¿Qué porcentaje de mujeres violentas existe en relación a los hombres violentos?
No hay una cifra exacta que podamos mencionar, pero la violencia en las mujeres existe aunque está menos divulgada que la de los hombres.
¿Por qué?
Por cuestiones de tipo cultural; no es tan frecuente que los hombres denuncien malos tratos o abusos por parte de sus mujeres, aunque los haya.
¿Cómo se ejerce la violencia con el cónyuge?
A través de conductas que tienen que ver con la sexualidad, por ejemplo negándose a tener actividad sexual con la pareja, descalificándolo sexualmente, comparándolo con otros hombres, culpabilizándolo por su falta de deseo sexual o por no sentirse satisfecha. Esta es una de las maneras directas, en otros casos puede ser a través de los hijos. Existe el abuso materno hacia los hijos que muchas veces queda encubierto y del cual no se habla porque queda incluido en las disputas de la pareja.
¿Cómo es esto?
Como la madre generalmente se hace cargo de los bebés y supervisa a los hijos mayores cuando están en la etapa escolar, tiene más oportunidades de disfrazar las actitudes violentas con presuntas exigencias lógicas en beneficio de la crianza o de la educación de los hijos. Por ejemplo, descalificaciones y castigos físicos o penitencias exageradas cuando los chicos no se comportan como ellas pretenden o porque no alcanzan los objetivos que ellas fijan. Esto no tiene nada que ver con la correcta puesta de límites que toda madre tiene la obligación y el derecho de hacer. Estamos hablando de violencia encubierta dirigida hacia el marido.
¿El marido no se da cuenta de esto?
Muchas veces sí y cuando interviene, puede suceder que la mujer enfoque su ira hacia él, diciendo que la está desautorizando frente a los hijos. La mujer con rasgos violentos tiene una conducta que provoca confusión en los niños y en el marido, ya que sostiene sus actitudes con cierta lógica o, si se da cuenta de que ha obrado mal, oculta su culpa con pretextos en los cuales los responsables son los hijos, por su mal comportamiento y el marido, por no apoyarla o por no estar nunca en la casa.
¿A qué se debe la violencia femenina?
El origen de estas conductas suele ser la falta de modelos pacíficos y asertivos en la infancia y adolescencia y, por el contrario, la presencia de modelos familiares y del entorno social violentos, que se van introyectando como estilo de comportamiento. Al instalarse como hábitos constantes de respuesta, al llegar a la adultez, se producen en forma automática. En muchos casos la mujer cree verdaderamente que lo que hace está bien, porque no conoce otro modo de respuesta; en otros, se arrepiente y se culpa por su actitud, pero en el momento de los hechos, no puede evitar sus propios impulsos, no puede frenar a tiempo.
¿La conducta se transforma en un hábito?
Exactamente, por eso es tan difícil modificar estas penosas situaciones. Además la sociedad está instalando recursos y dispositivos de protección para las víctimas, pero muy pocos para la reeducación de las personas violentas, que son muchas más de las que se supone. Sumado a esto está el secreto, el encubrimiento por la vergüenza que genera esta situación familiar y la resistencia de muchas mujeres a una terapia, cuando no reconocen que existen otras formas de manejar los eventos de la vida sin tener que llegar a las agresiones.
¿Tienen un perfil particular estas mujeres?
Pueden ser exigentes y severas o también muy cariñosas y atentas, pero cuando se dispara una situación que les provoca ira, actúan insultando, descalificando, golpeando o poniendo castigos desmesurados para lo que suponen una falta. De un estado de ánimo calmo pasan al impulso agresivo sin medias tintas y ello produce en el cónyuge y en los hijos terribles confusiones; una mamá normal de pronto se vuelve una amenaza imparable; los chicos no la pueden reconocer y, con el tiempo, al repetirse una y otra vez estas conductas, crecen con miedo y desconfianza, se sienten malos ellos mismos y pueden llegar a desarrollar enfermedades psicosomáticas o psiquiátricas. Existen madres que llevan a los niños al médico diciendo que se cayeron en la escuela cuando han sido ellas las que los castigaron y, al tomar conciencia de la gravedad del hecho, se asustan pero no saben como controlar sus impulsos y estas consultas médicas se repiten una y otra vez, inclusive, a escondidas del marido.
¿La violencia es siempre hacia el marido y los hijos o también hacia otras personas de la familia?
La personalidad con rasgos violentos acciona hacia cualquier miembro de la familia, el único límite es la posibilidad del otro de rechazar la agresión. Pueden agredir a padres ancianos, a suegros o a la mucama, si estos no tienen la capacidad de frenar esta conducta.
