Bleichmar, S.: "Violencia social – Violencia escolar" De la puesta de límites a la construcción de legalidades." Caps: La construcción de legalidades como principio educativo. Noveduc, 2008.
Había formas de la violencia, pero eran formas infantiles. Yo no concuerdo con los que plantean que estas nuevas formas son las formas actuales de un fenómeno que ocurrió siempre. Esto no es verdad, porque las formas actuales dan cuenta de procesos muy severos de desubjetivación en el país.
Mayor seguridad vs. Menor impunidad
En primer lugar, les propongo pensar cómo hacemos para cambiar la agenda que pone el acento en la seguridad, para ponerlo en la impunidad. Porque lo que define el problema de la falta de coto a las distintas formas de violencia no es la inseguridad, sino la impunidad. Es absurdo plantear que el problema del país se soluciona con un mayor presupuesto para la policía. Esta impunidad infiltro al conjunto de la sociedad, determino formas de violencia y arraso con una cultura, no solamente del trabajo, sino de la ética.
De esto se desprende que no se puede educar para el presente, es necesario educar para el futuro.
Uno de los problemas más serios que afrontamos es, precisamente, la forma en que se inscribe la problemática educativa en el adulto como ausencia de futuro y, en los chicos, como inmediatez. ¿Qué quiero decir con esto? Sabemos que, a partir del proceso de reconstrucción que ha vivido la ética, en las escuelas privadas gran parte de los maestros son considerados asalariados de los padres por parte de los hijos y, en las escuelas del Estado, gran parte de los niños consideran a los maestros compañeros de pobreza.
La educación no es la transmisión de conocimientos y mucho menos en una época en la cual la tecnología se encarga de producirlos y de impartirlos. Acá tenemos un problema de ajuste nuestro con respecto a la intersección entre la tecnología o las nuevas tecnologías y la escuela. Sin embargo, la escuela tiene que cumplir una función que no puede cumplir ninguna tecnología, que es la producción de subjetividad.
En segundo lugar, me parece un tema importante la diferencia entre ética y moral. Justamente, los maestros se preguntan cómo responder a cuestiones que no saben ni siquiera de qué orden son. Cuando yo fui consultada, dije que el problema no era impartirles la educación, sino procesar la información que los chicos ya traen, es decir, crear situaciones metabólicas.
Moral vs. Naturaleza
La sexualidad pertenece al orden de la cultura. Cuando se plantea, como dilemática, moral versus naturaleza, se abre una falsa disyuntiva, porque el problema está precisamente en que el respeto por sí mismo y por el otro es definido por la ética. La ética siempre está basada en el principio del semejante, es decir, en la forma con la que yo enfrento mis responsabilidades hacia el otro. La ética consiste en tener en cuenta la presencia, la existencia del otro. Si ustedes piensan en los mandamientos, el primer mandamiento es "no mataras", con lo cual lo que plantea es que responsabilidades tengo hacia el semejante; mientras que la moral es un conjunto de formas históricas de las que se van tomando los principios con los cuales se legisla.
La autoridad no se puede ejercer sin derecho moral; con lo cual vemos que hay dos formas de autoridad, la que se pretende imponer desde el punto de vista de la puesta de límites y la que se plantea como instalarse desde el punto de vista de las identificaciones internas, con la legislación que transmite aquel que tiene derecho ético a hacerlo.
Para que mis obligaciones éticas se constituyan con respecto al otro, yo tengo que tener una noción del semejante que sea abarcativa.
Una de las formas primeras de ejercer la impunidad es la invisibilización de la víctima, es decir, que la víctima deja de ser visible.
La moral se mantiene dentro de las pautas de la ley, la ética a veces tiene que transgredir las pautas que da la misma ley.
La moral pragmática degrada al sujeto y al objeto
¿En qué legalidades vamos a educar? ¿Vamos a educar en legalidades que tienen que ver con la ética universal respecto de la función del semejante, o vamos a educar en legalidades que tienen que ver con formas acomodaticias?
Al decir "no robes que te echan de la escuela", la moral se degrada en moral pragmática, o sea que lo que no hago es porque no me conviene, no porque no se debe hacer. El "no se hace" es lo que hace a la condición humana.
¿Por qué un niño acepta que dos más dos son cuatro? Porque cree en quien se lo dice, si no, no podría aceptarlo.
