El dolor físico alivia la culpabilidad

En tiempos pasados, entre los monjes y otras personas dedicadas por entero a la fe religiosa, era muy usual que el castigo físico autoinflingido fuese una forma para expiar las culpas o detener las tentaciones. Desconozco si aún esta costumbre se mantiene pero lo cierto es que ahora un estudio realizado en la Universidad de Queensland viene a demostrarnos que el dolor físico puede aliviar los sentimientos de culpabilidad.

En el experimento se le pidió a los participantes que recordasen un momento en el cual se hubiesen comportado de manera totalmente inaceptable y, consecuentemente, debían evaluar el nivel de culpabilidad que experimentaban. A otro grupo, simplemente se les pidió que recordasen un momento de interacción social.

Posteriormente cada persona debía realizar una tarea de destreza manual, con una sola mano mientras la otra la sumergían en un balde de agua muy fría (hasta tal punto que provocaba dolor) o de agua tibia (de forma que fuese agradable la sensación).

Curiosamente, las personas que escribieron sobre sus comportamientos no éticos mantuvieron la mano en el agua fría durante más tiempo pero al puntuar el nivel de culpabilidad, sus cifras fueron mucho menores que aquellas personas que no sufrieron el dolor.

Por qué el dolor actúa como un reequilibrador de la escala de justicia es una explicación que aún permanece en el misterio. Culturalmente hablando, el dolor siempre ha sido comprendido como una forma de purificación ya que la persona se somete a un castigo con el cual puede expiar sus culpas. Si las personas le brindan este significado al dolor físico, es normal que, después de haberlo sufrido, se sientan menos culpables.

Particularmente considero que esta idea (extrañamente relacionada con la moral judeo-cristiana -si bien no exlcusiva de la misma- que nos ha permeado durante siglos y que parece estar muy arraigada en nuestro más profundo inconsciente) sería una de nuestras presunciones a desechar, debido fundamentalmente a dos factores:

1. El hecho de que suframos determinado dolor físico no nos exonera de la responsabilidad por el acto cometido y,

2. La culpabilidad es un sentimiento del todo inútil que debe ser eliminado una vez que seamos capaces de realizar un análisis consciente de las motivaciones que nos llevaron a cometer determinado acto.

El hecho de expiar la culpa a través del dolor físico no nos hace ni menos responsables y mucho menos nos permite ser más conscientes y autodeterminados. Como diría Arjona en alguna de sus canciones: "con un Ave María el asesino no revive a su muerto"… "tampoco con la flagelación", añadiría yo. Es necesario un proceso de cambio interior donde el autoconocimiento se ponga en el centro de mira.


Fuente:
Bastian, B.; Jetten, J. & Fasoli, F. (2011) Cleansing the Soul by Hurting the Flesh: The Guilt-Reducing Effect of Pain. Psychological Science.
VIA de Rincón de la Psicología 

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2 comentarios:

  1. Esta conclusión sobre el dolor físico y la culpabilidad tambien la he pensado con respecto a las autolesiones que se infringe mi hija de 15 años. Lo cierto es que el dolor produce una sustancia en el cerebro, no se cual exactamente, que alivia del proceso de angustia y sifrimiento que atenaza a la persona. Una vez infringido, ésta descansa.

    No tengo muy claro si es por sentimientos de culpabilidad, pero si tengo claro que después de dicho acto, la persona se queda tranquila. Esto lo he comentado con otros muchachos/as que están en la misma situación que mi hija.

    Una de las fórmulas para que no llegue la autolesión es el hielo, o sea, el frío. Eso es lo que hacemos en casa cuando mi hija siente el impulso de autolesionarse. Esto funciona.

    Ella va al Hospital de Dia de Jovenes y allí siguen una terapia junto con psicólogo y psiquiatra, lleva ya 6 meses pero la evolución es lentísima, aunque no pierdo la esperanza.

    Hoy dia hay muchos jóvenes sin ganas de vivir y que se autolesionana.

    Maite Alepuz
    (madre en estado de vililancia)

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  2. Gracias por tu reflexión.
    Creo que deberias de hacer una reunión con el psicologo que lo esta llevando y ver que esta pasando, porque si no hay respuesta tendria que ver que parte de la terapia esta fallando.
    Animo con el problema que os ha tocado vivir y a seguir estando al lado de tu hija como se que haces

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