Hay que entender que habitualmente la mujer puede ser muy afectuosa y razonable pero de pronto, estalla incontrolablemente tomando por sorpresa a la persona que está con ella. Existen sin embargo matices de violencia; a veces la agresión es más sutil, aunque no menos dañina para el otro, a través de la ironía o la burla.
¿Qué le sucede a una mujer para que actúe de ese modo?
Siente que está acorralada por ciertas situaciones que se le escapan de las manos; exigencias sobre ella misma que no puede afrontar, sensación de impotencia; se siente amenazada por la oposición de los demás o desbordada por lo que siente como falta de apoyo y colaboración en situaciones domésticas o de otro tipo. En oportunidades las exigencias que tiene que afrontar no son imaginarias sino reales, pero no sabe como pedir ayuda y muchas veces ella misma presenta ante la familia una imagen de autosuficiencia, por lo cual nadie supone que necesita colaboración o ayuda. Su irritación, entre tanto, va creciendo, sin poder encontrar modos correctos y asertivos para manejarse frente a determinadas circunstancias con sus seres queridos. Debemos señalar, que ella realmente ama a su familia pero proviene de un entorno disfuncional que le mostró ejemplos que ella absorbió como válidos y los reitera.
¿Qué debería hacer la familia para cambiar esta penosa situación?
Como dije antes, a veces la familia tiene el mismo modelo de comportamiento, por lo cual no lo consideran extraño, otras veces temen enfrentar a la mujer o creen que ella se dará cuenta sola y cambiará sus actitudes voluntariamente. En la mayoría de los casos la familia no sabe adonde recurrir por ayuda. Lo que se debería lograr es que esta mujer, que es una verdadera víctima de sus propios impulsos, realizará un tratamiento en el cual se le enseñarán modos asertivos de relacionarse con su entorno y aprender a hacer frente a situaciones que la angustian, de un modo pacífico. Esto requiere un proceso terapéutico que debería existir a nivel público, no solamente en forma privada, ya que, según mi opinión, estas esposas y madres de familia, en muchísimos casos sufren mucho su propio descontrol y necesitan una rehabilitación a la cual puedan acceder, para que el grupo familiar pueda funcionar adecuadamente.
Dra. Beatriz Literat
MN° 50.294
No hay una cifra exacta que podamos mencionar, pero la violencia en las mujeres existe aunque está menos divulgada que la de los hombres.
¿Por qué?
Por cuestiones de tipo cultural; no es tan frecuente que los hombres denuncien malos tratos o abusos por parte de sus mujeres, aunque los haya.
¿Cómo se ejerce la violencia con el cónyuge?
A través de conductas que tienen que ver con la sexualidad, por ejemplo negándose a tener actividad sexual con la pareja, descalificándolo sexualmente, comparándolo con otros hombres, culpabilizándolo por su falta de deseo sexual o por no sentirse satisfecha. Esta es una de las maneras directas, en otros casos puede ser a través de los hijos. Existe el abuso materno hacia los hijos que muchas veces queda encubierto y del cual no se habla porque queda incluido en las disputas de la pareja.
¿Cómo es esto?
Como la madre generalmente se hace cargo de los bebés y supervisa a los hijos mayores cuando están en la etapa escolar, tiene más oportunidades de disfrazar las actitudes violentas con presuntas exigencias lógicas en beneficio de la crianza o de la educación de los hijos. Por ejemplo, descalificaciones y castigos físicos o penitencias exageradas cuando los chicos no se comportan como ellas pretenden o porque no alcanzan los objetivos que ellas fijan. Esto no tiene nada que ver con la correcta puesta de límites que toda madre tiene la obligación y el derecho de hacer. Estamos hablando de violencia encubierta dirigida hacia el marido.
¿El marido no se da cuenta de esto?
Muchas veces sí y cuando interviene, puede suceder que la mujer enfoque su ira hacia él, diciendo que la está desautorizando frente a los hijos. La mujer con rasgos violentos tiene una conducta que provoca confusión en los niños y en el marido, ya que sostiene sus actitudes con cierta lógica o, si se da cuenta de que ha obrado mal, oculta su culpa con pretextos en los cuales los responsables son los hijos, por su mal comportamiento y el marido, por no apoyarla o por no estar nunca en la casa.
¿A qué se debe la violencia femenina?
