En este trance hipnótico agradable podés percibir a la mente consciente y a la mente inconsciente para acceder a esa parte tuya amplia y creativa, y dejar que el cuerpo descanse profundamente para proyectarte, para visualizarte, para imaginarte, que te encontrás ahora en el escalón superior de una sólida, segura e iluminada escalera", dice la psicóloga con voz suave y cadencia lenta.
Antes de la hipnosis, Chavarría me habla con un tono práctico y casual.
Conversamos fluidamente sobre mis problemas, como atendería la psicóloga a una persona que asiste a su primera consulta y no a una periodista curiosa.
Esa cita es la segunda vez que nos vemos en su oficina, pero es la primera ocasión en la que me recibe como paciente. Unas semanas antes de la sesión de hipnosis la entrevisté para que me explicara su historial profesional.
En Costa Rica, la hipnosis no tiene tantos años de ser aplicada como una técnica válida de terapia psicológica. Chavarría es la nieta del primer médico costarricense que nutrió, teórica y técnicamente, el procedimiento: el doctor Mario Alvarenga.
Al aprenderlo de primera mano, la psicóloga se ha dedicado a retransmitir, a otros de sus colegas, los conocimientos que Alvarenga desarrolló hasta el 2006, año en el que falleció.
Según explican los especialistas ticos, la terapia psicológica funciona con objetivos específicos. Antes de introducir la hipnosis en un tratamiento, los terapeutas realizan entrevistas a profundidad y otras técnicas de acompañamiento psicológico a fin de diseñar un abordaje particular según el caso.
"Para hacer terapia tiene que haber un interés, una finalidad", asegura Rafael Cordero, psicólogo que fungió como el presidente fundador de Asociación Costarricense de Hipnosis Clínica (ACOHIC) en el 2010. "Primero hay que realizar una entrevista para ver cuál es la finalidad de la persona; y, bueno, verificar que tenga una finalidad porque a veces la persona es traída a la consulta y no viene por un deseo propio. En esa entrevista se definen objetivos y, una vez definidos, se valora cuál sería la forma más adecuada de tratarlos. Luego, si el caso lo amerita, vendría la hipnosis clínica. No necesariamente se hace sesión tras sesión, a veces se hace una sesión de hipnosis y luego otra conversación, según lo que la persona reporte. Es decir, cada sesión de hipnosis se ajusta según lo que la persona va informando".
Aún cuando cada proceso terapéutico tiene su propia velocidad, cuatro pacientes corroboraron lo mismo que dijeron los psicólogos: la hipnosis genera efectos a corto plazo y permite abordar emocionalmente los problemas que ya habían identificado de forma racional y que, sin embargo, no habían resuelto con satisfacción.
Del show a la técnica
"Una cosa es confiar y otra es creer", clarifica Paula Llobet, presidenta actual de la ACOHIC. "No hay que creer en la hipnosis porque la hipnosis es una herramienta, una técnica validada desde hace muchos años por la ciencia. Esto no es una cuestión de fe".
La aversión a "creer" en la hipnosis tiene raíces culturales, porque su uso pertenece al universo de lo fantástico: en un episodio de Los expedientes secretos X , el agente Fox Mulder logra recordar su abducción extraterrestre gracias a un tratamiento con hipnosis. En la película de comedia Zoolander el personaje principal se convierte en un arma asesina cada vez que escucha Relax de Frankie Goes to Hollywood.
Referencias así no son arbitrarias. En el siglo XIX, mientras unos investigaban los usos médicos del trance hipnótico, otros lo utilizaban como un espectáculo.
En Costa Rica, el uso de la hipnosis clínica está regulado en la Ley General de Salud
La ley prohibe ejercer la hipnosis con fines que no sean terapéuticos y cualquier profesional que lo haga debe ser autorizado por el Colegio de Médicos y Cirujanos
En 1775, el médico alemán Franz Mesmer acuñó el "magnetismo animal". Mesmer puso en práctica su teoría para influenciar la salud de sus pacientes con imanes pero, después de que comenzó a creer que él mismo estaba lleno de un magnetismo sobrenatural, sus técnicas se terminaron convirtiendo en trucos de fiesta.
