Los padres tienen su propia personalidad; y hacen o dicen unas cosas a su hijo que otro padre o madre no haría o diría. Esas maneras de relacionarse con los hijos dan lugar a lo que se conoce como estilos educativos.
Dentro del estilo sobreprotector podríamos agrupar a los padres y madres que piensan:
Yo soy totalmente responsable de lo que le pueda ocurrir a mi hijo/a.
La vida ya le proporcionará suficientes inconvenientes cuando sea mayor; mientras yo pueda procuraré que disfrute todo lo posible.
Debo cuidar en todo momento de mi hijo, todavía no es capaz de hacer esto por sí solo.
Soy indispensable para él.
El niño/a no sabe, no puede...
El niño/a todavía es pequeño/a para...
Si dejo que haga esto solo/a, puede que sufra algún perjuicio...
Me sentiría culpable si algo desagradable le ocurriese.
En general, podría decirse que como resultado de este tipo de pensamientos, aparecería sentimientos o emociones del tipo de:
Excesiva preocupación y nerviosismo cuando el niño/a hace algo sin su ayuda o supervisión.
Enfadados cuando el niño/a pide que le permitan tener experiencias propias.
Tranquilos cuando ayudan o supervisan al niño/a.
Culpabilidad por no haberle evitado éste o aquél peligro.
Los padres y madres englobados en esta categoría hacen cosas como éstas:
Evitan que realice actividades que consideran arriesgadas, peligrosas o incluso molestas para él/ella.
Dan constantemente consejos acerca de cómo "debe" y "no debe" actuar.
Realizan frecuentes llamadas de atención sobre riesgos o peligros; pretendiendo que, atemorizado/a por estos posibles inconvenientes, no haga o deje de hacer algo que desaprueban.
Tienden a dárselo todo hecho al niño.
A menudo, castigan verbal y gestualmente los intentos de actuar bajo iniciativa y autonomía personal.
Fijan su atención en las imperfecciones y los errores del niño/a; reafirmando así las propias creencias en su inexperiencia e incapacidad para actuar solo/a.
Elogian y animan casi exclusivamente las conductas de búsqueda de apoyo en el educador.
El fundamento de esta manera de relacionarse con los hijos podría deberse a diferentes aspectos:
Hiperresponsabilidad:
Los padres piensan que el niño es un ser débil, ignorante, inexperto,... a quien hay que proteger, evitando que se exponga a situaciones de riesgo en las que pueda sufrir algún prejuicio. Se consideran excesivamente responsables de su desarrollo.
Culpabilización:
Al mantener la firme creencia de que tienen la obligación de proporcionar la mayor ayuda posible a sus hijos y evitarles cualquier tipo de problemas, dolor o inconvenientes, se sienten culpables cuando no lo consiguen.
Las consecuencias derivadas de utilizar uno u otro estilo educativo son completamente diferentes dependiendo del estilo que predomine. Pero en general puede decirse que los niños/as educados bajo un estilo educativo predominantemente sobreprotector pueden llegar a presentar:
El desarrollo de un concepto de sí mismo/a muy deficiente, ya que, al no haber podido poner a prueba su competencia personal, no puede sentirse satisfecho/a de sí mismo/a.
Retrasos en el aprendizaje de habilidades de autocuidado personal y otras habilidades sociales.
Un desarrolla con miedo a la autonomía, buscando constantemente seguridad en otros.
Carencia de iniciativa para emprender acciones por cuenta propia. Siempre espera instrucciones.
Desinterés y despreocupación por los asuntos que le conciernen, basándose en la experiencia previa: "Ya me lo resolverán otros".
Inseguridad y baja autoestima.
Ansiedad al no ser capaces de afrontar los acontecimientos vitales de forma autónoma, lo que puede desencadenar problemas tales como: miedos excesivos, timidez, agresividad, problemas de conducta en casa y en el colegio, etc.
Sin embargo, es importante destacar que la educación predominantemente sobreprotectora no implica necesariamente que los todos problemas mencionados se vayan a producir, se habla de una mayor probabilidad de aparición.
A la mayoría de los padres le gustaría que sus hijos no se equivocaran, que no tuvieran que sufrir, y poder evitar esos malos momentos que ellos, a través de su experiencia, recuerdan como negativos. Hay que destacar que esto ¡no es posible!, ya que para que se conviertan en individuos capaces de actuar y defenderse han de desenvolverse por sí solos; a través del "aprendizaje ensayo-error" van a ser capaces de crearse sus propias estrategias de actuación y resolución de conflictos. El niño tiene que equivocarse y experimentar por sí mismo en un nivel de riesgo tolerable.
Referencias:
Grupo Albor-Cohs (1998). Perfil de Estilos Educativos. En Manual de Referencia.
