Hace varios años, cuando se comenzaron a desarrollar las primeras investigaciones en el campo de la comunicación no verbal, se llegó a la conclusión que cuando dos personas están muy comprometidas en una conversación, tienden a imitar de manera totalmente inconsciente algunos de los movimientos que realiza el otro.
De esta forma, muchos psicólogos afirman que el mejor indicador para saber si una persona está involucrada en la comunicación es observar si imita nuestros gestos. Por supuesto, tampoco faltan quienes aseveran que una técnica excelente para capturar la atención y la empatía de nuestro interlocutor es imitar algunos de sus gestos.
Sin embargo, ahora una nueva investigación realizada en la Universidad de California se ha preguntado si realmente imitar los movimientos es una técnica social tan asertiva como se piensa o si tiene algún coste para nuestra reputación. En otras palabras, ¿un observador atento podría pensar que somos menos inteligentes y confiables cuando detecte que estamos imitando los movimientos de nuestro interlocutor?
Pues bien, los investigadores le pidieron a un grupo de voluntarios que observaran diferentes videos en los cuales se realizaban entrevistas. Algunos participantes vieron videos donde el entrevistador se mostraba de forma cordial y a otros se les mostraron videos donde el mismo entrevistador se comportaba de manera condescendiente. No obstante, la diferencia fundamental estribaba en que en algunos videos el entrevistador imitaba los movimientos del entrevistado (obviamente, simples manierismos como tocarse una pierna o pasarse la mano por el cabello) y en otros videos no había imitación alguna.
Después de haber visto los videos los participantes debían evaluar la competencia general del entrevistador tomando en cuenta aspectos como la confiabilidad y el grado de simpatía. Lo curioso fue que aunque a nivel consciente ninguno de los participantes reconoció haber visto los gestos mímicos, estos fueron esenciales para evaluar al entrevistador.
Así, cuando los entrevistadores imitaban los movimientos del entrevistado, eran considerados por el observador externo como menos competentes. Para comprobar estos resultados se repitió el experimento pero esta vez oscureciendo las imágenes de forma que los participantes se centraran más en las preguntas que en la gestualidad. En este caso los resultados fueron totalmente diferentes.
Los investigadores nos recuerdan que la vida social es muy compleja y que, si deseamos mantener determinado status, debemos estar particularmente atentos a quién imitamos ya que un modelo erróneo podría costar la pérdida de la credibilidad. Así, en dependencia del contexto y de nuestros objetivos, a veces la inteligencia social se encuentra en no imitar.
Fuente:
Kavanagh, L. et. Al. (2011) When it's an error to mirror: The surprising reputational costs of mimicry. Psychological Science.
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