En la década de 1840, el neurólogo escocés James Braid asistió a uno de esos shows de magnetismo y vio cómo los voluntarios del público eran programados para recibir las órdenes de un ilusionista y, después, para olvidar todas las cosas humillantes que les tocaba hacer en el escenario.
Braid comenzó a trabajar como un escéptico que quería descartar la teoría de Mesmer pero, en 1845, bautizó como "hipnosis" al trance entre la consciencia de la vida cotidiana y la inconsciencia del sueño.
Pese a que otros investigadores como Braid explicaron con ciencia lo que otros aplicaban como "magia" – por ejemplo, el psiconalista Sigmund Freud fue uno de esos investigadores–, tuvo que pasar más de un siglo para que el gremio validara a la hipnosis: fue en 1958 cuando tanto la Asociación Médica Estadounidense y la Asociación Estadounidense de Psicología reconocieron esta terapia como un procedimiento médico.
"La mayoría de la gente, cuando uno habla de hipnosis, se asusta mucho", dice Chavarría riéndose. "La hipnosis no es una cuestión dogmática, tiene un fundamento científico. Yo parto de una explicación neurológica", afirma.
Antes de tratar a sus pacientes, Chavarría ofrece una explicación sobre qué es la hipnosis. Lo primero que define son las ondas cerebrales, la actividad eléctrica que produce el cerebro. En el estado de vigilia, dice, el cerebro genera frecuencias beta.
"Cuando el chiquito comienza a ir a la escuela y le dicen que copie, que ponga atención, eso es un llamado a beta. Son las ondas de los pensamientos de estrés, de estar alerta y son las ondas en las que estamos en vigilia, la mayor parte del tiempo", describe.
En el sueño, la psicóloga detalla la aparición de las ondas delta y theta, que corresponden al sueño superficial y al sueño profundo.
"Hay una frecuencia que no corresponde estrictamente a ninguno de los dos estados: ni estás dormida ni estás despierta, esas son las ondas alfa", explica. "Cuando el conocimiento del cerebro avanza, se dan cuenta que las ondas alfa no solo se producen en el estado hipnótico o cuando estoy cabeceando de sueño. Pasa cuando te quedás ida, soñás despierta, cuando hacés algo en automático y, particularmente, se generan cuando hacés algo que disfrutás hacer. Es natural que todas las personas, durante el día, experimentemos momentos de trance de forma espontánea", precisa la especialista.
A pesar de que ahora la hipnosis está reconocida ampliamente como un procedimiento médico, muchos pacientes asisten a sus primeras consultas con una actitud de desconfianza.
"Honestamente, al día de hoy, yo soy muy escéptico con esas cosas", afirma Carlos, un ingeniero en informática de 33 años que recibió terapia para tratar sus ataques de pánico. "Pero al final de cuentas seguí las instrucciones que me hacía la psicóloga y escuchaba las programaciones que me grababa en el celular".
Pese a las reafirmaciones de Chavarría, es muy difícil deshacerse de la idea de que en una hipnosis la mente no queda vulnerable a la voluntad del psicólogo. Cuesta mucho no darle un valor sobrenatural a una parte del cuerpo humano que está tan intrínsecamente relacionada con la espiritualidad y el misticismo.
Así es como, antes de asistir a mi sesión de programación, lo primero que me recomendaron mis colegas es que fuera acompañada del fotógrafo que ilustró este reportaje; un editor me sugirió que cambiara la clave de mi cuenta bancaria.
Heridas y puntadas
La metáfora más común para explicar la hipnosis clínica suele ser la cirugía. Es irónico porque la mente como tal no es un órgano físico sino que reúne una serie de conceptos abstractos, biológicamente atribuidos al cerebro: el pensamiento, la memoria, la consciencia.
"Racionalmente todo estaba claro: todo lo sabía, todos los análisis de qué significaba eso. Pero quedaba a ese nivel. Es como una cebolla que usted va pelando, usted quitaba esa capa pero ahí quedaba", explica Luisa, una mujer de 49 años que ha recibido terapia con hipnosis desde el 2013. Previamente, había tratado una historia de abuso sexual en su infancia con otros psicólogos; no obstante, estaba "insatisfecha" con el tratamiento porque continuaba persiguiendo relaciones amorosas tóxicas.
