El Instituto Nacional de la Excelencia para la Salud y la Atención del Reino Unido (National Institute for Health and Care Excellence, NICE) ha publicado en mayo de 2015 una nueva guía sobre prevención e intervenciones para personas con problemas de aprendizaje y conducta desafiante (Challenging behaviour and learning disabilities: prevention and interventions for people with learning disabilities whose behaviour challenges – NG11).
Tal y como aparece recogido en esta guía, entre el 5 y el 15% de las personas con discapacidad de aprendizaje presentan conductas desafiantes (como la agresión, las autolesiones, el comportamiento destructivo o disruptivo…), siendo esta cifra más elevada entre los adolescentes y los pacientes hospitalizados.
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Según advierte el NICE, se está produciendo una sobremedicación para el control de este tipo de comportamientos, a pesar de que los tratamientos psicológicos para el manejo de la conducta desafiante deberían ser el tratamiento de primera elección. A este respecto, el NICE subraya los riesgos para la salud que supone la prescripción de medicación antipsicótica y recuerda que la evidencia empírica sólo aconseja su uso cuando:
Los tratamientos psicológicos para el manejo de la conducta desafiante, de manera aislada, no han producido cambios en el tiempo acordado.
El tratamiento para los problemas físicos o trastornos mentales que pudieran estar asociados al origen del problema no ha dado lugar a una reducción de la conducta desafiante.
El riesgo para la persona o para los demás es muy elevado, por ejemplo, debido a agresión o autolesiones.
Asimismo, el NICE establece que la medicación antipsicótica nunca debe administrase de manera aislada, sino siempre junto con las intervenciones psicológicas.
La guía también contempla el apoyo y las intervenciones eficaces que se deben prestar a los familiares y cuidadores principales, así como la importancia de la identificación temprana de estos comportamientos desafiantes.
En lo que respecta a las intervenciones psicológicas y ambientales para la reducción de los comportamientos desafiantes en niños, adolescentes y adultos con problemas de aprendizaje, el NICE recomienda que:
A. En las intervenciones tempranas con niños y padres o cuidadores:
Se deben considerar los programas de entrenamiento para padres o cuidadores de niños con discapacidad menores de 12 años, que presenten problemas de conducta desafiante o que tengan un elevado riesgo de desarrollo de este tipo de comportamientos.
Los programas de entrenamiento para padres deben ser llevados a cabo en grupos de 10 a 15 personas, ser accesibles (fuera del horario laboral, cercanos a las familias implicadas…), centrarse en la mejora de la comunicación y el funcionamiento social, consistir en 8 a 12 sesiones de 90 minutos y siguiendo un manual protocolizado.
Se debe considerar la posibilidad de intervenir en el aula de preescolar con los niños de 3 a 5 años con conducta desafiante o con un elevado riesgo para su aparición.
Las intervenciones en el aula deben incluir múltiples componentes, entre los que se incluyen: el diseño de un currículo y su implementación, el entrenamiento en habilidades sociales y de comunicación con los niños, el entrenamiento en habilidades de conducta para padres y cuidadores y el entrenamiento con los profesores de preescolar.
B. Las intervenciones psicológicas para conducta desafiante:
Deben considerarse las intervenciones personalizadas para niños, jóvenes y adultos, basadas en los principios de la terapia de conducta y en la evaluación funcional de la conducta, adaptadas a los contextos en los que se suelen desenvolver, y consistentes en:
- Resultados en mutuo acuerdo y conductas objeto de la intervención bien definidas.
- Evaluación y modificación de los factores ambientales que podrían desencadenar o mantener el comportamiento, por ejemplo, alterando las demandas de las tareas para las conductas evitativas.
- Abordar las respuestas a dichos comportamientos del equipo y de los familiares y cuidadores.
- Establecer un calendario claro de refuerzo de la conducta deseada y ser capaces de ofrecer un refuerzo inmediato.
- Fijar un plazo de tiempo determinado para poder cumplir con las metas de la intervención, modificando aquellas estrategias de intervención que no han producido los resultados esperados en un tiempo determinado.
Deben considerarse las intervenciones psicológicas individuales para adultos con problemas para el manejo de la ira. Estas intervenciones deben basarse en los principios de la terapia cognitivo-conductual e implementarse de manera individual o en grupo, con una duración entre 15 y 20 horas.
No se deben ofrecer intervenciones sensoriales antes de llevar a cabo una evaluación funcional para establecer el perfil sensorial de la persona y hay que tener en cuenta que este perfil puede cambiar.
Debe considerarse el desarrollo y el mantenimiento de un plan estructurado de actividad diaria, como parte del currículo escolar si se trata de un niño o adolescente en edad escolar, que tenga en cuenta los intereses y capacidades de la persona. Se debe hacer un seguimiento de los efectos del tratamiento sobre la conducta desafiante y ajustar el plan junto con la persona afectada y sus familiares o cuidadores.
Más información en:
fuente: INFOCOP
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