Cincuentenario de la muerte de Gregorio Marañón
La tecnología conductual desarrollada para ayudar a las personas a manejar pensamientos inadecuados se basa en los avances del español
FÉLIX RODRÍGUEZ LOZANO Es altamente probable que si consultáramos cualquier manual de Psicología General o Básica, en su capítulo dedicado a las emociones, aparecería como el teórico más importante -en algunos tratados como el único formulador de una teoría sobre la emocionabilidad- William James. El ilustre profesor de la prestigiosa Universidad de Harvard -hermano de otro también ilustre en el campo de la literatura y premio Nobel, Henry James- en su tratado Principios de Psicología de 1890 establece una teoría explicativa hegemónica, de vigencia presente pero de cobertura poco extensa. Eso sí, el meollo de la misma viene a coincidir con la planteada por un danés, al que apenas si conocen en su propio país, llamado Carl Georg Lange. El problema es que Lange era europeo y el otro no. Pues bien, lo propuesto por estos autores consiste en lo siguiente: Nos emocionamos al darnos cuenta de los cambios que se producen en nuestras vísceras, especialmente el corazón al aumentar la frecuencia cardiaca, y los músculos esqueléticos. Dicho en términos simplistas: «Estamos tristes puesto que lloramos o tenemos miedo porque corremos». Afirmar, que este planteamiento teórico sirve poco para explicar las emociones humanas más allá de las identificadas como amenazantes o peligrosas, por el contrario sí serviría para explicar la emocionabilidad animal. A esta teoría emocional se la denomina Periférica (Clásicamente teoría Motora de la Conciencia).
La otra teoría denominada Central, sobresaliente por su lógica y amplitud para explicar todas las emociones humanas, tiene poca presencia en «los libros» e incluso en los artículos científicos sobre el tema. Lo más penoso es que estas ausencias se presentan también en los teóricos e investigadores de nuestro país. Pero claro es comprensible al comprobar que quien la formula es un español, y ya se sabe: «siendo español, poco bueno». Amén de las investigaciones efectuadas por los estadounidenses Cannon y Bard, el auténtico pionero de la formulación de la Teoría Central sobre las emociones, ha sido Gregorio Marañón y Posadillo, del que hoy -27 de marzo- se cumplen cincuenta años de su muerte. Por eso es de justicia reivindicar su importancia capital en el estudio de las emociones.
Marañón no era psicólogo a diferencia de James, pero sin duda es uno de los investigadores que más le ha aportado a la ciencia psicológica. Y además era español. Su condición de endocrinólogo, y por lo tanto de gran conocedor de los efectos de las hormonas en el comportamiento, establece mediante diseños experimentales impecables, el cómo la experiencia emocional poco tiene que ver con el aumento de las tasas hormonales -especialmente adrenalina- en sangre. Por el contrario, dicha experiencia estaría determinada por la valoración que la persona hace sobre lo que le acontece. Expresado en otros términos, sus investigaciones vendrían a demostrar que la forma en cómo pensamos determinaría el cómo nos sentimos.
Entre las muchas publicaciones científicas de este egregio investigador -erudito escritor, preclaro orador y gran humanista- sobre el tema, cabe destacar la efectuada a partir de una conferencia pronunciada en Valencia en 1921 y titulada «Introducción al estudio de la teoría neurohumoral de la emoción». Sin embargo la que le da relevancia internacional es el artículo aparecido en la Revista Francesa de Endocrinología «Contribution a l'etude de l'action émotive de l'adrenaline» (Contribución al estudio de la acción emotiva de la adrenalina), aparecido en 1924.
Pues bien, estas concluyentes aportaciones de Marañón son la base científica sobre la que se asienta la tecnología conductual desarrollada para ayudar a las personas a manejar sus pensamientos inadecuados y cambiar su malestar emocional. O lo que es lo mismo, el madrileño universal establece los cimientos de las herramientas utilizadas por miles de psicólogos en el mundo para ponerlas a disposición de sus pacientes con el objetivo de que estos superen sus problemas de ansiedad y depresión. Y estos problemas constituyen más de los dos tercios de las demandas asistenciales.
La otra teoría denominada Central, sobresaliente por su lógica y amplitud para explicar todas las emociones humanas, tiene poca presencia en «los libros» e incluso en los artículos científicos sobre el tema. Lo más penoso es que estas ausencias se presentan también en los teóricos e investigadores de nuestro país. Pero claro es comprensible al comprobar que quien la formula es un español, y ya se sabe: «siendo español, poco bueno». Amén de las investigaciones efectuadas por los estadounidenses Cannon y Bard, el auténtico pionero de la formulación de la Teoría Central sobre las emociones, ha sido Gregorio Marañón y Posadillo, del que hoy -27 de marzo- se cumplen cincuenta años de su muerte. Por eso es de justicia reivindicar su importancia capital en el estudio de las emociones.
Marañón no era psicólogo a diferencia de James, pero sin duda es uno de los investigadores que más le ha aportado a la ciencia psicológica. Y además era español. Su condición de endocrinólogo, y por lo tanto de gran conocedor de los efectos de las hormonas en el comportamiento, establece mediante diseños experimentales impecables, el cómo la experiencia emocional poco tiene que ver con el aumento de las tasas hormonales -especialmente adrenalina- en sangre. Por el contrario, dicha experiencia estaría determinada por la valoración que la persona hace sobre lo que le acontece. Expresado en otros términos, sus investigaciones vendrían a demostrar que la forma en cómo pensamos determinaría el cómo nos sentimos.
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