"¿Cuántos meses, cuántos años usted invierte en tomar consciencia de sus problemas? Después de que usted toma consciencia, usted sale del consultorio y va con toda la mentalidad pero, a nivel interno, sanar esas heridas cuesta mucho. Para mí era demasiado lento y seguía metiéndome en relaciones que me hacían sentir malísimo. Todo esto se basaba en que yo no me daba cuenta de mi valor, no me había perdonado a mí misma la situación que viví en la infancia. Cuando usted cambia su pensamiento es importante pero sanar las heridas es esencial", asegura.
Quizás por esa manera física de describir las heridas emocionales es que Chavarría ve a la hipnosis como una intervención quirúrgica.
"Yo lo comparo con una herida: una cortada que te hiciste y no supiste cómo curártela. Al pasar el tiempo, esa herida se te infecta, te duele. Eso pasa con los traumas", describe Chavarría. "La gente cree que porque algo no se recuerda no afecta y eso es falso. Yo puedo haber vivido una situación traumática, tal vez no la recuerdo conscientemente y me afecta en muchos sentidos".
Por sí misma, explica la especialista, la hipnosis no adormece el dolor ni suprime los recuerdos del trauma. El trance hipnótico favorece a que el paciente esté en un estado más receptivo a las sugestiones que, oralmente, va indicando el terapeuta.
La Asociación Costarricense de Hipnosis Clínica se fundó en el 2010 para acoger a los terapeutas que querían aprender de la técnica. A julio, existen 27 profesionales asociados al grupo.
Chavarría realiza un largo trabajo de inducción –del que puedo dar fe– para que la persona se relaje profundamente y llegue a estar más susceptible a responder, en estado de trance, a lo que ocurre en la conversación.
"Una sugestión es sugerirle algo. Eso ocurre en todo lado, el mercadeo es sugestión. No es una orden, no es una manipulación", puntualiza la psicóloga Paula Llobet. "En ese estado de trance hay mayor probabilidad de que tu mente acepte esa sugestión. Como son sugestiones a tu beneficio, hay mayor probabilidad de que la mente lo acepte".
"Nunca he perdido la consciencia, siempre he estado consciente de qué me está preguntando y de qué le estoy contestando", asegura Marcela, de 36 años, que dentro de su tratamiento con hipnosis regresó a un recuerdo inconsciente en el vientre materno. "Sentir lo que mi mamá me amaba fue algo que tal vez no puedo comparar con ningún sentimiento pero usted puede percibirlo. Fue fuerte, jamás pensé que algo así pudiera llegar a pasar, pero sí está en el cerebro. Ahí están esas emociones".
Entre las sugestiones más comunes se encuentran las de programación (las que buscan modificar una conducta) y, también, las que permiten la regresión, la revivificación de momentos traumáticos del pasado.
En Costa Rica, esa última técnica fue ampliada por la labor del doctor Mario Alvarenga, un especialista cartaginés que, hasta su muerte en el 2006, se dedicó a investigar la hipnosis como procedimiento médico.
En 1996, Alvarenga publicó la primera edición de El hipnotismo: fascinante manantial terapéutico. A la fecha, veinte años después, es el único libro escrito en el país que habla abiertamente del proceso técnico de la hipnosis y que expone varios de los casos que recibió en su consultorio.
"Desde muy chiquitita estuve en contacto con eso: tenía un examen y él me hacía hipnosis, me dolía la cabeza y él me hacía hipnosis… Como que siempre fue cotidiano. Entonces me interesé desde pequeña, en el colegio ya estaba haciendo regresiones a compañeros y de todo (risas). Después estudié psicología como una forma válida de aplicarlo", asegura Chavarría, nieta de Alvarenga y quien ha continuado la labor evangelizadora de la técnica después de que falleció su abuelo.
Alvarenga definitivamente es el personaje alrededor del cual giran los mitos e historias de la hipnosis tica. Aunque ejerció puestos administrativos en varios hospitales del país, popularmente se le recuerda por haber luchado a capa y espada para normalizar la técnica.
