El nuevo diván de los argentinos: por qué triunfa la psicología optimista

En tiempos de certezas perdidas y búsqueda de soluciones rápidas, una nueva fuente de auxilio está en auge: una psicología positiva, que puede traducir conocimientos científicos en consejos prácticos, que se difunde en best sellers y que protagonizan, con sus diferencias, autores como Pilar Sordo, Gabriel Rolón, Miguel Espeche, Sergio Sinay, Verónica de Andrés y Florencia Andrés. ¿Marketing o signo de una época?


Si sus hijos lo desconciertan, si no sabe cómo iniciar o terminar una pareja, si los vaivenes económicos del país no lo dejan dormir, si varias veces pensó que la solución a sus problemas sería cambiar de trabajo, usted es un fiel representante de esta época, al menos, de cómo la viven aquellos que tienen sus necesidades básicas bajo control. A las herramientas habituales para hacer frente a estas preguntas vitales -la religión, el diván, el gimnasio, la autoayuda espiritual- se ha venido a agregar últimamente un nuevo recurso: una suerte de psicología de divulgación, que puede traducir conocimientos validados científicamente en consejos prácticos para la vida y que, lejos de predicar el sufrimiento y el sacrificio, se concentra en el lado positivo que todos -sí, todos- tenemos.

Con sus diferencias de estilo y alcance, Pilar Sordo, Gabriel Rolón, Miguel Espeche, Sergio Sinay, Laura Gutman y Verónica de Andrés y Florencia Andrés, entre otros, protagonizan un fenómeno debest sellers que pasan meses en las listas de más vendidos, teatros colmados, giras por el país y el exterior, apariciones en programas de televisión, consultas en diarios y revistas, y seguidores agradecidos en Twitter y páginas web que se cuentan de a miles. ¿Estrategia de marketing o signo de los tiempos?

Algo de ambos, probablemente. En un mundo que ha perdido varias certezas, en el que se puede sostener una opinión y la contraria y ambas parecen razonables, en la que lograr soluciones rápidas a los problemas es un valor, este nuevo diván de los argentinos encaja perfectamente con el estilo de una clase media y media alta a la que la autoayuda espiritual más tradicional no convence, o incluso avergüenza.

 Histriónica y descontracturada, la chilena Pilar Sordo protagoniza un verdadero stand up psicológico que la lleva de gira todos los meses; aquí, en Santa Fe. Foto: LA NACION

En efecto, aquí no hay gurúes iluminados con vidas de perfección, sino investigadores que comparten los resultados de su ciencia, que se muestran tan frágiles como sus lectores, afectados por sus mismos problemas, pero con alguna idea de por dónde intentarlo. Aquí no hay vidas pasadas, ejercicios de respiración ni revelaciones místicas, sino estadísticas, ideas sobre conexiones neuronales en el cerebro y muchos consejos prácticos y aplicables, que en gran medida pueden sintetizarse en uno que las distintas formas de la psicología vienen sosteniendo desde siempre: para ser feliz hay que hacer algo al respecto.

"El éxito de estos autores tiene que ver con una angustia que es más vieja que el mundo. Es un discurso que tiene más visibilidad y es más mostrable que la autoayuda de corte más religioso. No es místico y es más mediático", describe Mariano Valerio, editor de Planeta, donde parece existir un radar atento a este fenómeno. Son los editores, por ejemplo, de la chilena Pilar Sordo, con 130.000 ejemplares vendidos de sus libros Viva la diferencia , Lecciones de seducción , No quiero crecer yBienvenido dolor ; de Verónica de Andrés y Florencia Andrés -madre e hija-, autoras de Confianza total , el nuevo boom de la capacitación empresaria, que va por su edición número 14 y está en la lista de los más vendidos desde hace? ¡dos años!; y de Gabriel Rolón, con sorprendentes 315.500 ejemplares vendidos de Palabras cruzadas , Historias de diván y Encuentros (El lado B del amor) , el libro más vendido en la última Feria del Libro.

Los medios tienen un actor importante en la difusión de esta psicología aplicada, que el mundo editorial llama "superación personal". "Hay un ida y vuelta. Algunos autores tienen primero un libro, y luego una columna en una revista, o al revés: lo escuchamos en la radio y lo convocamos para que escriba un libro", explica Adriana Fernández, editora de Planeta.

