de Rincón de la Psicología
Se estima que aproximadamente el 80% de los niños ha tenido en alguna ocasión miedo a ir a la escuela. Sin embargo, no todos llegan a desarrollar una fobia escolar, en el sentido más estricto del término. No obstante, debido a los síntomas que presentan los pequeños, este problema es una de las causas principales de las consultas al psicólogo.
¿Cómo deben actuar los padres?
En primer lugar, los padres deben insistir en el retorno inmediato a la escuela. La mejor terapia para este problema se centra en enfrentar los miedos y darse cuenta de que son infundados. Casi siempre, la asistencia diaria a la escuela hará que mejoren los síntomas físicos del niño hasta que lleguen a desaparecer por completo.
Obviamente, al principio el niño pondrá a prueba la determinación de sus padres de enviarlo a la escuela todos los días. En estos casos, los progenitores deberán hacer acopio de fuerza de voluntad y hacer de la asistencia a la escuela una regla rigurosa.
Debes tener en cuenta que las mañanas son particularmente difíciles. Si le preguntas al pequeño cómo se siente, le estarás estimulando a quejarse. Por supuesto, esto no significa que no debes preocuparte por su salud. Ten en cuenta que si el pequeño está suficientemente bien como para estar levantado y andar de un lado a otro dentro de la casa, también estará suficientemente bien como para poder ir a la escuela. Además,
si tienes dudas sobre su estado de salud, siempre podrás indicarle a la maestra que lo vigile y te avise ante el más mínimo síntoma.
De la misma forma, no importa que se haga tarde, el niño deberá asistir a la escuela. Algunas veces el niño adopta las maneras rudas y llora o grita. En ese caso debes hablar con él sobre sus temores pero no transigir.
En el caso de que el niño se quede en casa porque sospechas que realmente está enfermo, llévalo inmediatamente al médico para que evalúe sus síntomas. Si el síntoma es causado por una enfermedad, puede iniciarse el tratamiento apropiado. Al contrario, si está causado por ansiedad, el niño deberá volver a la escuela.
El niño debe permanecer en casa cuando tenga algunos de los siguientes síntomas:
- Fiebre de más de 37.8°C
- Vómitos
- Diarrea frecuente
- Tos frecuente
- Erupción cutánea generalizada
- Dolor de oído o de muelas
En cambio, los pequeños con dolor de garganta, tos moderada, secreción nasal u otros síntomas de resfriado, pero que no presenten fiebre, pueden ser enviados a la escuela. Los niños no deben permanecer en casa por "parecer enfermos", "tener mal color", "tener ojeras" o "estar fatigados".
También puede ser de gran ayuda que el niño pase más tiempo con otros coetáneos. Se ha demostrado que muchos de los pequeños con fobia escolar rehúyen el contacto con sus congéneres y prefieren quedarse en casa con los adultos.
En caso de que la resistencia a asistir a la escuela perdure, los padres deberían hablar con los maestros y con el niño en la búsqueda de las causas de su temor. A veces el niño se siente aliviado al poder hablar de sus preocupaciones sobre sus compañeros de clase o las expectativas de la maestra. Si el niño puede señalar un problema específico (como la ansiedad ante los exámenes o el hecho de que alguien le moleste), entonces los padres deben hablar inmediatamente con la maestra, esta pondrá en práctica las estrategias adecuadas para resolver el problema.
Si la resistencia del niño perdura por más de dos semanas y aparecen síntomas físicos, es recomendable consultar a un psicólogo. Es muy probable que este le indique que deje de llevar el niño a la escuela hasta que averigue cuál es la causa del miedo. Recuerda que la clave del éxito es la intervención temprana; mientras más tiempo permanezca esta conducta, más difícil será de erradicar.
¿Qué hará el psicólogo?
El tratamiento dependerá de las causas. Muchos niños pueden haber comenzado a evitar la escuela por una razón pero ahora prefieren quedarse en casa por otro motivo, como el acceso a los videojuegos o la falta de presión académica.
En sentido general, la mayoría de los psicólogos resaltan la importancia de hacer que el niño vuelva al colegio aunque algunos prefieren que el regreso se produzca de forma gradual. Por eso, la desensibilización sistemática es una de las técnicas preferidas. La exposición a los estímulos fóbicos se puede hacer en la imaginación o en vivo y constituye el tratamiento psicológico más eficaz para hacer frente a las conductas de evitación que aparecen en las fobias específicas.
También se usa la relajación, las técnicas de modelado, la práctica reforzada, las escenificaciones emotivas, la terapia racional emotiva y, en los casos más severos, se recurre a los tratamientos psicofarmacológicos.
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