No obstante, a pesar de dedicar más de cuatro décadas en favor de la hipnosis, el Colegio de Psicólogos de Costa Rica no comenzó a apoyar a los terapeutas hasta los últimos años.
La Asociación Costarricense de Hipnosis Clínica se fundó en el 2010, año en el que Chavarría ya había invertido suficientes años en capacitar a otros colegas.
"En realidad, yo no me atrevería a decir que haya ha habido un momento en el que el Colegio de Psicólogos no ha apoyado", discrepa el psicólogo Albán Brenes, quien respondió a nombre del Colegio para este reportaje. "Lo que sucedió es que, en otra época, no había colegiados que estuvieran formalmente interesados en entrenarse dentro de la hipnosis. Yo diría que el interés de los colegiados por entrenarse y comenzar a practicar la hipnosis es relativamente nuevo, no se remonta a más de 15 años".
De forma lógica, aceptar la programación como una técnica válida no es tan complicado para los pacientes ni para los profesionales: son "mensajes clave" que llegan al paciente en un estado de relajación y, por ende, son más receptivos a ellos. Pero, hablar de las regresiones implica aún más prejuicios y malentendidos.
Viajes en el tiempo
La hipnosis de regresión les permite a los pacientes regresar a momentos traumáticos de su pasado; regresar visual y sensorialmente –según describieron los pacientes consultados–, a un momento específico para resolverlo emocionalmente.
"Si hay movilización emocional tienen que pasar inequívocamente dos cosas", detalla Chavarría sobre la técnica. "La primera es que haya una liberación de todas las emociones que fueron reprimidas, por eso es que las regresiones son muy dramáticas y las personas a veces gritan y lloran, porque hay una catarsis, una liberación de emociones que están comprimidas desde hace un montón de tiempo y, lo segundo, es una resignificación".
Las regresiones pueden ir tan lejos como el paciente y el terapeuta se lo permitan: una semanas atrás, la infancia del paciente, al interior del vientre materno. Inclusive, a una vida anterior a esta.
Sin embargo, lo más común es que la terapia se enfoque en traumas de la infancia, explicó Chavarría.
"La gente dice que es mentira. No, yo lo viví y es real", afirma Karina, de 36 años, quien recibió terapia con hipnosis en dos momentos distintos de su vida. La primera vez, hace 16 años, fue paciente del doctor Alvarenga para tratar un trastorno alimenticio. Ahora, utiliza las sesiones para tratar problemas de depresión y terrores nocturnos durante los cuales incluso ha golpeado a su esposo.
"Una parte de la regresión fue con mi mamá y, durante la regresión, descubrí un lazo de protección y de mutuo apoyo entre nosotras, cuando yo era una niña y ella estaba pasando una situación como adulta.
"Yo rompí a llorar porque empecé a sentir el dolor que sentí de niña. Para mí no fue importante en ese momento, yo (ahora) no lo tengo presente", dice.
Las regresiones a supuestas vidas pasadas son un tema delicado de debate. De hecho, no todos los terapeutas capacitados ofrecen este tipo de hipnosis.
"Como es algo que científicamente es difícil de comprobar, que puede estar en el orden de la fantasía, es un misterio. Eso a mí me genera cierta resistencia", aclara el psicólogo Rafael Cordero. "Creo que una terapia tiene que enfocarse en el presente porque es lo más visible que tenemos. Es lo único que tenemos. He visto que es muy útil enfocarse en la infancia pero eso es de esta vida".
"A nivel profesional yo tengo dos censuras. La primera es por hacer hipnosis y la segunda es por hacer este tipo de regresión", confiesa Chavarría. "En el gremio me vale un pepino lo que piensen: que piensen que es hasta brujería, no me importa. El beneficio que tiene para las personas es mucho, se está perdiendo y más terapeutas deberían capacitarse para hacerlo".
Chavarría considera que, para efectos prácticos, no hace falta comprobar la veracidad de esas vidas .
"Vos me podés decir que no crees pero no importa. Se vale que la mente tenga la capacidad de proyectar una fantasía", explica la psicóloga. "Si eso te va a quitar el dolor a mí me vale si es una vida pasada o vos te lo imaginaste. Yo trabajo esa terapia con pacientes que contundentemente no creen (en la reencarnación)".