"No tengo idea de cómo se llama lo que hago. Pero sí sé que no tengo ninguna sabiduría personal, no soy una iluminada, soy común y corriente. Tengo ocho investigaciones en muchos países que avalan mis cinco libros. Busco sumergirme desde la psicología en ciertos temas que pueden ayudar a otros", describe a La Nacion Pilar Sordo, que pasa una semana por mes de gira fuera de su país -entre el 11 y el 16 de septiembre volverá a la Argentina-. En sus presentaciones ofrece un verdadero stand up psicológico, siempre a sala llena, que puede sostener con un micrófono por toda ayuda en el escenario, y matizar con chistes, posturas políticamente incorrectas -"Tenemos los adolescentes que nos merecemos", "¿Por qué tendremos las mujeres esa manía uterina de rescatar hombres tarados?"; "Las mujeres tienen que volver a hacer la torta de cumpleaños de sus hijos"- y sobre todo mostrándose una más. "Me acerco a la gente, hablo desde un lugar cotidiano, con sentido del humor y parto de mis propias preguntas", sintetiza, y adelanta que su próximo libro rondará el tema "No quiero envejecer".

En efecto, buena parte del éxito de estos psicólogos mediáticos está en que no sólo proveen información, sino verdaderas experiencias. "Son autores a los que les importa el vínculo con el otro, que no renuncian a la hondura de sus conceptos, pero no dictan una cátedra. Generan un intercambio, no sólo la inoculación de conocimientos del que sabe al que no", explica Miguel Espeche, y se deja afuera de un universo que lo contiene. Psicólogo, coordinador general del Programa de Salud Mental Barrial del hospital Pirovano, autor de Criar sin miedo (Aguilar), colaborador asiduo en diarios, revistas y con columna propia en los noticieros de El Trece y TN, Espeche tiene una especialidad que hoy es éxito asegurado de escucha: los hijos y la familia. "La gente está buscando algo que genere vida y sintonice con el entusiasmo y las ganas, no sólo con la evitación del peligro. Yo pretendo tender un puente entre la psicología y la vida de las personas, que la psicología vaya a la gente y sus vivencias y no que la gente se tenga que meter en el universo psi", dice.

Estos divulgadores de la psicología tienen ideas bastante coincidentes de las razones de su éxito. "Los seres humanos hemos ido perdiendo certezas en nuestra intuición. Me encanta que haya 1500 personas en un teatro para verme, pero es absurdo que vengan a escuchar algo que ellos deberían saber. Yo soy un fiel representante de la inseguridad del ser humano. No podemos preguntar a todo el mundo lo que tenemos que hacer, buscar referentes externos todo el tiempo", dice Pilar Sordo.

Espeche coincide: "Hoy hay mucha inseguridad, una cosa un poco infantil de pedir recetas que eviten el dolor, y la idea de que todo lo estamos haciendo mal. En el ciento por ciento de los encuentros la gente ya sabe lo que hay que hacer, sólo que no tienen la seguridad ni la confianza para hacerlo", sintetiza.

La perenne y escurridiza meta del bienestar hoy goza de una persecución renovada, y científica. Mientras en renombrados centros del mundo se estudia el cerebro para iluminar los laberintos neuronales del amor, los celos, la confianza o el liderazgo, algunos países se han propuesto seriamente medir la felicidad de sus habitantes como un elemento de desarrollo socioeconómico, y la psicología ha desarrollado una rama muy activa, que pone el foco en los rasgos positivos más que en las oscuridades de la mente, el lugar en el que se suele ubicar al psicoanálisis.

La psicología positiva, así se llama, surgió en los Estados Unidos a fines de la década del 90, de la mano del psicólogo Martin Seligman, de la Universidad de Pensilvania, que propuso enfocarse en estudiar las emociones positivas, las fortalezas y habilidades de los seres humanos y hasta las instituciones positivas, como "la democracia, las familias unidas y la libertad de información", que sostienen estas virtudes y permiten desarrollarlas. "La psicología positiva es un campo vastísimo, que se propone siempre la validación empírica de sus conceptos. Para resumirlo, es la búsqueda del bienestar, que se estudia en campos muy diversos, como la gratitud, la comunidad, las instituciones, la conciencia ciudadana, el desarrollo cognitivo, el sentido del humor, el optimismo", enumera Viviana Kelmanowicz, psicóloga y psicopedagoga, profesora en la Universidad de Palermo (UP), donde -aún una rareza para la academia local- se estudia esta rama en la carrera de grado de psicología, y hay grupos de investigación y publicaciones que analizan, por ejemplo, la sensibilidad paternal durante el embarazo, la predicción del éxito académico de estudiantes extranjeros y los estereotipos de género en mujeres líderes.

