La psoriasis es una enfermedad crónica de la piel que no resulta contagiosa de la piel y que se evidencia en una serie de lesiones escamosas inflamadas. Según la Fundación Nacional de Psoriasis en los EUA entre el 1 y el 3% de la población mundial sufre esta enfermedad mientras que en España casi un millón de personas presenta esta patología.
Lo cierto es que las causas de la psoriasis aún no se han develado del todo; muchos especialistas coinciden en que se debe a una velocidad muy alta de mitosis de las células de la piel. Pero… ¿qué provoca esta anormalidad? Las respuestas a estas preguntas son muy variadas, algunas teorías se refieren a un defecto del sistema inmunológico, a la predisposición genética y a los factores ambientales como el estrés.
Más allá de los orígenes de la patología se conoce que la psoriasis tiene un elevadísimo componente psicológico hasta el punto que está considerada como una de las principales enfermedades psicosomáticas; razón por la cual algunos especialistas establecen una distinción hablando de psoriasis nerviosa.
Ya en el año 1990 Faber postulaba que la SP tenía un rol en la patogénesis de la psoriasis. Este investigador señalaba que algunos hechos como: la simetría de las lesiones, su exacerbación con el stress y la remisión después de la sección de nervios periféricos; eran aspectos que estaban estrechamente vinculados con el Sistema Nervioso. Así, hipotetizó que la liberación de la sustancia P (un péptido que actúa como neurotransmisor y que estaría involucrado en los mecanismos del dolor) sería la responsable del curso de la enfermedad.
Un estudio realizado posteriormente halló que realmente la psoriasis se debería a la acción conjunta de varios neuropéptidos y no sólo a la sustancia P; si bien, esta idea no es compartida por toda la comunidad científica. Así, estos investigadores consideran que como consecuencia de un estrés mantenido, nuestro organismo liberaría extraneuralmente, en la piel, una serie neuropéptidos que son los responsables de acelerar la enfermedad.
Pero adentrándonos en el funcionamiento meramente psicológico, son muchos los especialistas que coinciden en afirmar que se crea una especie de círculo vicioso donde el estrés (debido a factores ajenos a la enfermedad) desempeña un papel esencial en la aparición de la psoriasis y posteriormente el estrés vivenciado a partir de la propia patología, hace que ésta se recrudezca.
Otro dato que le brinda sustento a la teoría del estrés como factor desencadenante y agravante del estado es la comorbilidad entre la psoriasis y otros trastornos eminentemente psicológicos. Por ejemplo:
-La depresión en las personas con psoriasis se evidencia entre un 10 y un 33% (de los cuales un 5% ha presentado una ideación suicida), frente al 10 o 12% que se presenta en la población no afectada.
-La ansiedad en las personas con psoriasis se presenta con cifras que oscilan entre el 38 y el 40% mientras que en la población no afectada la ansiedad sólo se presenta en el 25%.
Si nos referimos a otras patologías cuyo componente psicológico ha sido ampliamente demostrado en la literatura puede apreciarse que el 26 de las personas con psoriasis también sufre de hipertensión arterial y el 17% de trastornos gastrointestinales.
A estos datos se le suma una investigación recientemente realizada en la Universidad de Murcia en la cual se evidenció que las personas con psoriasis presentan ciertas peculiaridades personológicas que las diferencian del resto de la población. Estas peculiaridades harían que las personas no fuesen capaces de lidiar con el estrés, evidenciando una serie de respuestas emocionales desadaptativas. Por ejemplo, se apreció una elevada vulnerabilidad ante el estrés, un comportamiento eminentemente orientado hacia los demás en el intento de evitar fricciones sociales pero que a la misma vez afecta su respuesta ante las situaciones tensionantes y un problema para regular las emociones, puntuando muy alto en la escala de alexitimia. También se apreció un índice de ajuste a las situaciones estresantes muy bajo e indicadores de neuroticismo elevados.
A la misma vez, se evidenció que las personas con psoriasis presentan puntuaciones elevadas en los ítems que indican la evitación del dolor, una idea que posteriormente ha sido comprobada por investigadores de la Universidad de Manchester, según los cuales las personas que sufren esta patología desarrollarían un mecanismo que implica cambios cerebrales en la corteza insular que les permite responder de manera más atenuada ante la sensación de disgusto.
En resumen, que la psoriasis no sólo es una patología particularmente determinada por los niveles de estrés y los comportamientos desadaptativos sino que a la misma vez, la propia enfermedad produce cambios incluso a nivel cerebral que haría a estas personas actuar de manera diversa.
Fuentes:
Martín, R. et. Al. (2010) Estilos de personalidad en pacientes con psoriasis. Anales de Psicología; 26(2): 335-340.
Valdivia, l. (2008) Patogenia de la psoriasis. Dermatología Peruana; 18(4).
Cedeño, I. B. & Ríos, J. M. (2005) Psoriasis: Conceptos actuales. Revista Médico Científica; 18(1).
Pérez-Cotapos, M.L. et Al. (2004) Estrés psíquico en psoriasis. Dermatología Cosmética, Médica y Quirúrgica; 2(3): 55-60.
Pincelli, C. et Al. (1992) Substance P is Disminished and Vasoactive Intestinal Peptide is augmented in Psoriatic lesions and these Petides exert disparate effects on the Proliferation of Cultured Human Keratinocytes. Invest Dermatol; 98: 241-247.
Farber, E.; Lanigan, S. & Rein, G. (1990) The role of Psychoneuroimmunology in the pathogenesis of psoriasis. Cutis; 16: 314-322.
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