Dentro del proceso educativo existen personas que ocupan diferentes espacios y que tienen que ocupar diferentes roles. Mientras que por un lado los maestros se encargan de la educación y de las clases, están los psicólogos que se ocupan de los problemas concretos de los alumnos, los logopedas que podrán atender problemas puntuales de lectoescritura y por último los psicopedagogos que se ocupan de alguna manera de ser el cemento que une todo el proyecto educativo. Son ellos los que coordinan los equipos y los proyectos educativos, marcando pautas a seguir, marcando ritmos y ayudando en algo tan importante como es evitar que se produzca una ruptura en el entorno escolar, especialmente cuando nos encontramos en realidades donde hay nuevo alumnos que podrían llegar de otros lugares, creencias o costumbres y cuyo nivel podría no ser el mismo que el de los alumnos del centro. Este tipo de trabajo no se aprende en la carrera de psicología o pedagogía sino a través de un máster en psicopedagogía.
La psicopedagogía da herramientas para que los psicopedagogos puedan evaluar las necesidades de estas personas y grupos, estableciendo los métodos, instrumentos y técnicas necesarias para llevar adelante los procesos de integración. Además de ello deberá de supervisar el buen funcionamiento, estando para ello al cargo de la implementación y de la valoración posterior de los resultados conseguidos y si fuera necesario de las correcciones que lleven a una buena integración en el aula.
De su trabajo va a depender que ante nosotros tengamos una buena integración y por lo tanto como resultado una continuidad en el trabajo del grupo, alcanzando los resultados esperados, o por el contrario que el grupo se divida por niveles, quedando algunos alumnos marginados o fuera del sistema.
El psicopedagogo es una herramienta imprescindible de cualquier centro de enseñanza especialmente en estos trabajos como he dicho de integración. Es pues un trabajo de futuro.
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