No se puede aprender a vivir por ensayo y error, nos moriríamos al primer error. "No toques, porque te morís". Y el niño nos cree. No sabe bien que es morirse, pero sabe que es perder el cariño del adulto. Por lo tanto, no se aprende por ensayo y error, sino por confianza en el otro. Se aprende porque uno cree en la palabra del otro.
Ética y construcción de legalidades
Si el problema de nuestro país es pasar del concepto de mayor seguridad al concepto de menor impunidad, si cuesta plantear que el problema no está en cuanto limite exterior ponemos, sino en cómo construimos una nueva cultura en la seguridad interior sobre la base de la confianza en el semejante, es evidente que el problema principal en la escuela no está en la puesta de límites, sino en la construcción de legalidades.
Si la norma es arbitraria, está definida por la autoridad. En cambio, si la norma es necesaria, esta definida por una legislación que pone el centro en el derecho o en la obligación, colectivos, "te obliga a ti tanto como a mí". Y este es el gran debate escolar de hoy. Estamos en una lucha constante entre las necesidades inmediatas y la construcción de futuro.
Cuando vemos a un adolescente, un niño en riesgo, para saber cuan rescatable puede ser para una vida social plena, lo primero que se tiene que preguntar es que capacidad de enlace tiene, no con las normas del otro, sino con las normas del propio grupo.
El amor al propio grupo y la capacidad de transferirlo
Es el amor, la lealtad al propio grupo, lo que determina la posibilidad de transferir ese amor al resto de la humanidad; y, por supuesto, algo insalvable se produce con los jóvenes que odian a todos.
Hay que terminar con el mito de que la violencia es producto de la pobreza. La violencia es producto de dos cosas: por un lado, el resentimiento por las promesas incumplidas y, por el otro, la falta de perspectiva de futuro.
La renuncia al goce inmediato está guiada por la perspectiva de futuro
Conservar o cuidar la vida implica una permanente renuncia a goces inmediatos, siempre y cuando se puedan proyectar en el futuro.
En nuestro país una enorme cantidad de chicos no tienen claro cuál es su futuro o directamente no anhelan un futuro y viven en la inmediatez total. Y esto es lo que vemos reflejado en su imposibilidad de aprender. No está dado porque no sean inteligentes, esta dado porque no creen que los conocimientos que reciban puedan servirles para enfrentar la vida. Se ven reducidos a la inmediatez de la vida que les ha tocado y nadie les propone soñar un país distinto desde una palabra autorizada.
La escuela, como conformadora de subjetividad, debe tener en cuenta estas dos variables: por un lado, la producción de legalidades, no la puesta de límites; por otra parte, la capacidad de recuperar las preguntas que inclusive no pueden formular los niños o los jóvenes mismos, y en principio, antes de responderlas, poder transcribirlas y repensarlas.
Las normas son intrínsecas a la constitución psíquica
Empecemos por la primera norma que un sujeto acata, que es el control de esfínteres. El déficit de control de esfínter vesical, luego de cierta edad y no habiendo causas orgánicas, se relaciona con cierta imposibilidad de renunciar a cierta inmediatez para poder tener en cuenta la presencia de los otros.
Cuando los niños pequeños aceptan el control de esfínteres, en realidad lo aceptan como una forma de demostrar el amor hacia el otro. Lo que le regala el niño a la madre es la renuncia a las heces, que es muy diferente, porque el niño no dice "ay, se las regalo a mami y mami me hace una tortita con eso", no. En cambio, a mi entender, el niño regala su deseo de evacuar en cualquier lado, en cualquier momento, por amor a la madre. Esta inscripción de la norma va marcando ya una renuncia en el interior de la cultura.
La construcción de legalidades y el universo del semejante
Precisamente, el problema de la construcción de legalidades pasa por esto, por la posibilidad de construir respeto y reconocimiento hacia el otro y por la forma en cómo se define el universo del semejante.
Cuando el niño renuncia a ciertas cosas, lo hace porque no quiere perder el amor, pero también porque no quiere producir sufrimiento en el otro.
La crueldad no es solamente el ejercicio malvado sobre el otro, sino que es también la indiferencia ante el sufrimiento del otro. Es una forma de inmoralidad y de crueldad la indiferencia ante el sufrimiento.