Kelmanowicz no critica a sus colegas divulgadores, aunque plantea advertencias. "Que llenen teatros con cosas buenas, que a la gente la nutran de estrategias, me parece maravilloso. Pero son generalidades, cosas que les pueden servir a algunos, pero quizá no a diferentes personas en particular", dice y, para hacer honor a su ciencia, lanza una estadística inquietante: "Se sabe que el 50% de la percepción de la felicidad es genética; el 10% está influido por circunstancias de la vida y el 40% depende de lo que uno haga sistemáticamente para sentirse mejor".

Traducir el bienestar en respuestas y porcentajes se ha puesto de moda. En la Argentina, una encuesta reciente de Gallup y la UP entre más de 1000 casos en todo el país mostró que la familia (90%) y los amigos (89%) son los aspectos de la vida en los cuales los argentinos se sienten más satisfechos. Las condiciones de trabajo (65%) y la situación económica personal (63%) son las que generan menos satisfacción.

De la empresa a la vida

Quizás eso explique, en parte, el éxito que en las empresas está teniendo el coaching , heredero de la inteligencia emocional de los 90, que se ha convertido en algo así como el sentido común de la capacitación empresaria. "El coaching es el arte de lograr que las personas se propongan metas parándose en su presente y pensando en el mediano y largo plazo. Es muy práctico, pero a la vez está nutrido de datos comprobables, que en general aportan las neurociencias y la psicología cognitiva", apunta Verónica de Andrés, especialista en "crecimiento personal y motivación", quien, junto con su hija Florencia, llevaron su best seller Confianza total de los cursos para empresas al teatro Maipo, que llenaron tres veces, y en el que anuncian una nueva presentación para el 25 de septiembre. Con más de 30.000 seguidores en Facebook, un documental, contrataciones en empresas para dar cursos cerrados y giras por el interior del país, las damas del coaching afirman que "tenemos 50.000 pensamientos diarios. Un buen coach ayuda a que una persona se haga conciente de usar los pensamientos que abren posibilidades y desechar los otros", como dice Verónica. Florencia aporta otra estadística, de la Universidad de Harvard, que indica que el 75% del éxito laboral depende "de saber cómo manejar emociones, automotivarse, comunicarse, resolver un conflicto. Lo emocional dejó de ser visto como una pérdida de tiempo en las empresas".

La novedad es que el coaching parece estar desbordando los límites de las direcciones de Recursos Humanos para volverse aplicable en la vida, como en estimular la autoconfianza en los hijos, independizarse de parejas limitantes o resolver las distancias con un familiar cercano. "En nuestro público tuvimos un presidente de una multinacional al lado de un ama de casa que buscaba un proyecto de vida", apunta Verónica. Y sintetiza: "Hoy vivimos la era del cerebro. Enseñamos de todo menos a usar nuestra mente, a ponernos metas, a desechar los pensamientos negativos y limitantes. Hay hambre de aprender a vivir para disfrutar más".

Para algunos, sin embargo, el camino más corto a la felicidad puede ser engañoso y hasta contraproducente. El psicoanalista Enrique Novelli, miembro titular de la Asociación Psicoanalítica Argentina, opina que "estas metodologías crean la ilusión de la recuperación de la salud psíquica a través de prácticas que dan resultados inmediatos. Las personas que se benefician son las que podrían haber resuelto sus problemas prácticamente solas, si tuvieran una capacidad de reflexión sobre sí mismas", dice. El camino del psicoanálisis, sostiene, "es más complejo, más lento, pero llega a resoluciones más profundas y estables. Hacer que un síntoma desaparezca rápidamente puede promover una situación de equilibrio, pero en poco tiempo puede aparecer otro síntoma".

Quizá sea Pilar Sordo la que, con el desparpajo que le ha dado tantos seguidores fieles, mejor retrate el clima contemporáneo que hace lugar a esta psicología optimista. "Lo único que sé es que voy a tener trabajo hasta que muera", dice.

© La Nacion

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