Si tu hija es fan de Justin Bieber, no te preocupes, está "diseñada" para ello

Un coche negro se aproxima al parking del Palacio de los Deportes de Madrid, una avalancha de adolescentes cruzan la plaza chillando: - ¡Es Justin, es Justin! En unos segundos lloros, carreras y gritos son un todo. El efecto dura lo que tarda la "supuesta presa" en introducirse en el garaje.

"¡Lo he visto, lo he visto! llevaba una camiseta morada" grita Raquel, una joven de 15 años que ha estado tres días guardando su sitio en la cola para poder ver a su ídolo de cerca. Bajo unos soportales, Victoria, de 16, se come un bocadillo resguardándose del sol.

"Prefiero no gastar energía en eso, estoy muy nerviosa por el concierto", asegura. Esta joven sevillana va a ser la cuarta persona en entrar recinto, lleva desde el domingo haciendo cola, por lo que está segura que podrá casi tocar al cantante: "Cada vez que miro la puerta y veo lo cerca que estoy no me lo creo" nos cuenta ilusionada.

La marea de niñas enloquecidas que creen ver a Justin se repite cada poco tiempo, en media hora se producen dos, pero los intervalos se van reduciendo a medida que se aproxima el momento en el que el cantante se suba al escenario.

"En mi época esto podía pasar con los Beatles pero yo creo que no era tan fuerte", afirma María Dolores, la madre de Victoria. No va desencaminada: "Se dice que el fenómeno fan surge con el Rock y que Elvis o los Beatles fueron de los primeros en tener fans, pero podríamos encontrarlo también en otros momentos históricos, con políticos, líderes espirituales... es algo que probablemente empezó en la antigua Grecia", explica a lainformacion.com el psicoterapeuta Luis Muiño.

"Está dentro del ser humano la necesidad de copiar o de arrimarse a quien es importante", afirma el psicólogo Bernabé Tierno. "La gente se piensa que arrimándose a estas personas parte de lo que ellos tienen se les queda para sí mismos".

¿Alimentar o reprimir?

María Dolores llegó el pasado domingo a Madrid junto a otras madres desde Sevilla, vienen a ayudar a sus hijas a cumplir el sueño de ver al cantante canadiense. "Le regalamos la entrada por Reyes, se porta bien, saca buenas notas y de vez en cuando hay que recompensarla".

De la misma opinión es Ana, su hija Sandra se recorrió Madrid el lunes buscando a Justin por todos los hoteles de la capital: "Tienen edad para eso, la otra vez que vino se quedó muy triste porque no le pudo ver de cerca y esta vez me gustaría que lo consiguiese".

"A mi madre le gusta Justin y piensa que es un buen chico pero mi padre piensa que estoy obsesionada" explica Sandra, una joven madrileña que es fan del cantante prácticamente desde los inicios. "Desde que le vi en un póster en la habitación de mi prima y días después una amiga mía me enseñó una canción suya, One Less Lonely Girl, empecé a ver videos suyos y buscar información para conocerle mejor, y ahora lo sé prácticamente todo y le sigo y apoyo en todo lo que hace".

Sin embargo, pese a la preocupación que supone para algunos padres encontrarse la habitación empapelada con las fotos de un cantante, o ver que su hija no para de leer libros y escuchar música de un artista, el hecho no deja de ser algo inherente a su edad.

"La adolescencia está diseñada para ser fanáticos de algo", explica Muiño, "da mucha motivación y mucha fuerza aunque como todo depende de la dosis. Lo importante es que ese hecho no le limite, no le cause problemas y no le haga sufrir."

Es precisamente en esta etapa en la que el fenómeno toma mayor fuerza: "La juventud es mucho más volcánica, más apasionada, y cuanto más vacía está una persona y cuanto menos contenido hay más se llenan de ese tipo de cosas", afirma Tierno.

Pero en esta partida no sólo juegan los años, también lo hacen las hormonas: "Es una edad más fácil para fanatizarlo todo, tanto por la evolución personal como hormonal, hay una mayor falta de autocontrol y una mayor generación de endorfinas", puntualiza Muiño.

¿Qué tiene Justin que las vuelve locas?

"Me encanta cómo es, cómo canta y cómo viste" dice Raquel; "Lo que más me gusta es su voz, aunque él es muy guapo, pero es sobre todo su voz" nos cuenta Victoria; "Cuando le oigo cantar se me ponen los pelos de punta, me gusta su físico, en especial su pelo, y lo más importante, su simpatía su humildad y su forma de ser", comenta Sandra.

Pese a todos los "encantos" que estas jóvenes ven en Justin, los psicólogos aseguran que el hecho de que que comencemos a ser fanáticos de alguien se debe sobre todo a la posibilidad de "reiventarnos su figura".

"Tiene que ser una persona que realmente no tenga ninguna característica destacable más allá de un cierto atractivo físico. Es decir, no puede tener una opinión política concreta, no suelen hablar de su sexualidad, de esta manera sus fans pueden inventarlo, idealizarlo", afirma Muiño y continúa, "de hecho los managers de estos artistas les piden esa indefinición".


La música, la reina del fenómeno

Otras muchas actividades como el cine, la televisión, los deportes... pueden fomentar el fenómeno de las fans pero es la música la que cuenta con mayor número de figuras mediáticas, desde Elvis hasta Bieber nos encontramos con un sin fin de nombres que han hecho chillar y llorar a adolescentes de todo el mundo: The Beatles, Rolling Stones, Los Brincos, Take That, Ricky Martin, Shakira...

"La música es mucho más sencilla, es lo que más liga emocionalmente al ser humano y va directa a las emociones, en tres minutos puedes hacer llorar a un adolescente, cosa que en ese intervalo difícilmente hará una película por ejemplo", explica el psicólogo.

"Las letras de Bieber me encantan porque son muy profundas" nos dice Raquel y comienza a tararear junto a sus amigas "Baby", en un momento de euforia colectiva. Tanto ella como Victoria y Sandra vivieron ayer una experiencia que no olvidarán, "desde fuera es difícil de entender, pero son acontecimientos que no se tienen en la "vida normal", es una experiencia de trascendencia, se han inventado un mito y lo han podido ver" sentencia Muiño.

Hoy, cientos de jóvenes esperan la llegada de su ídolo en Barcelona. De vez en cuando interrumpen sus cantos para correr de un lado a otro de la plaza del Palau Sant Jordi, un rumor aseguraba que el cantante acababa de llegar, esta noche será su turno.

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