Es imposible mantener la oposición escuela-padre, pero al mismo tiempo hay que tener en claro que les vamos a plantear a los padres. No podemos plantearles a los padres que su función es ayudar en la transmisión de los conocimientos.
La escuela como lugar de recomposición subjetiva
La función de la escuela consiste hoy en recomponer también la subjetividad de los padres. No se va a poder educar a estos niños, si no se hace algo con esos padres. Creo que, por una parte, hay que romper la antinomia. Por otra parte, la escuela tiene que ser un lugar de recomposición.
Es evidente que venimos de un país que ha destruido la salud, la educación y el trabajo, y tenemos que recomponerlos.
También hay que convocar a los padres para esto, sacarlos de la pasividad.
Entonces hay que establecer un reordenamiento psíquico en los niños de primaria, y ubicar el nivel inicial en los términos en que tiene que estar: como semillero de sujetos sociales. Frente a esto, me importa muy poco la acomodación psicomotriz.
Es necesario redefinir el concepto de familia
Yo la redefino en términos de una asimetría que determina la responsabilidad del adulto con respecto al niño. En la medida en que haya dos generaciones, hay una familia; con la asimetría correspondiente que orienta a la obligatoriedad de la transmisión y de la producción de sujetos en el interior de algún tipo de comunidad humana, que básicamente se estructura con dos personas como base.
Para que los adultos sean responsables, tienen que ser ellos en primera instancia reinstituidos en su capacidad de sentirse en condiciones de responsabilizarse. Cuando el adulto pierde la capacidad de responsabilidad ante el niño, el sentimiento de la destitución es brutal.
Lo que me preocupa son las relaciones de poder y las relaciones de género: el problema de la maternidad o de la parentalidad no está en si se es hombre o si se es mujer, sino en cómo se asumen los roles. Tampoco creo que la autoridad sea paterna; me parece lamentable seguir penando por la falta del padre en un país como el nuestro. El problema del padre no es el padre en sí mismo, sino la ley del adulto que se tiene que transmitir a los niños, y esto lo pueden hacer los hombres o las mujeres. La única forma es esta combinatoria entre principios claros y mente abierta.
El igualitarismo solo se puede establecer entre pares, vale decir, sobre seres que tienen la misma posibilidad.
La construcción de legalidades como principio educativo:
No tenemos parámetros claros sobre cuáles son las nuevas condiciones de producción de subjetividad en el país.Había formas de la violencia, pero eran formas infantiles. Yo no concuerdo con los que plantean que estas nuevas formas son las formas actuales de un fenómeno que ocurrió siempre. Esto no es verdad, porque las formas actuales dan cuenta de procesos muy severos de desubjetivación en el país.
Mayor seguridad vs. Menor impunidad
En primer lugar, les propongo pensar cómo hacemos para cambiar la agenda que pone el acento en la seguridad, para ponerlo en la impunidad. Porque lo que define el problema de la falta de coto a las distintas formas de violencia no es la inseguridad, sino la impunidad. Es absurdo plantear que el problema del país se soluciona con un mayor presupuesto para la policía. Esta impunidad infiltro al conjunto de la sociedad, determino formas de violencia y arraso con una cultura, no solamente del trabajo, sino de la ética.
De esto se desprende que no se puede educar para el presente, es necesario educar para el futuro.
Uno de los problemas más serios que afrontamos es, precisamente, la forma en que se inscribe la problemática educativa en el adulto como ausencia de futuro y, en los chicos, como inmediatez. ¿Qué quiero decir con esto? Sabemos que, a partir del proceso de reconstrucción que ha vivido la ética, en las escuelas privadas gran parte de los maestros son considerados asalariados de los padres por parte de los hijos y, en las escuelas del Estado, gran parte de los niños consideran a los maestros compañeros de pobreza.
La educación no es la transmisión de conocimientos y mucho menos en una época en la cual la tecnología se encarga de producirlos y de impartirlos. Acá tenemos un problema de ajuste nuestro con respecto a la intersección entre la tecnología o las nuevas tecnologías y la escuela. Sin embargo, la escuela tiene que cumplir una función que no puede cumplir ninguna tecnología, que es la producción de subjetividad.
En segundo lugar, me parece un tema importante la diferencia entre ética y moral. Justamente, los maestros se preguntan cómo responder a cuestiones que no saben ni siquiera de qué orden son. Cuando yo fui consultada, dije que el problema no era impartirles la educación, sino procesar la información que los chicos ya traen, es decir, crear situaciones metabólicas.
