Visión psicosocial de la ciudad

Los últimos disturbios juveniles en las ciudades británicas y el debate suscitado por las manifestaciones del 15 M, sobre la ocupación pública de los espacios urbanos, han despertado mi curiosidad por indagar cómo están las cosas en la investigación psicológica sobre la influencia de los entornos urbanos en la conducta de las personas: ¿Es realmente posible una ciudad psicológicamente sostenible?


Desde su nacimiento, a principios de la década de los años 60, con la celebración en Estados Unidos del primer Congreso de Psicología y Psiquiatría de la Arquitectura, los estudios sobre la influencia de los ambientes urbanos en la psique humana han constituido uno de los principales ejes de investigación de la psicología ambiental. Y es que, como muy bien dice José Antonio Corraliza, catedrático de Psicología de la Universidad Autónoma de Madrid, uno de los principios básicos de la psicología ambientalista sostiene que: "Primero, las personas hacen a las ciudades; luego, las ciudades hacen a las personas". Los análisis contemporáneos de la conducta en las ciudades han seguido, por lo general, dos tendencias. Por un lado, la de los herederos de la Escuela Sociológica de Chicago, lo que se ha venido a denominar desde su nacimiento en los años veinte del pasado siglo 'ecología urbana', preocupados sobre todo por la realización de medidas de la conducta, utilizando estadísticas demográficas que se relacionan con las dimensiones espaciales del entorno. Por otro lado, quizás la más característica de la actual investigación psicológica ambiental, la de procedimientos ligados a los conceptos cognitivos de la representación mental de la realidad, los denominados 'mapas cognitivos', y los conceptos derivados de la psicología 'gestáltica', como el del 'espacio vital'.

Hoy en día, muchas de las investigaciones sobre la psicología urbana parecen centrarse en tres paradigmas que, según el profesor Corraliza, han devenido en las aportaciones más genuinas de la psicología ambiental al estudio de la interacción hombre-espacio urbano: "El paradigma de la legibilidad de la ciudad", la teoría de la "sobrecarga informativa" y el concepto "del sentido del lugar".

La legibilidad hace referencia a la capacidad para construir una imagen mental de un espacio urbano y es una de las propiedades fundamentales de la identidad de la ciudad. Es la cualidad que permite que le resulte fácil o no a una persona reconocer las formas de una ciudad y organizarlas en una unidad coherente. El concepto de legibilidad fue formulado por primera vez por el urbanista norteamericano Kevin Andrew Lynch en 1960 y ha sido objeto de múltiples investigaciones. Varios investigadores, estudiando los mapas cognitivos de los habitantes de diversas ciudades, han mostrado que el reconocimiento de un paisaje urbano se realiza en función del grado de centralidad de los elementos que lo componen, el flujo de la población que transita por él y su diversidad arquitectónica  y social. Con el tiempo, algunos de estos lugares terminan convirtiéndose en referente emblemático y simbólico de la identidad de la ciudad. Pensemos, por ejemplo, en el caso de la calle Larios de Málaga o la Gran Vía de Madrid.

El concepto de sobrecarga informativa fue utilizado por primera vez, en 1970, por el psicólogo Stanley Milgram y se refiere a aquella característica de la vida urbana que hace de ésta una experiencia con una gran profusión de estímulos informativos, que incluyen desde la excesiva demanda y acciones de otras personas hasta la presencia bombardeante y continua de señales auditivas y visuales, añadiendo a todo esto una serie inacabable de ofertas de acción que exigen de la persona la adopción rápida de decisiones. Como consecuencia, esta experiencia produce un bloqueo atencional en la persona y le obliga a adaptar una estrategia defensiva para controlar la presencia de estímulos informativos no deseados o no prioritarios mediante el establecimiento de barreras, prioridades o la reducción del campo de atención. Estas estrategias terminan teniendo sólo un éxito parcial y, en cualquier caso, implican un costo por fatigosas y estresantes.

Por ultimo, el sentido del lugar, fue definido por Prohansky y colaboradores, en el año 1983, como el conjunto de cogniciones relacionadas con el mundo físico en el que las personas viven. Está formado, por tanto, por creencias, valores, actitudes y sentimientos en relación con el entorno.

Hoy en día parece existir un cierto consenso entre los investigadores en que una ciudad psicológicamente sostenible solo será posible si es capaz de resolver en el sentido positivo la ecuación que se deriva de los problemas de crecimiento de los actuales entornos urbanos.  Lo que el psicólogo y profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona ha denominado "ejes de tensión de las dinámicas de la ciudad actual":

• La ciudad de la identidad del lugar y el apego frente a la ciudad de los no lugares.

• La ciudad de la participación (que genera apego) frente a la metrópoli vacía (basada en la imposición de planes grandilocuentes).

• La ciudad del virtuosismo arquitectónico frente a la ciudad de la autoconstrucción.

• La ciudad del espacio público como lugar de encuentro frente a la ciudad del urbanismo defensivo (áreas residenciales fortificadas, calles marginalizadas y centros comerciales con reserva del derecho de admisión).

• La ciudad de los ciudadanos frente a la ciudad tematizada, la Disney-ciudad.

Esperemos que nuestros planificadores urbanos tengan alguna vez en cuenta estas investigaciones.

Jaume Guinot - Psicoleg col·legiat 17674
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