Ayúdame a comprender. Organiza mi mundo y facilítame que anticipe lo
que va a suceder. Dame orden, estructura, y no caos.
No te angusties conmigo, porque me angustio. Respeta mi ritmo. Siempre
podrás relacionarte conmigo si comprendes mis necesidades y mi modo
especial de entender la realidad. No te deprimas, lo normal es que
avance y me desarrolle cada vez más.
No me hables demasiado, ni demasiado deprisa. Las palabras son "aire"
que no pesa para tí, pero pueden ser una carga muy pesada para mí.
Muchas veces no son la mejor manera de relacionarte conmigo.
Como otros niños, como otros adultos, necesito compartir el placer y
me gusta hacer las cosas bien, aunque no siempre lo consiga. Hazme
saber, de algún modo, cúando he hecho las cosas bien y ayúdame a
hacerlas sin fallos. Cuando tengo demasiados fallos me sucede lo que a
tí: me irrito y termino por negarme a hacer las cosas.
Necesito más orden del que tú necesitas, más predictibilidad en el
medio que la que tú requieres. Tenemos que negociar mis rituales para
convivir.
Me resulta difícil comprender el sentido de muchas de las cosas que me
piden que haga. Ayúdame a entenderlo. Trata de pedirme cosas que
puedan tener un sentido concreto y descifrable para mí. No permitas
que me aburra o permanezca inactivo.
No me invadas excesivamente. A veces, las personas sois demasiado
imprevisibles, demasiado ruidosas, demasiado estimulantes. Respeta las
distancias que necesito, pero sin dejarme solo.
Lo que hago no es contra tí. Cuando tengo una rabieta o me golpeo, si
destruyo algo o me muevo en exceso, cuando me es difícil atender o
hacer lo que me pides, no estoy tratando de hacerte daño. ¿Ya que
tengo un problema de intenciones, no me atribuyas malas intenciones!
Mi desarrollo no es absurdo, aunque no sea fácil de entender. Tiene su
propia lógica y muchas de las conductas que llamáis "alteradas" son
formas de enfrentar el mundo desde mi especial forma de ser y
percibir. Haz un esfuerzo por comprenderme.
Las otras personas sois demasiado complicadas. Mi mundo no es complejo
y cerrado, sino simple. Aunque te parezca extraño lo que te digo, mi
mundo es tan abierto, tan sin tapujos ni mentiras, tan ingenuamente
expuesto a los demás, que resulta difícil penetrar en él. No vivo en
una "fortaleza vacía", sino en una llanura tan abierta que puede
parecer inaccesible. Tengo mucha menos complicación que las personas
que os consideráis normales.
No me pidas siempre las mismas cosas ni me exijas las mismas rutinas.
No tienes que hacerte tú autista para ayudarme. El autista soy yo, no
tú!
No sólo soy autista. También soy un niño, un adolescente, o un adulto.
Comparto muchas cosas de los niños, adolescentes o adultos a los que
llamáis "normales". Me gusta jugar y divertirme, quiero a mis padres y
a las personas cercanas, me siento satisfecho cuando hago las cosas
bien. Es más lo que compartimos que lo que nos separa.
Merece la pena vivir conmigo. Puedo darte tantas satisfacciones como
otras personas, aunque no sean las mismas. Puede llegar un momento en
tu vida en que yo, que soy autista, sea tu mayor y mejor compañía.
No me agredas químicamente. Si te han dicho que tengo que tomar una
medicación, procura que sea revisada periódicamente por el
especialista.
Ni mis padres ni yo tenemos la culpa de lo que me pasa. Tampoco la
tienen los profesionales que me ayudan. No sirve de nada que os
culpéis unos a otros. A veces, mis reacciones y conductas pueden ser
difíciles de comprender o afrontar, pero no es por culpa de nadie. La
idea de "culpa" no produce más que sufrimiento en relación con mi
problema.
No me pidas constantemente cosas por encima de lo que soy capaz de
hacer. Pero pídeme lo que puedo hacer. Dame ayuda para ser más
autónomo, para comprender mejor, pero no me des ayuda de más.
No tienes que cambiar completamente tu vida por el hecho de vivir con
una persona autista. A mí no me sirve de nada que tú estés mal, que te
encierres y te deprimas. Necesito estabilidad y bienestar emocional a
mi alrededor para estar mejor. Piensa que tu pareja tampoco tiene
culpa de lo que me pasa.
Ayúdame con naturalidad, sin convertirlo en una obsesión. Para poder
ayudarme, tienes que tener tus momentos en que reposas o te dedicas a
tus propias actividades. Acércate a mí, no te vayas, pero no te
sientas como sometido a un peso insoportable. En mi vida, he tenido
momentos malos, pero puedo estar cada vez mejor.
Acéptame como soy. No condiciones tu aceptación a que deje de ser
autista. Sé optimista sin hacerte "novelas". Mi situación normalmente
mejora, aunque por ahora no tenga curación.
Aunque me sea difícil comunicarme o no comprenda las sutilezas
sociales, tengo incluso algunas ventajas en comparación con los que os
decís "normales". Me cuesta comunicarme, pero no suelo engañar. No
comprendo las sutilezas sociales, pero tampoco participo de las dobles
intenciones o los sentimientos peligrosos tan frecuentes en la vida
social. Mi vida puede ser satisfactoria si es simple, ordenada y
tranquila. Si no se me pide constantemente y sólo áquello que más me
cuesta. Ser autista es un modo de ser, aunque no sea el normal. Mi
vida como autista puede ser tan feliz y satisfactoria como la tuya
"normal". En esas vidas, podemos llegar a encontrarnos y compartir
muchas experiencias.
Jaume Guinot - Psicoleg col·legiat 17674
Psicologia Granollers
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