Moral vs. Naturaleza
La sexualidad pertenece al orden de la cultura. Cuando se plantea, como dilemática, moral versus naturaleza, se abre una falsa disyuntiva, porque el problema está precisamente en que el respeto por sí mismo y por el otro es definido por la ética. La ética siempre está basada en el principio del semejante, es decir, en la forma con la que yo enfrento mis responsabilidades hacia el otro. La ética consiste en tener en cuenta la presencia, la existencia del otro. Si ustedes piensan en los mandamientos, el primer mandamiento es "no mataras", con lo cual lo que plantea es que responsabilidades tengo hacia el semejante; mientras que la moral es un conjunto de formas históricas de las que se van tomando los principios con los cuales se legisla.
La autoridad no se puede ejercer sin derecho moral; con lo cual vemos que hay dos formas de autoridad, la que se pretende imponer desde el punto de vista de la puesta de límites y la que se plantea como instalarse desde el punto de vista de las identificaciones internas, con la legislación que transmite aquel que tiene derecho ético a hacerlo.
Para que mis obligaciones éticas se constituyan con respecto al otro, yo tengo que tener una noción del semejante que sea abarcativa.
Una de las formas primeras de ejercer la impunidad es la invisibilización de la víctima, es decir, que la víctima deja de ser visible.
La moral se mantiene dentro de las pautas de la ley, la ética a veces tiene que transgredir las pautas que da la misma ley.
La moral pragmática degrada al sujeto y al objeto
¿En qué legalidades vamos a educar? ¿Vamos a educar en legalidades que tienen que ver con la ética universal respecto de la función del semejante, o vamos a educar en legalidades que tienen que ver con formas acomodaticias?
Al decir "no robes que te echan de la escuela", la moral se degrada en moral pragmática, o sea que lo que no hago es porque no me conviene, no porque no se debe hacer. El "no se hace" es lo que hace a la condición humana.
¿Por qué un niño acepta que dos más dos son cuatro? Porque cree en quien se lo dice, si no, no podría aceptarlo.
No se puede aprender a vivir por ensayo y error, nos moriríamos al primer error. "No toques, porque te morís". Y el niño nos cree. No sabe bien que es morirse, pero sabe que es perder el cariño del adulto. Por lo tanto, no se aprende por ensayo y error, sino por confianza en el otro. Se aprende porque uno cree en la palabra del otro.
Ética y construcción de legalidades
Si el problema de nuestro país es pasar del concepto de mayor seguridad al concepto de menor impunidad, si cuesta plantear que el problema no está en cuanto limite exterior ponemos, sino en cómo construimos una nueva cultura en la seguridad interior sobre la base de la confianza en el semejante, es evidente que el problema principal en la escuela no está en la puesta de límites, sino en la construcción de legalidades.
Si la norma es arbitraria, está definida por la autoridad. En cambio, si la norma es necesaria, esta definida por una legislación que pone el centro en el derecho o en la obligación, colectivos, "te obliga a ti tanto como a mí". Y este es el gran debate escolar de hoy. Estamos en una lucha constante entre las necesidades inmediatas y la construcción de futuro.
Cuando vemos a un adolescente, un niño en riesgo, para saber cuan rescatable puede ser para una vida social plena, lo primero que se tiene que preguntar es que capacidad de enlace tiene, no con las normas del otro, sino con las normas del propio grupo.
El amor al propio grupo y la capacidad de transferirlo
Es el amor, la lealtad al propio grupo, lo que determina la posibilidad de transferir ese amor al resto de la humanidad; y, por supuesto, algo insalvable se produce con los jóvenes que odian a todos.
Hay que terminar con el mito de que la violencia es producto de la pobreza. La violencia es producto de dos cosas: por un lado, el resentimiento por las promesas incumplidas y, por el otro, la falta de perspectiva de futuro.
La renuncia al goce inmediato está guiada por la perspectiva de futuro
Conservar o cuidar la vida implica una permanente renuncia a goces inmediatos, siempre y cuando se puedan proyectar en el futuro.