Ed. Cohs. Consultores en Ciencias Humanas, S.L.
Dentro del estilo sobreprotector podríamos agrupar a los padres y madres que piensan:
Yo soy totalmente responsable de lo que le pueda ocurrir a mi hijo/a.
La vida ya le proporcionará suficientes inconvenientes cuando sea mayor; mientras yo pueda procuraré que disfrute todo lo posible.
Debo cuidar en todo momento de mi hijo, todavía no es capaz de hacer esto por sí solo.
Soy indispensable para él.
El niño/a no sabe, no puede...
El niño/a todavía es pequeño/a para...
Si dejo que haga esto solo/a, puede que sufra algún perjuicio...
Me sentiría culpable si algo desagradable le ocurriese.
En general, podría decirse que como resultado de este tipo de pensamientos, aparecería sentimientos o emociones del tipo de:
Excesiva preocupación y nerviosismo cuando el niño/a hace algo sin su ayuda o supervisión.
Enfadados cuando el niño/a pide que le permitan tener experiencias propias.
Tranquilos cuando ayudan o supervisan al niño/a.
Culpabilidad por no haberle evitado éste o aquél peligro.
Los padres y madres englobados en esta categoría hacen cosas como éstas:
Evitan que realice actividades que consideran arriesgadas, peligrosas o incluso molestas para él/ella.
Dan constantemente consejos acerca de cómo "debe" y "no debe" actuar.
Realizan frecuentes llamadas de atención sobre riesgos o peligros; pretendiendo que, atemorizado/a por estos posibles inconvenientes, no haga o deje de hacer algo que desaprueban.
Tienden a dárselo todo hecho al niño.
A menudo, castigan verbal y gestualmente los intentos de actuar bajo iniciativa y autonomía personal.
Fijan su atención en las imperfecciones y los errores del niño/a; reafirmando así las propias creencias en su inexperiencia e incapacidad para actuar solo/a.
Elogian y animan casi exclusivamente las conductas de búsqueda de apoyo en el educador.
El fundamento de esta manera de relacionarse con los hijos podría deberse a diferentes aspectos:
Hiperresponsabilidad:
Los padres piensan que el niño es un ser débil, ignorante, inexperto,... a quien hay que proteger, evitando que se exponga a situaciones de riesgo en las que pueda sufrir algún prejuicio. Se consideran excesivamente responsables de su desarrollo.
Culpabilización:
Al mantener la firme creencia de que tienen la obligación de proporcionar la mayor ayuda posible a sus hijos y evitarles cualquier tipo de problemas, dolor o inconvenientes, se sienten culpables cuando no lo consiguen.
Las consecuencias derivadas de utilizar uno u otro estilo educativo son completamente diferentes dependiendo del estilo que predomine. Pero en general puede decirse que los niños/as educados bajo un estilo educativo predominantemente sobreprotector pueden llegar a presentar:
El desarrollo de un concepto de sí mismo/a muy deficiente, ya que, al no haber podido poner a prueba su competencia personal, no puede sentirse satisfecho/a de sí mismo/a.
Retrasos en el aprendizaje de habilidades de autocuidado personal y otras habilidades sociales.
Un desarrolla con miedo a la autonomía, buscando constantemente seguridad en otros.
Carencia de iniciativa para emprender acciones por cuenta propia. Siempre espera instrucciones.
Desinterés y despreocupación por los asuntos que le conciernen, basándose en la experiencia previa: "Ya me lo resolverán otros".
Inseguridad y baja autoestima.
Ansiedad al no ser capaces de afrontar los acontecimientos vitales de forma autónoma, lo que puede desencadenar problemas tales como: miedos excesivos, timidez, agresividad, problemas de conducta en casa y en el colegio, etc.
Sin embargo, es importante destacar que la educación predominantemente sobreprotectora no implica necesariamente que los todos problemas mencionados se vayan a producir, se habla de una mayor probabilidad de aparición.
A la mayoría de los padres le gustaría que sus hijos no se equivocaran, que no tuvieran que sufrir, y poder evitar esos malos momentos que ellos, a través de su experiencia, recuerdan como negativos. Hay que destacar que esto ¡no es posible!, ya que para que se conviertan en individuos capaces de actuar y defenderse han de desenvolverse por sí solos; a través del "aprendizaje ensayo-error" van a ser capaces de crearse sus propias estrategias de actuación y resolución de conflictos. El niño tiene que equivocarse y experimentar por sí mismo en un nivel de riesgo tolerable.
Referencias:
Grupo Albor-Cohs (1998). Perfil de Estilos Educativos. En Manual de Referencia.
Ed. Cohs. Consultores en Ciencias Humanas, S.L.
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