¿Por qué somos Infieles?

 "Las cadenas del matrimonio son tan pesadas que hacen falta dos personas para soportarlas… e incluso a veces tres."
Alejandro Dumas

 Existe una tribu en América en la que la mujer encinta ofrece, en presencia del marido, una flor o un regalo a  aquella de sus amigas que ella misma ha escogido para que la reemplace en el lecho conyugal mientras dure el tiempo del embarazo. (Godonneau, 1974).
 A lo largo de la historia la infidelidad se concibió de distintas maneras. En Grecia, y de acuerdo con Demóstenes, los hombre imponían las reglas. Así, el hombre podía mantener amantes para el placer, esclavas o concubinas para que lo atendieran a diario y a las esposas para tener descendencia y ser las amas de casa.
 Durante la prehistoria se cree que existieron dos etapas: una de ellas se regía por la monogamia natural y la otra, la que entendía la monogamia como el tipo de unión cuya finalidad era asegurar el patrimonio familiar. Las normas que regulaban la relación matrimonial se recoge en el Antiguo Testamento. En Exodo (XX, 14) en los diez mandamientos, se prohíbe el adulterio, reforzándose en Levítico (XVII, 20): "no pecarás con la mujer de tu prójimo ni te contaminarás con tal unión". Entre los hebreos el objetivo del matrimonio era el de tener descendencia y se entendía que la mujer tenía el "privilegio" de compartir los favores del marido con otras esposas. Es el caso del Rey Salomón de quien se dice que llegó a tener 700 esposas y 300 concubinas. En cualquier caso si la primera esposa era infiel podía ser apedreada.
 En la antigua China la mujer, como buena ama de casa manejaba todos los asuntos referidos al hogar y era muy raro que el hombre interviniera. Si la mujer notaba que el marido bajaba su rendimiento y trabajaba con desgano, le buscaba una mujer más joven como segunda esposa aunque ésta debía obedecer a la primera en todo.
 En Europa, durante la Edad Media, a finales del siglo XIII, apareció lo que se dio en llamar "amor cortés" influido por las ideas de la caballería y del feudalismo, según los cuales el amor requería la adhesión a ciertas reglas elaboradas en las canciones de los trovadores. Éste era un código de conducta que regía las relaciones entre los enamorados de la nobleza y según él, el matrimonio era un contrato civil, un simple trámite fuera del cual podían tenerse amantes a las que se amara de verdad, lo que no suponía una infidelidad. Existían auténticos ejércitos de prostitutas e incluso se recurría a la prostitución infantil. Numerosas veces el vínculo con una de las amantes era más fuerte que con la misma esposa. Por otro lado en este periodo, "la Iglesia consolidaba su poder, de modo tal que la teología se equiparaba a la ley civil. En esta época aparecieron los famosos cinturones de castidad, y se hicieron evidentes muchos problemas sexuales, por lo que la Iglesia para reafirmarse refrenda el matrimonio monógamo y declara al instinto sexual como demoníaco dando origen así a la Santa Inquisición." Fue en la época victoriana cuando aparecieron las primeras leyes contra la pornografía. En otros casos no existía tal permisividad. La victoriana fue la época de menor permisividad y mayor represión sexual. Durante los siglos XVIII y XIX, conductas sexuales como la masturbación, eran consideradas inapropiadas. Habría que esperar a la aparición de las teorías de Sigmund Freud para hablar de una nueva moral en respuesta a la rigidez victoriana.
 En el México previo a la conquista ya se conocía el delito de adulterio que se castigaba con la lapidación o el estrangulamiento. "Las ordenanzas de Nezahualcoyotl, constituyeron un Código en el cual se establecía que si alguna mujer le era infiel a su marido y éste la sorprendía, ella y el amante eran apedreados."
 En nuestra sociedad occidental aun perduran las ideas judeocristianas. En cuanto surge la familia patriarcal se observan una serie de dualidades: 1. El ámbito de la mujer se restringe a lo privado, quedando a cargo de la reproducción, la crianza y educación de los hijos. La esfera pública es el ámbito del hombre. 2. La doble moral es permisiva con los hombres y reprime a la mujer exigiéndole virginidad previa al matrimonio y fidelidad postconyugal para con su esposo. Su placer no se toma en cuenta. 3. Se distinguen distintos tipos de mujeres: la mujer buena, ama de casa o la virgen y la mujer mala, dedicada la placer y al ámbito de lo público. 4. La sexualidad también se entiende de forma dual. Por un lado sirve para la reproducción y es aceptada como lícita siempre vinculada al matrimonio y a la familia. Por otro lado, la sexualidad como placer, que devaluaba la moral del hombre aunque fuera válida.
 A la vista de las estadísticas es lícito preguntarse si es posible ser fiel. Sin embargo no son muchas las parejas que aceptarían vincularse amorosamente a otra persona a sabiendas de que le va a ser infiel.
 Desde el punto de vista del psicoanálisis, somos sujetos deseantes. Cambiamos de objeto de deseo continuamente, pero el objeto amoroso, es una cosa distinta. Para Freud pocas cosas hay más dolorosas que perder el objeto de nuestro amor. De acuerdo con Sánchez Escárcega, "Una situación de infidelidad, sea que se presente como ocasional o como crónica, generalmente refleja, a la manera de un síntoma, un debilitamiento de los lazos emocionales que se dan en una relación de pareja a consecuencia del aumento de los mecanismos de escisión (división, separación) e identificación proyectiva (modificación del vínculo o la relación para adaptarlo a las necesidades inconscientes personales) en uno o ambos compañeros, a la vez que se intenta mantener inalterada y preservada una parte del vínculo con la pareja, es decir, los aspectos de la relación que se sienten necesarios para la continuidad personal, conyugal, familiar o social".
 Pero como apunta Trujillo López, hay muchas maneras de ser infiel. No solo en acto, sino también en el pensamiento, en la fantasía, de manera más o menos conciente, y no siempre implica genitalidad o sexualidad. Por otro lado no siempre se confiesa la infidelidad y ésta no siempre implica que el deseo o el amor por nuestra pareja original se haya apagado o perdido. Si se explicita, puede conducir a la ruptura aunque también es posible que la pareja ya estuviera rota antes de que se cometiese la infidelidad. En los casos más extremos puede llevar a la violencia e incluso al asesinato, por ejemplo cuando se tiene la idea de que el otro "me pertenece". La relación, sea como sea, no volverá a ser como antes, pero todo depende del grado de permisividad y comprensión de cada uno de los integrante de la pareja. En este sentido, una buena comunicación en la pareja puede ser de gran ayuda. "La infidelidad es una puja, de ambos géneros, por emerger de un encierro hacia un afuera que distiende y lanza a la libertad inobjetable de la ruptura de lo claustrofóbico."

Fuentes
directoriopsicologos.es
Jaume Guinot - Psicoleg col·legiat 17674
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