Según la OMS, se producen 1 millón de suicidios al año, cifra que sitúa a esta conducta, como la primera causa de muerte violenta en el mundo superando incluso las muertes por accidentes de tráfico, por guerra y homicidios. La franja de mayor edad así como la juvenil, representan los porcentajes más elevados y proclives a padecer trastornos depresivos respecto a otros grupos de población. Ante estos datos, es indudable que estamos ante un grave problema de salud pública y de afectación internacional, llegando a todas las razas, culturas y clases sociales. Cabe añadir que el suicidio es un constructo de tipo multicausal en el que los factores psicológicos de riesgo son considerables, especialmente los sentimientos de desesperanza y el bajo estado de ánimo asociado. A pesar de estos factores depresivos, existen a su vez otros trastornos mentales considerados como factores de riesgo para el suicidio. Según la OMS, los trastornos mentales en los que se observa más comorbilidad con la conducta suicida son: 24% trastornos afectivos, 22% trastornos de personalidad, 21% otra patología mental, 18% abuso de sustancias, 10 % psicosis-esquizofrenia y un 5 % síndromes orgánicos cerebrales. Como observamos, los trastornos afectivos son el colectivo con mayor riesgo y mayor presencia de conducta suicida.
Antes de adentrarnos en esta relación suicidio-depresión, hemos de considerar las diferencias entre las ideas de muerte, de suicidio y los intentos de suicidio: - Ideas de muerte: existen pensamientos relacionados con la muerte, como deseo o posibilidad, pero no existe disposición o capacidad para hacerlo. - Ideas de Suicidio: es un paso adelante respecto a las anteriores. La persona piensa que podría provocar su muerte. -Intentos de suicidio: es ya una conducta voluntaria dirigida directamente a acabar con la vida. Todas ellas engloban sentimientos de angustia, desesperanza, miedo, tristeza o frustración, con distinta intensidad y frecuencia.
A fin de obtener una idea detallada de la situación, veamos algunos datos acerca al suicidio en la depresión.- En primer lugar, por lo que respecta al suicidio en función del género, existen notables diferencias: un 78% se da en varones y un 22% en mujeres. La forma de llevarlo a cabo también varía. - En cuanto a la edad, el colectivo de la tercera edad es aquel que presenta el mayor riesgo. - Es más frecuente que haya intentos de suicidio a que se den suicidios consumados: la OMS estima que la frecuencia de los intentos es 20 veces mayor a la del suicidio consumado. - Suele ser a su vez más frecuente la presencia de ideas de muerte o deseos de muerte que la conducta suicida que se intenta llevar a cabo. Cuando la actitud hacia los pensamientos de muerte es de rechazo y se percibe un control sobre la acción de suicidio, obviamente el riesgo disminuye. Cuanto mayor sea la frecuencia de ideas de suicidio, más intensas y mayor aceptación tenga la persona hacia ellas, mayor es el riesgo.
En todo ello juega también un papel destacado el entorno de la persona. Existe todavía una falta de conciencia social hacia el suicidio y en muchas sociedades es un tema tabú. Así ocurre en sociedades como la africana, donde el poder hablar y tratar el tema abiertamente resulta impracticable. Igualmente, prevalecen a su vez muchas falsedades sobre el suicidio, sus causas y el carácter de las personas que lo intentan. Algunos de estos mitos que desvelan actitudes de rechazo, miedo o desconocimiento son: "El que se quiere matar no lo dice", "el suicidio se hereda", "quien intenta suicidarse una vez siempre estará en riesgo", "preguntar sobre ello a una persona en riesgo aumenta el peligro", " el suicidio no se puede prevenir porque ocurre por impulso".
Asimismo, además de estos mitos – que falsean la realidad del problema y no favorecen la ayuda para estas personas – existen otros factores de riesgo junto con la depresión. Por factor de riesgo se entiende aquella situación que aumenta la probabilidad que una persona cometa una conducta suicida:
- Biológicos: un pequeño porcentaje de personas que lo intentan poseen antecendentes de familiares fallecidos por suicidio.
- Físicos: sufrir de enfermedades orgánicas y físicas. Psicológicos: tentativas de suicidio previas, ansiedad, abuso de sustancias.
- Sociales: vivir en situación de acoso o violencia, sufrir conflictos interpersonales, aislamiento, pobreza o desarraigo social. Con todo, no se establece que la depresión sea un factor causal directo, sino un factor de riesgo o de mayor vulnerabilidad que puede facilitar la conducta suicida si existen otros factores de predisposición como el abuso de alcohol, la exclusión social o los mencionados arriba.
Si bien es cierto que existen muchas medidas dirigidas a prevenir el suicidio a nivel mundial, el apoyo a nivel local no siempre está disponible o no es conocido por los afectados. Para finalizar, si nos ajustamos a aquello que la OMS considera como medidas básicas para evitar el suicidio, vemos que no consiste sólo en prevenir el desenlace mortal, sino también el primer intento y la repetición de los actos suicidias. Por esta razón, la identificación precoz es un elemento clave y es ahí donde juega un rol vital el apoyo social y familiar que la persona tenga. La pertenencia a un grupo, la disponibilidad de pedir ayuda o la capacidad para utilizar las fuentes que brinda la salud mental del sistema sociosanitario, son algunos de los factores protectores más importantes.
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