El origen de estas conductas suele ser la falta de modelos pacíficos y asertivos en la infancia y adolescencia y, por el contrario, la presencia de modelos familiares y del entorno social violentos, que se van introyectando como estilo de comportamiento. Al instalarse como hábitos constantes de respuesta, al llegar a la adultez, se producen en forma automática. En muchos casos la mujer cree verdaderamente que lo que hace está bien, porque no conoce otro modo de respuesta; en otros, se arrepiente y se culpa por su actitud, pero en el momento de los hechos, no puede evitar sus propios impulsos, no puede frenar a tiempo.
¿La conducta se transforma en un hábito?
Exactamente, por eso es tan difícil modificar estas penosas situaciones. Además la sociedad está instalando recursos y dispositivos de protección para las víctimas, pero muy pocos para la reeducación de las personas violentas, que son muchas más de las que se supone. Sumado a esto está el secreto, el encubrimiento por la vergüenza que genera esta situación familiar y la resistencia de muchas mujeres a una terapia, cuando no reconocen que existen otras formas de manejar los eventos de la vida sin tener que llegar a las agresiones.
¿Tienen un perfil particular estas mujeres?
Pueden ser exigentes y severas o también muy cariñosas y atentas, pero cuando se dispara una situación que les provoca ira, actúan insultando, descalificando, golpeando o poniendo castigos desmesurados para lo que suponen una falta. De un estado de ánimo calmo pasan al impulso agresivo sin medias tintas y ello produce en el cónyuge y en los hijos terribles confusiones; una mamá normal de pronto se vuelve una amenaza imparable; los chicos no la pueden reconocer y, con el tiempo, al repetirse una y otra vez estas conductas, crecen con miedo y desconfianza, se sienten malos ellos mismos y pueden llegar a desarrollar enfermedades psicosomáticas o psiquiátricas. Existen madres que llevan a los niños al médico diciendo que se cayeron en la escuela cuando han sido ellas las que los castigaron y, al tomar conciencia de la gravedad del hecho, se asustan pero no saben como controlar sus impulsos y estas consultas médicas se repiten una y otra vez, inclusive, a escondidas del marido.
¿La violencia es siempre hacia el marido y los hijos o también hacia otras personas de la familia?
La personalidad con rasgos violentos acciona hacia cualquier miembro de la familia, el único límite es la posibilidad del otro de rechazar la agresión. Pueden agredir a padres ancianos, a suegros o a la mucama, si estos no tienen la capacidad de frenar esta conducta.
Hay que entender que habitualmente la mujer puede ser muy afectuosa y razonable pero de pronto, estalla incontrolablemente tomando por sorpresa a la persona que está con ella. Existen sin embargo matices de violencia; a veces la agresión es más sutil, aunque no menos dañina para el otro, a través de la ironía o la burla.
¿Qué le sucede a una mujer para que actúe de ese modo?
Siente que está acorralada por ciertas situaciones que se le escapan de las manos; exigencias sobre ella misma que no puede afrontar, sensación de impotencia; se siente amenazada por la oposición de los demás o desbordada por lo que siente como falta de apoyo y colaboración en situaciones domésticas o de otro tipo. En oportunidades las exigencias que tiene que afrontar no son imaginarias sino reales, pero no sabe como pedir ayuda y muchas veces ella misma presenta ante la familia una imagen de autosuficiencia, por lo cual nadie supone que necesita colaboración o ayuda. Su irritación, entre tanto, va creciendo, sin poder encontrar modos correctos y asertivos para manejarse frente a determinadas circunstancias con sus seres queridos. Debemos señalar, que ella realmente ama a su familia pero proviene de un entorno disfuncional que le mostró ejemplos que ella absorbió como válidos y los reitera.
¿Qué debería hacer la familia para cambiar esta penosa situación?
Como dije antes, a veces la familia tiene el mismo modelo de comportamiento, por lo cual no lo consideran extraño, otras veces temen enfrentar a la mujer o creen que ella se dará cuenta sola y cambiará sus actitudes voluntariamente. En la mayoría de los casos la familia no sabe adonde recurrir por ayuda. Lo que se debería lograr es que esta mujer, que es una verdadera víctima de sus propios impulsos, realizará un tratamiento en el cual se le enseñarán modos asertivos de relacionarse con su entorno y aprender a hacer frente a situaciones que la angustian, de un modo pacífico. Esto requiere un proceso terapéutico que debería existir a nivel público, no solamente en forma privada, ya que, según mi opinión, estas esposas y madres de familia, en muchísimos casos sufren mucho su propio descontrol y necesitan una rehabilitación a la cual puedan acceder, para que el grupo familiar pueda funcionar adecuadamente.
Dra. Beatriz Literat
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