La investigadora explica que una de las desventajas de esta relación radica en el egoísmo del ser humano, que piensa que los animales pueden suplantar su soledad y los trata como si fueran personas: los "humaniza" con el afán de satisfacer sus carencias personales.
Este comportamiento, añade, no contribuye a su cuidado, salud y ejercicio físico, ya que la relación desnaturaliza la vida de las mascotas, por un lado, y da una existencia artificial y de encierro, por el otro.
La desaparición de los límites interespecie y los derivados entre mascotas y amos puede generar confusión, estrés e inseguridad a ambos. "Las respuestas del animal pueden ser de ansiedad, desesperación, temor o sensación de abandono; pasa por el olvido si es confinado en departamentos o azoteas, o deambula en la calle con efectos malos en la comunidad", dice la experta.
Este comportamiento deriva en respuestas agresivas hacia los individuos, y coloca a los animales en riesgo de salud con epizootias (enfermedad contagiosa que ataca a un número inusual de animales). Cuando son abandonados a su suerte suelen ser sacrificados o mueren en accidentes de tránsito.
eluniversal.com
Jaume Guinot
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