Cada día más en España hay un problema grave en el ámbito de
la psicologia que genera dos tipos de personas, aquellos que pueden permitirse
venir a un centro privado y pagar las sesiones necesarias con un psicólogo para
solucionar su problema en un plazo de tiempo razonable, y los que tienen que
acudir a la sanidad publica y pasar por un vía crucis para solucionar el
problema, si es que espera a ver al psicólogo y no solo vivir de pastillas.
En la Unión Europea hay una media de 18 profesionales de la
psicologia por cada cien mil habitantes, mientras que en España esta media no
llega apenas ni a 3, seis veces menos que la media, y por lo tanto hasta diez veces
menos que países que llegan a los 30. Esto genera que haya dos tipos de tratamientos
en el ámbito de la salud mental, dependiendo de si uno tiene o no tiene
recursos para poder cubrirse por su cuenta esa necesidad.
Las personas con recursos que acuden a la psicologia privada
pueden permitirse trabajar sus problemas con psicoterapia, y solucionar esos
problemas en un plazo de tiempo más o menos corto, dependiendo del tipo de
problema. Harán una visita cada semana, cada quince días o como mucho cada mes,
y en visitas de una hora de duración normalmente. Ha estado bien atendido y ha
llegado a una solución, ha superado su tiempo de baja si lo ha tenido que
necesitar y se reincorpora a un ritmo normal fácilmente.
Las personas con menos recursos han de acudir a la sanidad
publica y empezar aquí un largo y duro camino para encontrar esa ayuda. Normalmente
hay que hacer una visita al médico de cabecera, que deberá derivar al psicólogo,
si detecta que hay un problema. Entretanto lo más habitual será medicar al
paciente con ansiolíticos o antidepresivos. Ahora la persona tendrá que esperar
en el mejor de los casos un mínimo de uno o dos meses para ser atendido por un psicólogo,
que con suerte podrá hacer una visita de no más de cuarenta minutos o incluso
menos, y que marcando el caso de urgente quizás lo vea en un mes más, sino en
dos o tres meses. Así pues, la persona después de un año apenas ha visto a su psicólogo
un total de cuatro veces, doce veces menos frecuencia que la que habrá tenido
en un centro privado.
Estas dos tipologías generan un problema muy importante de
salud publica que no se aborda convenientemente. El hecho de alargar tanto las
visitas públicas, hace que el paciente no tenga más remedio que sostener su patología
con largas bajas, o con medicación que de otro modo se podría ahorrar. Estas
situaciones producen no solo un coste para la sociedad, sino también para la
persona, con un sufrimiento más que innecesario. De rebote esta gestión esta
llevando a que nuestro país sea de mucho el que más fármacos antidepresivos y ansiolíticos
esta prescribiendo, muy por encima de la media de Europa, no siendo además estos
una solución porque no curan, y generando en algunos casos una dependencia a la
medicación que lleva a la cronificación de su uso, cuando no a una adicción a
las benzodiacepinas que es la más común en nuestro país.
Quizás es hora de plantearse el coste-beneficio que tendría una
buena atención en salud mental en este país, dejar de invertir en medicar e
invertir en tratar, mejorando la calidad de vida de las personas, y reduciendo
un coste social y laboral enorme.
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