La psicóloga usualmente utiliza el recurso cuando los síntomas de un problema (físicos o emocionales) no han disminuido con la regresión convencional. Generalmente, en el momento en que aplica esta técnica han pasado varias sesiones de terapia.
"Solo una vez hice una regresión que fue muy impresionante porque tuve la sensación de que había estado antes con una de las parejas que me costó tanto terminar", recuerda Lucía. "Tuve una regresión a otra vida en el momento en que él me mataba por la espalda, con un cuchillo. Duré dos días con el brazo con un dolor físico, yo sentía el dolor".
Del pasado al futuro
En mi sesión de hipnosis descartamos realizar una regresión. La hipnosis logra sumirme en un estado en el que estoy casi dormida en un sueño ligero pero, aún así, escucho a la psicóloga guiándome por el recibidor en blanco.
En entrevista, Chavarría envía varios mensajes de "prudencia" sobre el tema. Los terapeutas consultados consideran que es muy fácil que la hipnosis se malentienda, sobre todo porque algunos siguen creyendo que es un "truco" .
"Es mágico pero no es mágico", dice Llobet con cautela. "La gente maneja que la hipnosis es mágica y es bueno porque lo ven como algo poderoso y tienen altas expectativas de la técnica".
"Mucho es por falta de información", añade. "Tengo pacientes que vienen porque el psiquiatra les dijo sobre la hipnosis o los envió el médico de cabecera".
No obstante, aún en el gremio médico existe falta de información sobre la hipnosis. Según un decreto ejecutivo de 1975, solamente "los profesionales en Medicina, Psicólogos Clínicos o Cirujanos Dentistas" pueden utilizar la hipnosis "para el tratamiento de enfermedades y como recurso analgésico".
"Está bien que sea regulado porque, de repente, yo he visto una señora que hace regresiones y a mí se me para el pelo porque es muy delicado. Pero ha sido, perdón la palabra, muy ahuevado, porque la gente de gente de enfermería, fisioterapia, enfermería, nutrición, no se puede capacitar", asegura Chavarría, quien confía en que la técnica se puede utilizar no solo en terapia psicológica sino en distintas ramas de la salud.
La regresión a vidas pasadas continúa siendo la práctica más controversial de la hipnosis clínica. No obstante, el doctor Mario Alvarenga generó suficiente investigación durante cuatro décadas de practicarla y los casos están publicados en El hipnotismo: fascinante manantial terapéutico
Las universidades no enseñan a nivel práctico las posibilidades de la hipnosis.
Este año, Chavarría se alió con la Unibe para ofrecer cursos introductorios a la técnica. Pero, asegura que para aplicarla se necesita más que esos espacios.
El apoyo del Colegio de Psicólogos significa que los psicólogos de la ACOHIC tendrán la posibilidad de continuar capacitando a otros colegas. También que podrán controlar mejor que quien ofrezca la hipnosis de verdad sepa cómo usarla.
No obstante, para una técnica todavía en desarrollo, el reto más grande es continuar con la investigación que comenzó el doctor Alvarenga.
A julio, existen 27 profesionales asociados al grupo (25 psicólogos, un médico y un odontólogo).
"Se cree que para que algo sea bueno tiene que ser muy duradero, pienso que esa idea viene del psicoanális", dice el psicólogo Rafael Cordero. "Pucha, eso está muy cuestionado hoy en día: si se puede hacer un trabajo profundo, si la persona siente que está haciendo atendida en un buen tiempo más bien eso es muy adecuado".
Precisamente porque la hipnosis es un procedimiento particular para cada paciente es imposible decir que es como "la pomada canaria" de la salud mental.
Lo único que logró mi breve programación fue recordarme que no debería dejarme abrumar por el estrés.
No obstante, en los testimonios de los cuatro pacientes existe un alivio común:
"Esto tiene un efecto de sanación que es mágico, solo así lo puedo describir porque el revivirlo, sintiéndote una niña y dándote cuenta de que no tenías nada en tus manos: que no sos sucia, que no es tu responsabilidad, que no es tu culpa... Eso te sana", asegura sonriente Lucía.
fuente: nacion.com
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