MI HIJO ME MIENTE CONSTANTEMENTE ¿QUÉ PUEDO HACER?


Para empezar, convendrá indicar que el tema de la mentira infantil es un universal, como lo pueda ser el complejo de Edipo; o dicho de otro modo, todos los niños y niñas de edades comprendidas aproximadamente entre los 3 y 5-6 años mienten, pero teniendo en cuenta que el concepto de mentira para ellos es completamente diferente del que nosotros como adultos podamos tener. Para estos niños de corta edad, se trata de una afianzamiento del lenguaje y de la socialización en el cual juega un papel importantísimo la imaginación del niño, por lo tanto, no deberíamos considerar como mentira relatos que para ellos son verdades o se mueven dentro de ese campo de la irrealidad que supone la imaginación desbordante del infante, si bien, cuando esa imaginación es excesiva, si que puede convenir tratar de ponerle algún tipo de límites o si lo prefiere el lector tratar de encauzarla de un modo más acorde con la realidad. En estas edades, la mentira dista mucho del concepto que tiene para los adultos, en los cuales, casi siempre supone una forma de escabullir responsabilidades, de causar daño a otro o simplemente de apuntarnos tantos que no nos corresponden.
En estas edades tempranas, pueden ser varias las causas que impulsan al niño a mentir, de entre ellas, destacaré por su importancia las siguientes:
  • Inseguridad y/o falta de autoestima. En muchas ocasiones, el niño o la niña va a utilizar la mentira para enmascarar esa inseguridad y/o falta de autoestima, fabulando sobre su vida, su familia, sus posesiones. En este caso incluiríamos el niño que cuenta a sus amiguitos que ha estado veraneando en una isla del Caribe o cazando cocodrilos en el Amazonas, o bien que su padre tiene un avión privado para sus viajes, cuando en realidad ha veraneado en el pueblo de su madre y su papá va en un coche de segunda mano, pero para el niño es una forma de destacar por encima de los demás y de ese modo aliviar sus sentimientos.
  • Provocación ante los adultos para ver hasta dónde llegan. Esta es una práctica habitual en los hijos, e medir a los padres, así nos encontramos el caso de ese niño o niña que ante las demandas de la madre siempre dice "ahora voy…" pero sigue jugando, hasta que la madre grita, coge la zapatilla y ve que ya no puede escapar, pero hasta entonces mide el tiempo que puede tomarse antes de obedecer.
  • Una forma de huida ante el peligro que supone un ataque a su intimidad. Con frecuencia los padres sometemos a nuestro hijos a verdaderos interrogatorios próximos al tercer grado, sobre cuestiones que suponen una intromisión en su intimidad; no quiero decir con eso que los padres no tengamos derecho a saber con qué amigos van nuestros hijos o que han hecho en clase, pero en muchas ocasiones ese derecho es visto por los hijos como una intromisión clara en lo más intimo para ellos, algo que ante la insistencia paterna les lleva a mentir para proteger esa intimidad.
  • Como venganza o desquite por algo. En este caso estamos ante una mentira dañina que debemos considerar como rayana en lo patológico, me refiero al hecho de mentir para echar la culpa a otro con intención clara de hacer daño.
Ante estas situaciones ¿Qué nos toca hacer a los padres?, yo diría que en primer lugar nos toca el dar ejemplo. No podemos dividir la mentiras en "mentiras de adultos" que están permitidas y "mentiras de niños" que no lo están, ya que esto es muy difícil de entender por los hijos, deberemos por tanto, al menos en su presencia, de predicar con el ejemplo. De igual modo se pueden aconsejar las siguientes conductas:
  • Crear un clima de confianza en caminado a que el niño o la niña pueda expresarse sin presiones y con entera libertad, por este camino eliminaríamos los interrogatorios a los cuales hice alusión anteriormente y propiciaríamos en su lugar que los niños fuesen libres a la hora de contar lo que les apetece e interesa, de modo que si propiciamos ese clima deseable, cada vez será mayor el campo en el cual los hijos confiaran en nosotros.
  • No reaccionar de forma desproporcionada cuando mienta. Una mentira nos es un crimen por muy mal que nos sepa. Si nuestra reacción es violenta o desproporcionada, lo que estamos propiciando es un clima que llevará al niño a volver a mentir para evitar futuros castigos o reprimendas. Frente a esto se impone el diálogo reposado y ejemplificante, tratando de hacer ver al niño la inutilidad de la mentira y lo fácil que hubiese sido decir la verdad ya que no hubiera pasado nada.
  • No dudar constantemente sobre la veracidad de lo que nuestros hijos nos dicen. El que en alguna ocasión nos hayan mentido, no significa que vayan a hacerlo siempre. La duda continua sobre la veracidad de lo que nuestros hijos nos dicen, a lo único que puede llevarnos  es a su silencio o a una posible mentira, a parte de que incrementaremos su sentido de la inseguridad al no ser creído.
  • Fomentar las oportunidades para que sea sincero, ya que si no hablamos con ellos, si no los atendemos, si no nos interesamos por sus pequeñas cosas cuando nos las cuentan, no propiciamos el ejercicio de la sinceridad. En muchas ocasiones los padres cortamos las conversaciones de nuestros hijos con expresiones como "eso es una tontería", "a mí lo que me interesa es lo que haces tú" ó "mejor háblame de los estudios" cuando los hijos nos cuentan algo que para ellos es importante pero que a nosotros se nos antoja banal, ¡Craso error! ese es el mejor camino para que nuestros hijos poco a poco se cierren ene banda y comiencen a mentirnos.
Cuando el hijo miento, lo primero que debemos hacer es indagar el origen, el por qué nos está mintiendo y si la mentira es frecuente, que es lo que está manteniendo y perpetuando esa conducta para tratar de corregirlo al modificar los estímulos que está controlando la conducta. Esto que sobre el papel parece sencillo, puede en la práctica resultar muy complicado, haciéndose imprescindible la consulta con un profesional de la psicología que pueda ayudarnos, y este será mi último consejo en el tema de hoy, si hemos agotado todos los recursos al alcance de nuestra mano y el problema persiste, no dudemos en acudir a la consulta de un psicólogo, ya que de perpetuarse la conducta de mentir camino de la adultez, el problema sería mayor, ya que a nivel social, la mentira en el adulto es una conducta duramente sancionada.
El libro que recomendamos en esta ocasión es:

COMO DETECTAR MENTIRAS EN LOS NIÑOS
Autor: Paul Ekman
Ed: Paidos

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