Psicología del Deporte: Trabajando con las emociones


Para descubrir cómo los estados emotivos afectan a todo jugador. Primero debemos hacer una diferencia psicológica entre emoción, sentimientos y afectos.
El afecto es la base de la relación social. Todos necesitamos el afecto de los demás para poder sobrevivir, como asimismo, el amor, la amistad, el cariño. Implica un ida y vuelta entre quien lo da y quien lo recibe; es una cantidad que se desplaza y se descarga sobre otro y retorna como una retroalimentación sobre la persona. También encontramos tonalidades afectivas como lo agradable, lo placentero, lo desagradable.
Los sentimientos son sensaciones estables, internas, de intensidad variada: amor, odio, vergüenza, tristeza. Hablamos de estados anímicos. Por ejemplo, yo no puedo decir "estoy deprimida por una hora", ya que la depresión es un estado perdurable por cierto tiempo, como tampoco puedo decir "estoy orgulloso de jugar" ya que el orgullo te dura todo el partido, así vayas ganando o perdiendo, por lo que la depresión, el orgullo, la tristeza, son sentimientos estables y cambiantes en el tiempo.
Pero las emociones son procesos psico-fisiológicos, forman parte de la conducta y nos inducen a actuar; son señales, impulsos que indican que algo está sucediendo implicando una capacidad de respuesta o necesidad de resolver una situación. Las emociones otorgan una velocidad "increíble" al pensamiento de acuerdo a la percepción que tenemos de nosotros mismos o del factor ambiental. Al contrario de los sentimientos, las emociones aparecen de manera brusca o bien ligada a recuerdos o necesidades básicas.
Las emociones se reflejan dentro de la cancha AP
Las emociones se reflejan dentro de la cancha Foto: AP

Muchas veces no son los acontecimientos externos los que producen una respuesta conductual, sino que es el propio jugador el que percibe un acto negativo en el juego de acuerdo a su proceso de valoración personal. No olvidemos que siempre actuamos de acuerdo a como nos pensamos, ya que poseemos una mente que piensa y otra que siente, luego el cuerpo actúa en consecuencia.
Debemos trabajar con nuestras emociones y poder clasificarlas y separarlas. Es muy difícil concentrarse en momentos clave de un acontecimiento deportivo, si antes esas emociones no se "entrenaron" fuera de la cancha para poder tener la posibilidad de separar lo interno de lo externo. Por ejemplo, un jugador que está peleado con un compañero, o se acaba de pelear con la novia, o está nervioso porque lo van a ver para una selección, etc., si no le damos una simbolización y un nombre a esas sensaciones, inconscientemente las trasladamos al partido; no le voy a pasar la pelota a mi compañero, voy a estar melancólico por mi novia que está con otra persona, estaré más atento a la mirada de los supervisores que a mi juego. Toda esa energía que ocupa espacio psíquico negativo, al estar más liviano emocionalmente, la puedo utilizar en una mayor coordinación visual y motora. Al trabajarlo previamente no lo traslado a la cancha pudiendo separar lo que es mío emocionalmente de aspectos que involucran a los demás.
En toda competencia estamos nerviosos, ansiosos, forma parte del deporte. Si en el entrenamiento jugamos muy bien, respetamos las consignas del entrenador, practicamos las jugadas a realizar el sábado; pero en la competencia, después no nos sale una, no es que las partes cognitivas no funcionan, lo que está alterando y haciendo ruido innecesario son las emociones.
Esa es una de las funciones del psicólogo, el trabajar con el jugador o equipo que es lo que está pasando en un momento dado para transformar esa energía en rendimiento. También se debe escuchar al entrenador, quien es el que más cerca está de ellos y tiene el poder de sostenerlos.
Animémonos a realizar reuniones para compartir una autocrítica, no sólo de porque se jugó mal sino también qué es lo que se sintió en el juego. Si bien el rugby es un deporte de fuerza, no olvidemos que somos humanos con toda la variedad y gamas de emociones que nos toca vivir. No debemos tenerle miedo a la palabra y a la reflexión. Expresar las emociones y compartirlas con otro genera alivio, hace bien. Tal como dice el dicho "una pena compartida es la mitad de la pena" y ya que consideramos al deporte como un espacio de salud, demostremos también nuestra fuerza mental y trabajemos sobre aquello que incomoda, que pesa, que nos impide llegar a los objetivos propuestos.
Lic. Julia Alvarez Iguña
Psicología aplicada al Alto Rendimiento


Jaume Guinot
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