En nuestro país una enorme cantidad de chicos no tienen claro cuál es su futuro o directamente no anhelan un futuro y viven en la inmediatez total. Y esto es lo que vemos reflejado en su imposibilidad de aprender. No está dado porque no sean inteligentes, esta dado porque no creen que los conocimientos que reciban puedan servirles para enfrentar la vida. Se ven reducidos a la inmediatez de la vida que les ha tocado y nadie les propone soñar un país distinto desde una palabra autorizada.
La escuela, como conformadora de subjetividad, debe tener en cuenta estas dos variables: por un lado, la producción de legalidades, no la puesta de límites; por otra parte, la capacidad de recuperar las preguntas que inclusive no pueden formular los niños o los jóvenes mismos, y en principio, antes de responderlas, poder transcribirlas y repensarlas.
Las normas son intrínsecas a la constitución psíquica
Empecemos por la primera norma que un sujeto acata, que es el control de esfínteres. El déficit de control de esfínter vesical, luego de cierta edad y no habiendo causas orgánicas, se relaciona con cierta imposibilidad de renunciar a cierta inmediatez para poder tener en cuenta la presencia de los otros.
Cuando los niños pequeños aceptan el control de esfínteres, en realidad lo aceptan como una forma de demostrar el amor hacia el otro. Lo que le regala el niño a la madre es la renuncia a las heces, que es muy diferente, porque el niño no dice "ay, se las regalo a mami y mami me hace una tortita con eso", no. En cambio, a mi entender, el niño regala su deseo de evacuar en cualquier lado, en cualquier momento, por amor a la madre. Esta inscripción de la norma va marcando ya una renuncia en el interior de la cultura.
La construcción de legalidades y el universo del semejante
Precisamente, el problema de la construcción de legalidades pasa por esto, por la posibilidad de construir respeto y reconocimiento hacia el otro y por la forma en cómo se define el universo del semejante.
Cuando el niño renuncia a ciertas cosas, lo hace porque no quiere perder el amor, pero también porque no quiere producir sufrimiento en el otro.
La crueldad no es solamente el ejercicio malvado sobre el otro, sino que es también la indiferencia ante el sufrimiento del otro. Es una forma de inmoralidad y de crueldad la indiferencia ante el sufrimiento.
Es imposible mantener la oposición escuela-padre, pero al mismo tiempo hay que tener en claro que les vamos a plantear a los padres. No podemos plantearles a los padres que su función es ayudar en la transmisión de los conocimientos.
La escuela como lugar de recomposición subjetiva
La función de la escuela consiste hoy en recomponer también la subjetividad de los padres. No se va a poder educar a estos niños, si no se hace algo con esos padres. Creo que, por una parte, hay que romper la antinomia. Por otra parte, la escuela tiene que ser un lugar de recomposición.
Es evidente que venimos de un país que ha destruido la salud, la educación y el trabajo, y tenemos que recomponerlos.
También hay que convocar a los padres para esto, sacarlos de la pasividad.
Entonces hay que establecer un reordenamiento psíquico en los niños de primaria, y ubicar el nivel inicial en los términos en que tiene que estar: como semillero de sujetos sociales. Frente a esto, me importa muy poco la acomodación psicomotriz.
Es necesario redefinir el concepto de familia
Yo la redefino en términos de una asimetría que determina la responsabilidad del adulto con respecto al niño. En la medida en que haya dos generaciones, hay una familia; con la asimetría correspondiente que orienta a la obligatoriedad de la transmisión y de la producción de sujetos en el interior de algún tipo de comunidad humana, que básicamente se estructura con dos personas como base.
Para que los adultos sean responsables, tienen que ser ellos en primera instancia reinstituidos en su capacidad de sentirse en condiciones de responsabilizarse. Cuando el adulto pierde la capacidad de responsabilidad ante el niño, el sentimiento de la destitución es brutal.
Lo que me preocupa son las relaciones de poder y las relaciones de género: el problema de la maternidad o de la parentalidad no está en si se es hombre o si se es mujer, sino en cómo se asumen los roles. Tampoco creo que la autoridad sea paterna; me parece lamentable seguir penando por la falta del padre en un país como el nuestro. El problema del padre no es el padre en sí mismo, sino la ley del adulto que se tiene que transmitir a los niños, y esto lo pueden hacer los hombres o las mujeres. La única forma es esta combinatoria entre principios claros y mente abierta.
El igualitarismo solo se puede establecer entre pares, vale decir, sobre seres que tienen la misma posibilidad.
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